Estamos ante un ensayo impecable, que consigue hacer sencillo lo complejo, exponiendo y explicando términos que van desde la teoría psicoanalítica lacaniana hasta las multiplicidades de la teoría queer, pasando por la teoría feminista.
Una de las anécdotas de Slavoj Žižek dice así: durante unas jornadas sobre teoría cultural en una universidad americana en plena guerra de los Balcanes, alguien entre el público interpeló al esloveno exigiéndole que hablase sobre la limpieza étnica que estaba llevando adelante Milošević. Žižek se negó a tratar el tema reclamando su derecho a no hablar, a ajustarse al contenido de la mesa de debate, a que su capacidad de agencia no fuera reducida a su condición de esloveno y solo se le permitiese hablar sobre los conflictos que desde 1990 sacudían la península balcánica. Poco tiempo después, a través de la web Lacan dot com publicaría diferentes artículos exponiendo su postura. Elizabeth Duval (Alcalá de Henares, 2000) ha tenido que redactar prácticamente 300 páginas de Después de lo trans. Sexo y género entre la izquierda y lo identitario (La Caja Books, 2021), tras una interpelación constante a su persona, para que la dejen en paz: «para existir como sujetos con voz dentro de la sociedad de libre mercado y del marco de las democracias liberales, las personas trans deben constantemente estar hablando de sí mismas y de su condición de ser trans, produciendo discurso sobre aquello que articula su identidad» (pág. 172).
Estamos ante un ensayo impecable, que consigue hacer sencillo lo complejo, exponiendo y explicando términos que van desde la teoría psicoanalítica lacaniana hasta las multiplicidades de la teoría queer, pasando por la teoría feminista. Hacer este ejercicio no es fácil, y mucho menos sin perder el rigor analítico y expositivo, dentro de un marco de composición literaria que huye no pocas veces de la redacción académica. Quizá el excesivo celo en que se entienda en todo momento de lo que está hablando, lleva a Duval a una cierta repetición de conceptos para que queden claros en la cabeza de quien lee, como el trabajo de Judith Lorber y su género como institución social y género como situación individual, pero que resulta útil para no perderse en un ensayo cargado de conceptos y palabras clave.
Los textos son productos de debates de los que Duval es parte, o escritos para polemizar o diseccionar artefactos culturales como la serie La Veneno, y es de agradecer el trabajo tanto de la autora como del editor (Raúl Asencio Navarro) en darle coherencia de conjunto y un hilo constante. Duval no teme abrir polémicas con Daniel Bernabé o Paul B. Preciado porque se sabe solvente y lo es: las críticas certeras que lanza al neomaterialismo de Bernabé están bien fundamentadas retórica y teóricamente, igual que la descomposición de los textos de Preciado en la que destaca tanto la crítica al subversivismo inherente a lo queer (que comparte con otras autoras como Holly Lewis, aunque no se cite en el texto), y a la interpretación del sujeto en Testo Yonqui, que nos anclaría a definiciones del sujeto a través de sus adicciones. El debate con las principales teóricas del feminismo filosófico español señala algunas de las inconsistencias de las principales autoras de esta corriente en la lectura de Butler y la confusión que muestra Ana de Miguel entre performatividad y performance, acompañado de una correcta interpretación y explicación del concepto clave de Butler como una cuestión de relacionalidad, convencionalidad y normatividad.
El breve análisis de La Veneno —la serie sobre Cristina Ortiz de los Javis, a partir de las memorias escritas por Valeria Vegas— es uno de los puntos donde se puede ver como convergen en un producto concreto las diferentes preocupaciones que sacuden todo el ensayo (el género y la mirada del otro, la clase social, la reducción identitaria, el momento histórico vivido por cada persona y las posibilidades que eso implica). Series como La Veneno permiten explicar cómo elementos emergentes de la vida social, que pueden constituirse como alternativos u oposicionales a los elementos dominantes, son asimilados, adaptados e incorporados por estos. La exaltación de ciertas situaciones en detrimento de otras de manera consciente y cómo contarlo va a operar y ser el elemento central de una tradición selectiva. Duval señala de forma potente como el producto La Veneno sirve para borrar a Cristina Ortiz y convertirla en un símbolo de lo trans, y cómo esto se hace dentro de un marco liberal en el que el sujeto, interpelado como individuo, tiene el peso de la trama, donde las decisiones o las posibilidades no responden a las dinámicas impersonales del capitalismo o a estructuras estatales sin los procedimientos de reconocimiento (y mucho menos reparación). Puesto el peso sobre los individuos, la serie resuelve desde el moralismo y la culpa social colegiada.
Quizá su posición sobre las personas no binarias en la crítica a la proposición de modificación de Catalunya en Comú-Podem a la Ley 5/2008 de 24 de abril del derecho de las mujeres a erradicar la violencia machista, es de los puntos más controvertidos del libro. Quiero dejar claro que esta posición de Duval «no implica que «invalide» o «cuestione» la existencia de aquellas personas que se identifiquen bajo una identidad no binaria». El rechazo a que sea prioritario otorgar una personalidad jurídica particular a las personas no binarias por el hecho de que «no se debe legislar según las relaciones que unos individuos afirmen tener con una estructura político-social concreta» es discutible tanto práctica como teóricamente, pero sí que estoy de acuerdo con Duval en que esa legislación no debe ser un «mero añadido a una ley regional» (pág. 253). Sin embargo, por algún sitio se debe empezar, y no creo que debamos esperar siempre a que sea el Tribunal Europeo de Derechos Humanos el que se pronuncie. Este punto parte de otro elemento que sobrevuela (y que la propia autora hace explícito) el ensayo entero: la imposibilidad de escapar del género. La argumentación de Duval en este punto es interesante y seria, y no se basa en una reducción sobre la imposibilidad de superar el género, sino en la mutabilidad social e histórica y su complejidad, en su porosidad y adaptación, en el género como tecnología lingüística.
Si bien estos elementos abren debates interesantes y necesidades de acción política concretas, el momento más desilusionante con el ensayo de Elizabeth Duval viene de la propia desilusión de la autora (comprensible) que recoge en los flujos de lo trans. El colectivo trans no existe, efectivamente, a muchos niveles es una construcción teórica para una lucha de clasificaciones, que diría Bourdieu. El colectivo trans como agente solo puede existir desde un programa político concreto, desde una construcción histórica que suponga su propia tradición selectiva, contingente y cambiante ante las transformaciones que se den en la sociedad. Como cualquier otro colectivo o comunidad. Pero la propia autora señala unas páginas atrás que «para reunir una izquierda que pueda ganarle la carrera al fascismo posible o imaginario al ascenso de los hombres tenemos que conseguir un sentimiento común de pertenencia a algo superior» (pág. 93). Necesitamos ser capaces de ofrecer una alternativa de identificación, una estructura afectiva, de cuidados y de combate, que incluya un sentimiento de pertenencia político como el que Jodi Dean dibuja en Comrades: personas con las que contar, con las que compartir una ideología lo suficientemente común, el suficiente compromiso con unos principios y metas comunes para llevar adelante más que acciones puntuales, para pelear la larga lucha.
Esperemos poder seguir leyendo a Elizabeth Duval como teórica de lo que ella quiera hablar, como escritora de literatura y poesía, por quien quiera ser. Necesitamos voces como la suya, que tomen partido por quienes quedan fuera de las grandes historias, necesitamos personas como ella, que hagan cosas con las palabras, para generar una nueva estructura de sentimiento que nos ayude a terminar con el realismo capitalista.
La elección de traducir y editar estas entrevistas podría parecer obvia, pero no por ello menos acertada ni desprovista de desafíos, muchos de ellos resueltos con solvencia. Otros, muy dependientes de cómo se medirá la actualidad de las palabras de Chomsky con el resultado final del conflicto.
Ani Pérez encuentra con este libro la manera de esclarecer las dudas y las confusiones que existen en los procesos de cambio que estamos viviendo en el sistema educativo. Lo hace escribiendo un libro que ella misma reconoce que hubiese criticado hace unos años.
Tras varios años de pandemia que han desmovilizado considerablemente al movimiento climático, se hace necesario repensar las estrategias y las tácticas políticas que deben ponerse en marcha para evitar el desastre planetario. Andreas Malm nos invita con audacia a considerar el boicot de las infraestructuras de la economía fósil como parte fundamental del ejercicio de presión que el movimiento tendría que ejercer sobre unos gobiernos sumisos ante el colapso climático.
Este libro es una oportunidad maravillosa para conocer la situación real de las personas trans, para acercarse a escuchar a quienes están en las situaciones más vulnerables. Shon Faye ha realizado entrevistas y recopilado información para conseguir esto, de forma que se trata de un análisis y no de unas memorias.
La filósofa Carolina Meloni (Tucumán, 1975) busca sacudirnos examinando el potencial emancipador de nuestros sueños. Aunque encontramos un texto en el que Meloni se abre a aquellas que leemos, la interpelación en sus páginas es a un sujeto colectivo.
Arrollados por la ola cibernética, no tratan de negar ni oponerse al claro espíritu de su época como otros aburridos miserabilistas, pero tampoco se imbuyen en ella de manera acrítica, como muchos otros posthumanos que no supieron ver el claro anacronismo que supondría en el futuro la excesiva identificación con su tiempo.
En algún momento de la película, fruto de un diálogo entre personajes que no recuerdo, hay un enunciado que llamó especialmente mi atención y que hace evidente la pérdida del sentido de autoridad que recorre el argumento: «antes, podías estar encerrado en una habitación con el enemigo y mirarle a la cara. Ahora, el enemigo está en el aire».
Con un esmero encomiable, Bravo hilvana los hilos malditos de la historia, los personajes de los márgenes, entre diseñadores olvidados y vikingos del siglo XX, amantes despechados y terroristas ajusticiados en sus celdas.
El nacionalpopulismo es una respuesta con sólidas razones históricas a la crisis de un sistema, pero tiene un parentesco con el mismo sistema al cual se opone, tanto en su origen, como en su destino.
Marvel se ha convertido en un dispositivo privilegiado para medir las diferentes vertientes y rasgos de la imaginación cultural y política actual, pues, muy lejos de ser mero entretenimiento, ha logrado atraer a millones de personas en todo el globo a partir de una serie de mitos y elementos narrativos que dicen mucho de cómo el mundo se piensa a sí mismo y, en concreto, como se piensa en relación con su propio contexto histórico.
La biografía aquí reseñada podría ser leída como una suerte de aplicación práctica de la «Ética», un estudio de caso demostrado según el orden historiográfico en lugar del geométrico: la vida y obra de Spinoza como el efecto resultante de una enorme cantidad de causas incidentes que el autor documenta con una rigurosidad pasmosa.
«Debemos elegir qué relato contar. Si preferimos la inevitabilidad de capitalismo y la falibilidad del progreso o, por el contrario, si optamos por el deseo del progreso y la accidentalidad del capitalismo» Xandru Fernández
El papel de la policía en las sociedades contemporáneas debe ser cuestionado, y el sociólogo Alex S. Vitale ofrece en «El Final del Control Policial» la posibilidad de abrir espacios de conversación en torno a cómo queremos organizar nuestras comunidades. A pesar de centrar su crítica en el modelo estadounidense, la obra de Vitale ofrece al lector lecciones y herramientas útiles para el análisis de las estructuras de poder que refuerzan y legitiman el control policial en su propio contexto nacional.
A partir de conversaciones con diferentes lectores y lectoras, Zafra construye de forma epistolar un ensayo pausado, ágil de leer y que vuelve a poner encima de la mesa la situación cada vez más insostenible de la industria cultural y sus trabajadores.
Los discursos que podemos leer en este libro pueden ser entendidos cómo una llamada a la acción, un aterrizaje concreto que además no obedece a un orden vertical, sino que es fruto del debate dado por las organizaciones que integran el EMMP.
Una teoría tan sofisticada como la de Laclau bien necesitaba una introducción. Antonio Gómez Villar se propuso suturar esta brecha, tres años más tarde, con la publicación de «Ernesto Laclau i Chantal Mouffe: populisme i hegemonía» (Gedisa, Barcelona, 2018), una obra que encuentra un calculado equilibrio entre la divulgación y la información teórica.
Si nos preocupa nuestro presente, si queremos plantear un horizonte alternativo al capitalista que nos lleva a la extinción, debemos tomar muy en cuenta las preguntas, explicaciones y enseñanzas que Antonio Antón nos ofrece a través del gigante Gargantúa.
Bastani presenta un escenario de crisis multidimensional que hoy se enfoca sobre todo desde la perspectiva de la escasez y la desigualdad y cuya propuesta hegemónica es aumentar los sacrificios para, en el mejor de los casos, vivir en un declive más suave.
En el estudio de Hochschild, su estimación sobre las horas empleadas por las mujeres entre trabajo productivo y reproductivo es de quince horas extras a la semana más que los hombres, lo que supone una doble jornada, en toda regla.
¿Qué es estar enfermo? ¿quién define la enfermedad? ¿cuáles son sus límites? ¿qué relación guarda la enfermedad con nuestro cuerpo? Estas son algunas de las preguntas que atraviesan el libro «La emancipación de los cuerpos».
En sus páginas no solo hay un Fisher diferente, hay uno de los mejores Fisher. El contenido del curso que Mark había diseñado tenía un objetivo claro: abandonar la vaguedad que parece rodear un término como “Post capitalismo”.
¿Por qué se habla de Estado español y se rechazan los símbolos oficiales de España? ¿Por qué leemos tanto a Balzac o a Dickens y tan poco a Cervantes y Galdós? Santiago Alba Rico nos da algunas posibles respuestas en este libro.