A partir de conversaciones con diferentes lectores y lectoras, Zafra construye de forma epistolar un ensayo pausado, ágil de leer y que vuelve a poner encima de la mesa la situación cada vez más insostenible de la industria cultural y sus trabajadores.
Hay veces que leer genera felicidad. Otras veces permite la evasión. Y, algunas, duele. Pero pocas son las veces que leer no nos reconforta. La primera vez que me enfrenté a la lectura de la teórica social Remedios Zafra (Zuheros, Córdoba, 1973) tuve que parar en seco. Creo que no fui el único al que le afectó. Todas las personas que componemos el no tan ingente sector del trabajo cultural (o que entramos y salimos de él cuando se puede o nos dejan) nos enfrentamos a nuestro reflejo con El entusiasmo. Precariedad y trabajo creativo en la era digital (Anagrama, 2017). Fuimos golpeados por lo que ya sabíamos pero no habíamos verbalizado, por nuestra sonrisa fingida y nuestra falsa actitud positiva dentro de las redes de un capitalismo comunicativo que nos agrede permanentemente. En definitiva, porque sabemos lo que hacemos, pero, aun así, lo hacemos.
El Entusiasmo dejó retos y preguntas no resueltas que Zafra, actualmente científica titular del Instituto de Filosofía del CSIC, ha continuado, innovado y respondido con Frágiles. Cartas sobre la ansiedad y la esperanza en la nueva cultura (Anagrama, 2021), su último trabajo. A partir de conversaciones con diferentes lectores y lectoras, Zafra construye de forma epistolar un ensayo pausado, ágil de leer y que vuelve a poner encima de la mesa la situación cada vez más insostenible de la industria cultural y sus trabajadores.
En sus páginas, nos vamos a encontrar con la falta de tiempo en la producción cultural actual, la autoexplotación incitada, el trabajo deseado desplazado por el trabajo urgente, ese que nos permite pagar las facturas y el alquiler a la vez que nos genera una ansiedad permanente, en la cual «el trabajo vocacional es, justamente, “lo que casi siempre se aplaza”. Para él querríamos las mejores condiciones de atención, tranquilidad y silencio, ese “más adelante”» (pág. 68). Vamos a vernos abordados por la precarización y proletarización de las profesiones liberales, sujetas a los vaivenes de lo apremiante, a la estandarización, métrica y cuantitivización irracional que obliga a generar ingente materia gris: formularios e informes de evaluación que impiden valorar más allá de una estrecha rejilla el desempeño y capacidades creativas. Zafra va a poner en cuestión el modelo universitario que premia la homogenización mientras dificulta la innovación. Capitalismo y patriarcado van a acompañar las diferentes composiciones que nos va a ir mostrando la autora, que irá cercando al sujeto cada vez más en una inevitable ruptura que implique una reimaginación solidaria y un deseo de redes interdependientes de cuidados entre cuerpos enfermados por las lógicas de la acumulación, «porque acompañar también supone sabernos comunidad en lo que nos identifica, cuidando un lazo solidario» (pág. 24).
Entusiastas somos todes, podría decirse. Cuando tenemos nuestra primera posibilidad de desarrollarnos profesionalmente para aquello en lo que nos hemos formado, las condiciones laborales se nos desdibujan. Al entusiasta se le puede ver también a través de lo que diferentes autores han identificado como “empresario-del-yo”, un sujeto-producto neoliberal que está en constante aspiración, que asume cada etapa de su precariedad como una oportunidad para aumentar su formación, sus redes de contactos o su popularidad a través de las redes sociales. El entusiasta intenta construir una marca personal con la que poder, en algún momento, gozar de lo que sus mayores tienen. El éxito y el fracaso responden únicamente a su capacidad, a su saber estar, a sonreír y decir que sí más fuerte que quien tiene al lado. La evolución fracasada —o perfecta— de este sujeto neoliberal nos lo presenta Zafra hacia la mitad del libro, el sujeto desapasionado: «inmunizado y curtido en el desapego, nada diferencia al sujeto desapasionado de un artefacto no humano. […] Al sujeto desapasionado se le queda la sonrisa estirada, como sujeta por un hilo invisible. […] No llevan luces en los ojos […] aman el entusiasmo fingido» (pág. 142-3). La tarea propuesta por Zafra es poner mimbres a un trabajo colectivo, evitar sujetos desapasionados, a los que Mark Fisher llamó irónicamente Vampiros Grises.
Uno de los momentos más inesperados del libro se produce al recordar la autora el 12 de marzo de 2020: «El mundo nuevo ha empezado hacia las ocho de la tarde de hoy jueves con los avisos de suspensión de clases y un inminente estado de alarma y confinamiento. Nadie podía imaginar que una vida tan drásticamente distinta comenzaría a una hora concreta de manera tan contundente y no de forma progresiva como nos suelen venir muchos cambios» (pág. 180). La pandemia de la COVID-19 coge a Zafra en plena redacción del libro, lo que lleva a algunas de las páginas más interesantes y evocadoras que se han escrito sobre la pandemia, el aislamiento, el encierro impuesto, el desasosiego, la fragilidad de los cuerpos y la autonomía de los frágiles, el papel de las pantallas, las condiciones de vida y de habitabilidad de casas pensadas para dormir, pero no para vivir. La pausa para pensarnos que ha dado paso ahora a una aceleración de las dinámicas capitalistas que buscan recuperar sus tasas caídas, pero que nos dio también la posibilidad de imaginar posibilidades diferentes.
El realismo capitalista, como estructura de sentimiento, se sustenta en altas dosis de cinismo ante las posibilidades de transformación emancipadora de la vida. La ausencia de horizonte se intenta acompañar, por lo menos en el discurso, de la ausencia de lazos sociales y de construcción de resistencias comunes ante la incertidumbre impersonal del capital. Por eso, el sujeto desapasionado es «quien presupone que la solidaridad y la amabilidad son condiciones para el abuso [lo que] cierra de antemano la puerta a que sean elementos reivindicados en nuestras relaciones» (pág. 272). Es necesario romper las posibilidades de lazos entre los cuerpos precarizados, golpeados y explotados, cuerpos generalmente feminizados y racializados, como señala Zafra. La solidaridad debe verse como algo que impide la consecución de la meta, porque, si lo consigue el otro, no lo consigo yo. Mientras ambos nos mantenemos en un futuro suspendido del que se lucran otros.
La solidaridad es un proyecto de clase, nos dice Raymond Williams, es la forma que tiene la clase trabajadora de construir sus comunidades en base a una cultura común y en sostenerse mutuamente ante las presiones del capital. Zafra nos recuerda que «solo juntos nos sostenemos. Pero ojo, en esa solidaridad está también la comprensión y la complicidad ante las lógicas hiperproductivas, la pausa ante la cadena de celeridad que precisamos parar» (pág. 275). La solidaridad se busca en espacios compartidos en los que el trato es constructivo, de nada nos vale quemar en la hoguera a quienes aún se encuentran enmarañados en la red, siendo entusiastas y pensando en un mañana mejor si se esfuerzan hoy.
Sin embargo, como nos recuerda Holly Lewis, la solidaridad implica antagonismo, es el reconocimiento de que existe una división. (La política de todes, pág. 285). La solidaridad no es una abstracción practicable entre todas las personas, pues la existencia de entusiastas implica la existencia a su vez de personas e instituciones que se benefician de su trabajo, que los precarizan y enferman. Por ello, nuestra solidaridad está con esos cuerpos frágiles, feminizados, racializados y trabajadores, cuerpos a los que eligen enfermedades. Porque la solidaridad es tomar partido y, por qué no, recuperar el entusiasmo en una vida que merezca la pena ser compartida.
La elección de traducir y editar estas entrevistas podría parecer obvia, pero no por ello menos acertada ni desprovista de desafíos, muchos de ellos resueltos con solvencia. Otros, muy dependientes de cómo se medirá la actualidad de las palabras de Chomsky con el resultado final del conflicto.
Ani Pérez encuentra con este libro la manera de esclarecer las dudas y las confusiones que existen en los procesos de cambio que estamos viviendo en el sistema educativo. Lo hace escribiendo un libro que ella misma reconoce que hubiese criticado hace unos años.
Tras varios años de pandemia que han desmovilizado considerablemente al movimiento climático, se hace necesario repensar las estrategias y las tácticas políticas que deben ponerse en marcha para evitar el desastre planetario. Andreas Malm nos invita con audacia a considerar el boicot de las infraestructuras de la economía fósil como parte fundamental del ejercicio de presión que el movimiento tendría que ejercer sobre unos gobiernos sumisos ante el colapso climático.
Este libro es una oportunidad maravillosa para conocer la situación real de las personas trans, para acercarse a escuchar a quienes están en las situaciones más vulnerables. Shon Faye ha realizado entrevistas y recopilado información para conseguir esto, de forma que se trata de un análisis y no de unas memorias.
La filósofa Carolina Meloni (Tucumán, 1975) busca sacudirnos examinando el potencial emancipador de nuestros sueños. Aunque encontramos un texto en el que Meloni se abre a aquellas que leemos, la interpelación en sus páginas es a un sujeto colectivo.
Arrollados por la ola cibernética, no tratan de negar ni oponerse al claro espíritu de su época como otros aburridos miserabilistas, pero tampoco se imbuyen en ella de manera acrítica, como muchos otros posthumanos que no supieron ver el claro anacronismo que supondría en el futuro la excesiva identificación con su tiempo.
En algún momento de la película, fruto de un diálogo entre personajes que no recuerdo, hay un enunciado que llamó especialmente mi atención y que hace evidente la pérdida del sentido de autoridad que recorre el argumento: «antes, podías estar encerrado en una habitación con el enemigo y mirarle a la cara. Ahora, el enemigo está en el aire».
Con un esmero encomiable, Bravo hilvana los hilos malditos de la historia, los personajes de los márgenes, entre diseñadores olvidados y vikingos del siglo XX, amantes despechados y terroristas ajusticiados en sus celdas.
El nacionalpopulismo es una respuesta con sólidas razones históricas a la crisis de un sistema, pero tiene un parentesco con el mismo sistema al cual se opone, tanto en su origen, como en su destino.
Marvel se ha convertido en un dispositivo privilegiado para medir las diferentes vertientes y rasgos de la imaginación cultural y política actual, pues, muy lejos de ser mero entretenimiento, ha logrado atraer a millones de personas en todo el globo a partir de una serie de mitos y elementos narrativos que dicen mucho de cómo el mundo se piensa a sí mismo y, en concreto, como se piensa en relación con su propio contexto histórico.
La biografía aquí reseñada podría ser leída como una suerte de aplicación práctica de la «Ética», un estudio de caso demostrado según el orden historiográfico en lugar del geométrico: la vida y obra de Spinoza como el efecto resultante de una enorme cantidad de causas incidentes que el autor documenta con una rigurosidad pasmosa.
«Debemos elegir qué relato contar. Si preferimos la inevitabilidad de capitalismo y la falibilidad del progreso o, por el contrario, si optamos por el deseo del progreso y la accidentalidad del capitalismo» Xandru Fernández
El papel de la policía en las sociedades contemporáneas debe ser cuestionado, y el sociólogo Alex S. Vitale ofrece en «El Final del Control Policial» la posibilidad de abrir espacios de conversación en torno a cómo queremos organizar nuestras comunidades. A pesar de centrar su crítica en el modelo estadounidense, la obra de Vitale ofrece al lector lecciones y herramientas útiles para el análisis de las estructuras de poder que refuerzan y legitiman el control policial en su propio contexto nacional.
Los discursos que podemos leer en este libro pueden ser entendidos cómo una llamada a la acción, un aterrizaje concreto que además no obedece a un orden vertical, sino que es fruto del debate dado por las organizaciones que integran el EMMP.
Una teoría tan sofisticada como la de Laclau bien necesitaba una introducción. Antonio Gómez Villar se propuso suturar esta brecha, tres años más tarde, con la publicación de «Ernesto Laclau i Chantal Mouffe: populisme i hegemonía» (Gedisa, Barcelona, 2018), una obra que encuentra un calculado equilibrio entre la divulgación y la información teórica.
Si nos preocupa nuestro presente, si queremos plantear un horizonte alternativo al capitalista que nos lleva a la extinción, debemos tomar muy en cuenta las preguntas, explicaciones y enseñanzas que Antonio Antón nos ofrece a través del gigante Gargantúa.
Bastani presenta un escenario de crisis multidimensional que hoy se enfoca sobre todo desde la perspectiva de la escasez y la desigualdad y cuya propuesta hegemónica es aumentar los sacrificios para, en el mejor de los casos, vivir en un declive más suave.
En el estudio de Hochschild, su estimación sobre las horas empleadas por las mujeres entre trabajo productivo y reproductivo es de quince horas extras a la semana más que los hombres, lo que supone una doble jornada, en toda regla.
Estamos ante un ensayo impecable, que consigue hacer sencillo lo complejo, exponiendo y explicando términos que van desde la teoría psicoanalítica lacaniana hasta las multiplicidades de la teoría queer, pasando por la teoría feminista.
¿Qué es estar enfermo? ¿quién define la enfermedad? ¿cuáles son sus límites? ¿qué relación guarda la enfermedad con nuestro cuerpo? Estas son algunas de las preguntas que atraviesan el libro «La emancipación de los cuerpos».
En sus páginas no solo hay un Fisher diferente, hay uno de los mejores Fisher. El contenido del curso que Mark había diseñado tenía un objetivo claro: abandonar la vaguedad que parece rodear un término como “Post capitalismo”.
¿Por qué se habla de Estado español y se rechazan los símbolos oficiales de España? ¿Por qué leemos tanto a Balzac o a Dickens y tan poco a Cervantes y Galdós? Santiago Alba Rico nos da algunas posibles respuestas en este libro.