¿Y si las plataformas y su modelo de explotación basado en la extracción de datos hubieran sido solo un impasse en el proceso de construcción del Internet que finalmente se estabilizará en el futuro?
La experiencia cotidiana de las redes sociales a menudo parece poco más que una repetición de instantes mediáticos propulsados por los mecanismos de la viralidad, en la que todo lo que se puede esperar de ellas, en el mejor de los casos, es que nuestras visiones del mundo salgan bien paradas en las refriegas multitudinarias. Sin embargo, esta sensación de decadencia y superficialidad podría ser solo uno de los efectos de un simulacro fallido. ¿Todavía es posible que se mueva algo por debajo de las representaciones, ahí en la capa de la (infra)estructura tecnológica?
Asistimos estos días a una transformación en Twitter gracias a la narración de los hechos por parte de sus principales protagonistas. Entre otros, el magnate Elon Musk, quien recientemente ha comprado la plataforma y ha ejecutado de inmediato varios cambios, empezando por el despido de los equipos de desarrollo encargados de dar forma a la selección y moderación de contenidos. Otra de las medidas que está suscitando polémica es el pago de 8 dólares al mes para acceder a la verificación de cuenta, lo que se premiaría además con mayor visibilidad. Habrá que ver si esta implementación ha llegado para quedarse tras la huída de anunciantes y la migración iniciada por usuarios hacia otros lugares virtuales ante la previsión de que aumente en la plataforma el discurso de odio, la desinformación y los ataques orquestados en nombre, falsamente, de la libertad de expresión. Otro de los protagonistas de estas narraciones es Jack Dorsey, cofundador de Twitter y CEO de la empresa hasta 2021, quien trabaja en la versión beta de una nueva red social, BlueSky, con la que dice pretender popularizar el modelo de redes interoperables y descentralizadas, opuesto al centralizado de la mayoría de las plataformas actuales.
Más allá de la retransmisión en tiempo real de los vaivenes de los multimillonarios, se abre un momento propicio para observar nuevas grietas de posibilidad que hasta hace poco tiempo parecían impensables. ¿Podría ser que la fe ciega de los ricos en la ideología neoliberal, que no entiende de límites del planeta ni de límites de lo social, deje lagunas de seguridad en sus planes de dominación? Las cantidades astronómicas de dinero que arriesgan son calderilla en su mundo, pero ¿puede ser que sin quererlo favorezcan movimientos que pueden ser leídos desde nuestra escala como una renovación de las oportunidades? Nuestra tarea aquí sería la de evitar que el culebrón del Mark Zuckerberg de turno colonice el campo de visión que ofrece nuestra perspectiva y estar, en cambio, atentas a los posibles flujos emancipadores que se derivan de los márgenes de error de sus cálculos.
¿Y si las plataformas y su modelo de explotación basado en la extracción de datos hubieran sido solo un impasse en el proceso de construcción del Internet que finalmente se estabilizará en el futuro? Sin voluntad de caer en una lectura excesivamente naive, hay algunas razones para, por primera vez en mucho tiempo, dibujar un horizonte relativamente optimista en este sentido.
El Fediverso [1], término con el que se denomina a la red de servidores federados e interoperables utilizados para publicar en la web, ya está ahí. Funciona y está resistiendo la avalancha de nuevos usuarios. Mientras las comunidades políticas contemporáneas erosionan sus energías en la batalla por ganar visibilidad e interacciones en la carnicería de las plataformas comerciales, el mundo de los servidores libres va creciendo y ganando adeptos poco a poco. A cada pequeño error de Musk le sigue una fracción de pérdida de credibilidad entre los usuarios y una oleada de migración parcial hacia lugares como Mastodon [2] o a cualquiera de los otros servidores federados e interoperables entre sí que funcionan con el mismo software libre. En las últimas semanas este movimiento parece haberse intensificado. Esta red de microblogging, desarrollada por una entidad sin ánimo de lucro y sobre el protocolo estandarizado impulsado por el World Wide Web Consortium [3], lleva meses acogiendo a una amalgama de usuarios críticos y descontentos con Twitter y a otros simplemente curiosos sobre las posibilidades que el nuevo espacio puede ofrecer.
La primera sensación al entrar en Mastodon es la de una quietud excesiva en comparación con la agitación permanente de Twitter. No sabes bien por dónde empezar. No ves a nadie y da cierta pereza rehacer desde cero la red de contactos que llevas años construyendo. Una vez que das con alguna cuenta activa desde hace un tiempo y que ha ganado cierto nivel de interacción con otros usuarios, puedes empezar a seguir a cuentas de interés y a llenar el feed. Poco a poco vas viendo que también, como en otras redes sociales, se puede buscar contenido por palabras clave y por hashtags, aunque solo vas a encontrar aquel contenido que ya ha pasado por la “instancia” en la que una está dada de alta. “Instancia”, ese nuevo concepto con el que pronto te familiarizas. En este espacio federado los usuarios pueden elegir crear su cuenta en diferentes dominios, llamados instancias, que normalmente dan cobijo a distintas comunidades de intereses. Esto no impide que usuarios dados de alta en instancias diferentes interactúen entre sí. Incluso existen mecanismos para seguir interactuando con usuarios de Twitter y para encontrar en Mastodon a tus seguidores y seguidos, en el caso de que tengan una cuenta allí.
Pese a todas las ayudas que los usuarios están poniendo en marcha para facilitar el proceso, la arquitectura distribuida de los servidores federados, opuesta a la centralizada que actualmente abunda en las plataformas comerciales, genera dudas sobre cómo proceder entre las comunidades que quieren irse y reencontrarse al otro lado. Están siendo semanas de ensayo y error, de incertidumbre, pruebas y serendipias; también de recuperación de la sensación de que Internet es (o debería ser) una red de redes tejida por las personas que la componen. Las visiones nostálgicas de quienes echaban de menos el primer ciberespacio que conocieron en los años 90 conviven con otras más pragmáticas de quienes huyen de una recomendación algorítmica que consideran tóxica, el frenesí de contenido 24/7 y la gresca generalizada de plataformas como Twitter.
Es importante recordar que ni Mastodon ni ninguna tecnología, por muy libre que sea, será capaz por sí misma de frenar riesgos como el de la entrada de intermediarios que quieren comercializar el espacio, la exposición a ataques orquestados o el posible incremento de efectos relacionados con la potencial fragmentación del espacio público, como las cámaras de eco. La federación de instancias de Mastodon, e idealmente sus propios usuarios, tendrán que encontrar la manera más adecuada de atajar en sus dominios éstas y otras amenazas recurrentes en la esfera pública digital. De hecho, ya se conocen buenas prácticas sobre cómo excluir de la red a instancias que promueven mensajes de odio. Más allá de esto, las redes de Mastodon son lo más parecido que existe ahora mismo a unas redes sociales de valor y uso públicos en las que la actividad del usuario no está orientada a la extracción de datos para uso comercial y sí a la garantía de derechos relacionados con la participación segura en la vida pública, como el acceso a la información veraz, la libertad de expresión o la privacidad. En este sentido, cabe destacar la apuesta de la Unión Europea que, a través de un proyecto piloto impulsado por el Supervisor Europeo de Protección de Datos, ha creado dos instancias: una de Mastodon, que contiene perfiles de los principales organismos europeos [4], y otra de Peertube, la alternativa del Fediverso a Youtube, para compartir vídeos oficiales [5].
Mastodon difícilmente reemplazará la función que tiene Twitter en el sistema de medios, al menos no lo hará de manera inmediata. Es posible que ambos espacios convivan y acaben sirviendo a propósitos distintos, quizá complementarios. Sin embargo, es momento de focalizarse en entender (y empujar, si se quiere) las potencias que presenta la situación. Si Mastodon logra aglutinar cierta cantidad y variedad de usuarios activos en sus redes y, con ello, logra desplazar allí la conversación de comunidades y personajes públicos influyentes (políticos, periodistas, académicos, celebrities…), aumentarán las posibilidades de que la propuesta de Mastodon se imponga como estándar y, con ello, de retomar cierto control público-comunitario sobre una parte, aunque sea limitada, de las infraestructuras digitales. Lo que ya, de seguro, se ha inaugurado con las actuales migraciones es una nueva oportunidad de renovar la manera de estar en y de hacer las redes, también de cambiar los estilos y las agendas de las conversaciones que las comunidades quieren tener en el espacio público digital.
En este escenario cambiante, cada día surgen nuevas preguntas en relación a lo que puede pasar en cada uno de los espacios y en el sistema de medios en general. ¿Podrá una red de redes sin ánimo de lucro como Mastodon contar con los suficientes recursos para luchar contra problemas típicos de espacios interactivos concurridos como la desinformación y el acoso en línea? ¿Qué pasará con Twitter? La pérdida de credibilidad que actualmente acumula, ¿se estabilizará en el tiempo? ¿Seguirá siendo una fuente de información relativamente fiable para periodistas? ¿Tendrá éxito el modelo de pago por verificación y visibilidad de cuenta? De ser así, ¿qué efectos tendría sobre la libertad de expresión? ¿Se extenderá el modelo de pago a otras plataformas? Teniendo en cuenta que BlueSky previsiblemente contará con más financiación que Mastodon, ¿serán las sucesivas olas migratorias a Mastodon capaces de desencadenar un efecto red suficiente como para que la alternativa de microblogging del Fediverso se sitúe por encima de BlueSky como referente del modelo de redes descentralizadas? ¿O, en cambio, la interoperabilidad que las caracteriza hará que convivan en relativa igualdad? Vista la apuesta de la UE por Mastodon, ¿se animarán las instituciones europeas a crear una instancia pública en la que cualquiera usuario pueda darse de alta? Y por aventurarnos un poco más allá: ¿sería deseable que Mastodon contara con un modelo de financiación pública y gestión comunitaria que le permita adquirir los recursos suficientes para resolver los retos que presenta su crecimiento y asegurar así que esta alternativa sin ánimo de lucro logra imponerse en un futuro cercano como estándar y referente de las redes sociales descentralizadas e interoperables? Estas y muchas otras preguntas son las que está abriendo el tumulto de estos días en Twitter. Nos vemos en las redes para (intentar) responderlas entre todas.
[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Fediverso
[3] https://blog.joinmastodon.org/2017/09/mastodon-and-the-w3c/
[4] https://social.network.europa.eu/explore
[5] https://tube.network.europa.eu/
*Marta Cambronero - Periodista e investigadora predoctoral en Tecnopolítica - CNSC (IN3-UOC).
La coyuntura tiene la singularidad de ser aquel momento sin el cual no se podrían visualizar ni reflexionar sobre determinados problemas políticos. Pensar la coyuntura implica, decía el epistemólogo crítico Hugo Zemelman, comprender el presente-potencial.
La pregunta que tenemos que hacernos es si preferimos vivir peor para mantener ciertos negocios o apostamos por mejorar la vida y forzar un desplazamiento productivo hacia otros sectores. Claramente lo que tiene que primar es la calidad de vida y lo que tiene que adaptarse es el modelo productivo, no al revés.
«La literatura, para mí, está presente en cada momento, en cada detalle de lo cotidiano, está sucediendo todo el tiempo. Pero, al mismo tiempo, qué difícil es lograr una buena traducción de la vida a las palabras, de la mente a las palabras.»
La guerra en Ucrania sitúa en un primer plano la importante dependencia energética exterior de la UE y aboga por una aceleración en el proceso de transición verde acometida en toda su extensión.
El contexto Covid-19 nos trae un 'horror vacui' diferente, algo más angustiante que la patología psicológica conocida como 'fear of missing out' (FOMO), la posibilidad de que no nos estemos perdiendo nada porque nada está pasando y nada puede pasar.
La serie es un éxito puesto que (re)construye cómo una ideología como la Alt-Right puede llegar a ser hegemónica y lo hace en una dialéctica constante con la realidad que vive la sociedad estadounidense y sus pilares racistas.
Series como 'Succession' sirven para detectar la corrosión del poder, la política y el dinero mientras nos deleitamos con las disfunciones psicológicas de sus protagonistas. Si la serie sirve para cartografiar el capitalismo multinacional es gracias a su efecto de “totalidad”.
En estas líneas comparto con las compañeras y compañeros de España algunas reflexiones sobre las elecciones del pasado 15 y 16 de mayo en Chile y su relación con la rebelión popular que se inició en octubre del 2019. Primeras impresiones que destilan optimismo por los resultados favorables para las fuerzas políticas transformadoras que obtuvieron la mayoría de los escaños en la Convención que redactará la nueva Constitución Política, una Convención con paridad de género y 17 representantes de los pueblos indígenas.
"La pandemia ha enfatizado enormemente una tendencia que ya se estaba dibujando: una condición de miedo a la corporeidad, me atrevería a decir, incluso, una sensibilización fóbica hacia el cuerpo del otro."
Disney no podría habernos ofrecido un simbolismo más explícito de su empresa ideológica: Una casa (propiedad privada) que requiere de nuevas, reformadas y más progresistas, formas dentro de la misma institución (familia) para poder recuperar la magia (herencia).
Más que luchar por una u otra interpretación, una misión muy loable pero que para mí aún es dudosa en el ejercicio de la crítica cultural, la indefinición de lo afectivo nos debe conducir a identificar a qué anhelos desarticulados apela la cultura popular.
La digitalización, que sigue un progreso exponencial según la ley de Moore, permite concebir, incluso a corto plazo, una sociedad en la que las máquinas realicen la mayor parte de las tareas, dejando a los humanos mucho tiempo para el autodesarrollo.
No es nuevo decir que, tras décadas de neoliberalismo, la responsabilidad sobre el empleo descansa cada vez más sobre los propios individuos. Cada vez son más los programas educativos que añaden en sus currículos una nueva y apetecible competencia: la empleabilidad.
El verano y las vacaciones se agotan, y también el tiempo libre para dedicar a la lectura, al cine o simplemente a no hacer nada. En el IECCS hemos recopilado algunos títulos de ensayos, novelas, películas y documentales para que puedas disfrutarlas durante el mes de agosto.
El miedo de no saber qué demonios va a pasar con nuestra vida y con la de aquellos que queremos. El miedo de mirar al futuro y no saber qué esperar. El miedo de no ver un horizonte de posibilidad, sino un muro tras el cual no sabemos qué se esconde.
La idea de la compulsión a la repetición es muy poderosa y ha calado profundamente en nuestra cultura. Me gustaría argumentar que, históricamente, el marxismo ha experimentado cuatro neurosis importantes: la neurosis económica, la neurosis filosófica, la neurosis histórica y la neurosis cultural.
Cabe cuestionarse si a estos "liberales" alguna vez les importó algo más que su persona, si aquella condescendencia de clase no supone en realidad un brillante ejemplo de conciencia de clase –de clase privilegiada, por supuesto– a la que le duró demasiado el disfraz democrático y popular.
En este marco el ámbito de la cultura cobra especial importancia en la consecución de la hegemonía, proceso a través del cual se universalizan intereses y afectos, en palabras de Gramsci, “la conquista del poder cultural es previa a la del poder político”.
Este texto se publica en el marco del debate que tuvo lugar en el seminario "Marx y El Capital en el mundo contemporáneo" entre Jesús Rodríguez y Manuel Romero a propósito del lugar de lo político en la teoría marxista.
Los nuevos periodistas crecen sabiendo que su futuro es un campo de minas, estudian una carrera muy mal estructurada y muy exigente y, como recompensa a todo ese aguante, obtienen un puesto mal remunerado, tremendamente esclavo y, por supuesto, inestable y frágil.
¿En qué se debe basar, entonces, nuestro hacer político y sus distintos modos? He aquí la pregunta fundamental. La respuesta por la que aquí apostamos es la autonomía, la capacidad del grupo para dotarse de sus propias reglas independientemente de factores externos.
Este texto es un informe presentado el 20 de enero de 2017 en el marco de la sesión ¿Quiénes son los comunistas? de la Conferencia de Roma sobre el Comunismo. Fue publicado originalmente en italiano con el título Chi sono i comunisti en la página web del colectivo Euronomade, y traducido ahora al castellano por Manuel Romero.
El video presidencial en inglés siguen revelando datos importantes del relato que el gobierno está cocinando, en él se resignifican dos de las imágenes con las que se ha caracterizado al régimen uribista de Duque: la del títere y la del hombre desconectado de la realidad.
Las tesis que reproducimos a continuación fueron escritas por Bertolt Brecht en los años treinta, en el marco del debate con Gyorg Lukács sobre la definición de «realismo» en la literatura y el arte, así como el empleo del mismo por los artistas antifascistas.
«Leí tu libro la semana pasada y me sentí como si saliera a tomar aire después de pasar mucho tiempo bajo el agua. Me gustaría agradecerle de todo corazón que haya expresado de forma tan elocuente casi todo lo que había que decir, y que haya proporcionado una razón para la esperanza, cuando yo estaba a punto de desesperar.»
Como dice Eva Illouz en el prólogo del libro de Horvat, parece que el capitalismo nos ha arrebatado la capacidad de amar de manera radical. Nos encontramos ante la imposibilidad de replantear un concepto que parece haber quedado diluido entre las crisis del neoliberalismo.
¿No hay algo profundamente sospechoso en reflejar del lado de lo plebeyo la responsabilidad última del fascismo? ¿Por qué no encontramos, del lado de las élites, una imagen que pudiera tener el mismo peso simbólico? No es casual que el pueblo aparezca como el lugar de una sospecha y las élites queden, astutamente, sustraídas de la escena.
Con el verano liberamos algo de tiempo libre para dedicar a la lectura, al cine o simplemente a no hacer nada. En el IECCS hemos recopilado algunos títulos de ensayos y novelas para que podáis disfrutarlas durante el mes de agosto, y hacer así algo más ameno este calor insufrible.
Realismo capitalista es –haciendo de lo complejo sencillez y de las respuestas fáciles preguntas difíciles– una de las grandes obras políticas de nuestro siglo, la que emite algunas lecciones fácilmente numerables para las políticas del “deseo poscapitalista” en el siglo XXI.
La crítica política y social se consiguió transmitir desde la crítica cultural, en una alianza estética de raigambre nietzscheana en la que la música era un elemento de transformación radical. Este nuevo paradigma no había sido aprovechado por la izquierda tradicional, que dejó pasar el impulso que esta revolución cultural había traído.
Si ya no vemos igual, ni desde los mismos dispositivos, si cada vez hay más oferta de productos audiovisuales y el fútbol no mueve ficha, corre el riesgo de quedarse fuera de los nuevos mercados del consumo audiovisual.
Hoy más que nunca necesitamos disponer de horizontes de futuro confiables, asegurar nuestras vidas -y no para cualquier forma de vida, sino para una que valga la pena ser vivida- como condición de posibilidad de cualquier forma de libertad política (pues sabemos que sin seguridad y confianza en el porvenir no hay libertad sino miedo y servidumbre).
En medio de una pandemia mundial -donde el proceso productivo neoliberal en el que ya vivíamos condiciona nuestra manera de sentir, relacionarnos y también curarnos-lo último que se permite es adolecer. Nuestras pérdidas son rápidas, ocultadas, secretas, dejan un duelo mudo, pero igual de profundo, es un duelo arrebatado.
Si el ecologismo desea tener una incidencia real en las disputas políticas del futuro inmediato (y es imprescindible que la tenga) no puede pasar por alto las peculiaridades y temporalidades de las diversas esferas de lo humano.
Pese a que son siglos lo que nos separa de los escritos de Burke, su definición de lo sublime parece ajustarse al milímetro a la situación actual, y nos da las claves para entender por qué podemos experimentar placer estético en las consecuencias de una pandemia.
Aquí las respuestas que nos ha dado Santiago Alba Rico, escritor, ensayista y filósofo, autor, entre otros, de Las reglas del caos. Apuntes para una antropología del mercado (Anagrama, 1995), Leer con niños (Caballo de Troya, 2007), Islamofobia: nosotros, los otros, el miedo (Icaria, 2015) y Ser o no ser (un cuerpo) (Seix Barral, 2017).
El pensamiento de Davis, como buen materialista y marxista, operaba en continuo diálogo con el ruido del presente, con sus obstáculos, sus rugosidades y pliegues, sus pervivencias, sus proyecciones y posibilidades.
Creo que hay pocas definiciones más hermosas de democracia que aquella que reconoce no ser más que el esfuerzo que realizamos conjuntamente para definir a oscuras, acompañado por otros tan ciegos como nosotros mismos, qué es bueno y qué es malo.
«Muchas personas dicen que la experiencia de haber participado en un laboratorio ciudadano les cambió la vida»
La transformación digital sigue hoy una dirección marcada por las políticas del momento, que favorecen la concentración empresarial, la extracción masiva y la acumulación de poder. Pero, como sucedió a principios del siglo pasado, estos criterios políticos pueden cambiarse.
'Los olvidados. Ficción de un proletariado reaccionario' no es un libro más, descubre el hilo común del pensamiento reaccionario contemporáneo y, a la vez, hace un ejercicio de arqueología brillante para responder a las entelequias de un obrerismo que pretende invocar a una clase obrera que jamás existió.
El necro-liberalismo asume de forma explícita y obscena la imposibilidad de conjugar el mantenimiento de la vida con el mantenimiento del orden político y económico, de ahí que se caracterice por hacer gala y enarbolar sin complejo alguno la bandera del desprecio a la vida.
La afirmación de Wittgenstein de que no existe “aplicación” de una regla porque la instancia de aplicación es interna a la propia regla y, como consecuencia, la transforma, es totalmente válida como principio rector para escribir una tesis.
En suma, Mercado y Estado no son términos antitéticos, sino necesariamente complementarios. Pero decimos más: no se trata sólo de considerar que ambas realidades son dependientes históricamente, sino de enfatizar que sus componentes estructurales están tan sumamente involucrados que sus contornos llegan a hacerse borrosos, hasta el punto de confundirse.
Somos mucho más rentables como espectadores-consumidores de contenido en plataformas ya que, si la televisión entraba en nuestra casa para ofrecernos entretenimiento a cambio de un porcentaje de tiempo invertido en publicidad, esta nueva forma de extracción de beneficios entra directamente en nuestro cuerpo, para buscar beneficios en los datos derivados de nuestro comportamiento.
Este artículo fue publicado originalmente por Stuart Hall en la revista Universities & Left Review, en el otoño de 1958, un momento en el que las transformaciones del capitalismo y de la izquierda después de la Segunda Guerra Mundial estaban cambiando Gran Bretaña y el mundo para siempre. La traducción al español es de Manuel Romero.
Al igual que los Shelby, podemos contemplar nuestras sociedades y afirmar que las élites son despiadadas, crueles e insolidarias. Sin embargo, conviene separarse de ellos a la hora de configurar el futuro a perseguir, uno en el que no quepan egoísmos narcisistas ni tradiciones opresoras.
Habitualmente se entiende que la ciencia ficción, precisamente por su carácter especulativo, es un género con una relación particular con el progresismo y la izquierda. Sin que esto sea necesariamente falso, la realidad es que la historia del género está llena de grandes figuras y obras notables con relación directa con posturas reaccionarias e incluso con el fanatismo religioso.
La camaradería es el resultado de la solidaridad, del compromiso y de la disciplina. Es una práctica compleja, en la que se fracasa una vez para levantarse y fracasar mejor. A veces puede ser asfixiante, pero la mayor parte de las veces es liberadora. Somos nosotres en un sentido colectivo.
¿tan importante es la relación que se da entre el mundo de lo lleno y de lo vaciado? Parece probable que sí, que sea necesario todo este despliegue orientado a disimular la naturaleza conflictiva de las relaciones sociales de lo vaciado, hacia dentro y hacia fuera, sobre todo porque todos los sujetos implicados arriesgan mucho en este juego.
En el sistema semiológico de Barthes el mito se presenta como una potencia naturalizadora, una herramienta de normalización. Por eso, en su descripción de las lógicas de funcionamiento del mito hay todo un intento de impugnar la normalidad de los quehaceres cotidianos
Hay una creencia generalizada de que el progreso de la ciencia es imparable y de que la tecnología todo lo puede. No cabe en nuestras mentes, pero especialmente en la de nuestros gobernantes, que pueda haber límites biofísicos y energéticos a lo que somos capaces de hacer
«Es necesario un nuevo movimiento internacionalista y pacifista que en los diferentes países movilice los intereses de las grandes mayorías, que exija la toma de acciones para prevenir conflictos, y en particular que se pongan fuertes límites a las armas nucleares.»
El valor de los libros de Peter Frase, Olin Wright y Aaron Bastani reside en su capacidad para darle la vuelta al famoso dictum de Jameson e imaginar que el neoliberalismo no existe. Hay una potencia afirmativa en esa negación que no es una cuestión menor.
En definitiva, en el Manifiesto la ciencia le habla a la política como un cliente exigente que demanda aquellos servicios por los que paga. Esta posición no es nueva. Viene construyéndose desde hace décadas, en especial desde el mercado hacia el Estado.
¿Qué pasa si dejamos de considerar a la propiedad como algo sagrado y “permanente”, que incluso trasciende al individuo (y su supuesto esfuerzo) hasta sus herederos, y empezamos a considerar que esta es imposible sin un complejo sistema de relaciones sociales colectivas que la sostiene desde su origen?
A pesar de la omnipresencia de este debate, es necesario cubrir una carencia fundamental de la mayoría de estos discursos: rebatir el desdén generalizado ––en gran parte de las ocasiones automático; en otras sencillamente visceral–– hacia la nostalgia y, en consecuencia, hacia su poso melancólico.
Gorriti es Filósofa, becaria doctoral CONICET y docente de la UNC. Autora de Nicos Poulantzas: una teoría materialista del Estado (Doble ciencia). Farrán es Filósofo, Investigador CONICET y docente de posgrado (Universidad Nacional de Córdoba). Autor de Badiou y Lacan: el anudamiento del sujeto (Prometeo), Nodal. Método, estado, sujeto (La cebra) y Nodaléctica (La Cebra).
Las comunidades no se pueden descontextualizar de los modos de producción en las que están insertas, de las transformaciones que se producen y en las que son producidas por seres humanos en el paso de sus vidas.
Hemos lanzado una batería de preguntas a distintos pensadores y pensadoras con el fin de acercarnos a un análisis no tanto de la crisis del coronavirus en sí, como de los distintos escenarios de futuro a que nos puede conducir su salida. Aquí las respuestas que nos ha dado Luciana Cadahia, filósofa argentina, autora de Mediaciones de lo sensible. Hacia una nueva economía crítica de los dispositivos (FCE, 2017) y El círculo mágico del Estado (Lengua de Trapo, 2019).
De un tiempo a esta parte me interesan las figuraciones de clase. Historias que reivindican las formas de vida obreras, ficciones que no esencializan ni se edifican en el antagonismo social y que de algún modo liberan a la literatura obrera de sus tareas históricas.
Como defendió Matt Colquhoun recientemente en su blog, la serie no es el capitalismo avanzando a través de la apropiación del sentimiento anticapitalista sino el sentimiento anticapitalista avanzando a través de la apropiación del capitalismo.
Actualmente el debate se ha simplificado a partir de la categoría de "lo posmo", de manera que si te preocupa lo estético para construirte como sujeto, parece que estás abandonando la lucha de clases.
Si necesitamos pensar lo que nos está ocurriendo, ¿no sería importante que reflexionáramos sobre si lo que está sucediendo solo corrobora nuestras categorías y plantillas previas o si marca una diferencia aún por establecer?