La camaradería es el resultado de la solidaridad, del compromiso y de la disciplina. Es una práctica compleja, en la que se fracasa una vez para levantarse y fracasar mejor. A veces puede ser asfixiante, pero la mayor parte de las veces es liberadora. Somos nosotres en un sentido colectivo.
Mark Ashton: Yo crecí en Irlanda del Norte, sé lo que pasa cuando las personas no se hablan. Y por esa razón no he entendido nunca de qué sirve luchar por los derechos de los gays pero no de los demás. Es como defender a los obreros, pero no a las mujeres. Me parece ilógico.
Dai Donovan: En el centro de asistencia hay un estandarte que tiene más de cien años. Lo sacamos para las ocasiones especiales. algún día te lo enseñaré. Es un símbolo así, [extiende su mano] ¿ves? [Mark le toma la mano] dos manos. Es lo que significa el movimiento obrero o debería significar. Tú me apoyas a mí, yo te apoyo a ti. Seas quien seas, vengas de donde vengas, hombro con hombro, mano con mano.
En su breve y certero Comrade. An essay on political belonging, Jodi Dean plantea que camaradas son aquelles con les cuales puedes contar, con les que compartes una ideología lo suficientemente común, y suficiente compromiso con unos principios y metas comunes para llevar adelante algo más que acciones puntuales. Más aún, camaradas son aquelles con les que se puede contar incluso aunque no te lleves bien o estés en desacuerdo en algunos puntos. Camaradas son aquelles con quienes pelear la larga lucha.
La camaradería es el resultado de la solidaridad, del compromiso y de la disciplina. De la creencia compartida en un mañana mejor que empieza a construirse efectivamente/afectivamente hoy. Sostenerse en común. Cuidarse comunizadamente. Es una práctica compleja, en la que se fracasa una vez para levantarse y fracasar mejor. A veces puede ser asfixiante, pero la mayor parte de las veces es liberadora. Somos nosotres en un sentido colectivo.
La camaradería está en riesgo permanente. Si la disciplina falla, puedes dejar a tus camaradas en la estacada en un momento que siempre se presentará como crucial. Si falla el compromiso, el cinismo impregna la vida cotidiana y genera un clima de desconfianza entre camaradas que ya no saben cuál sería la larga lucha por mucho que esté siempre en sus labios. Si falla la solidaridad, excluiremos a las nuestras de nuestros espacios, incapaces de aceptar la heterogeneidad de vidas que componen la clase trabajadora y las relaciones de poder que se originan entre ellas. La camaradería es una práctica de riesgo permanente.
El capitalismo nos marca las vidas que merecen ser lloradas y las vidas que no. Las que nos deben levantar ternura y las que deben ser despreciadas por miserables. Las relaciones sociales que se generan, históricas y cambiantes, implican una norma –«sentido común»– y exclusiones –«A los errores se los odia más que a los enemigos. Los errores no se rinden como los enemigos. No existe un error derrotado. Los errores existen o no existen, y si existen, han de ser escondidos. Somos su gran error, King. Nunca lo olvides».
Tomarse las manos y avanzar juntes. Apoyarse en el hombro de quien tienes al lado. Reír o llorar en la línea de piquete. En el cordón delante del portal de quienes van a ser desahuciades. En la asamblea de barrio preparando el orgullo crítico, el octubre trans, la marcha de personas racializadas contra el 12-O, el orgullo loco, la defensa de la fábrica que cierra y deja a nuestra vecina sin trabajo. Tomarse las manos y avanzar juntes, sin distinción de a quién tienes al lado, demostrando en la práctica que desde la solidaridad y el compromiso se puede vivir con la diferencia en el siglo XXI. Vamos por buen camino, señor Stuart Hall, aunque perdamos en todo lo demás.
Le militante comunista Leslie Feinberg nos mostró a Duffy en Stone Butch Blues. Duffy es un sindicalista, un hombre cishetero y que, presumiblemente, sería blanco. Excepto por la clase social, el «privilegio» hecho carne. Otro día hablaremos de «privilegios» y «privilegiados». Duffy podría pasar toda la novela como un personaje-espectador. Un figurante plano detrás de todos los acontecimientos que marcan la vida de Jess –le protagonista– como persona transgénero. Pero la vida de Jess está atravesada por su clase social y por vender su fuerza de trabajo. Y ahí es donde Feinberg nos marca los mecanismos de la solidaridad, el compromiso y la disciplina que hacen de Duffy un camarada para Jess, aunque elle no lo vea desde un principio. Duffy la caga, Duffy aprende, Duffy duda, Duffy tiene una mano siempre tendida a Jess «Así ¿ves? Dos manos. Es lo que significa el movimiento obrero o debería significar.» Duffy entiende que como camarada de Jess sus problemas son compartidos, que hay lo suficiente en común para pelear juntes la larga lucha. Lo demás se puede aprender y llorar juntes. Porque de eso va también la camaradería, de hacer nuestra la herida de les demás.
Dai Donovan no es solo un personaje de ficción en Pride. Dai Donovan existió, y apretó en vida la mano de Mark Ashton. Aunque el Dai Donovan construido en Pride es un personaje de ficción que ejemplifica, como Duffy en Stone Butch Blues, la superación del «sentido común» capitalista. Es otro sindicalista cishetero blanco que se subió a un escenario para agradecer a unas marikas la ayuda a su comunidad. Es otro sindicalista cishetero blanco que superó su particularismo desde la solidaridad con las oprimidas por su disidencia sexual.
Duffy y Dai entienden que todes aquelles que luchan contra la explotación y la opresión a la que el capital somete las vidas son sus camaradas. Y lo entienden desde un lugar diferente a la simple negatividad («me da igual con quien folles, me da igual tu color de piel, etc.»). Reafirman la aceptación de la diferencia y luchan por ella dentro de la clase obrera. Entienden la diversidad de experiencias y luchan por hacerlas comunes. Para ello preguntan, aprenden, crean espacios de encuentros improbables donde construir una historia común. «La comunicación es, según Raymond Williams, la transformación de la experiencia única en experiencia común y con ello una “pretensión de vida”». Hoy se esforzarían por decir todes. No nos quepa duda.
Pongamos un tono más personal. Año 2005. Madrid. Un amigo se acerca y le dice al otro que se ponga los cascos «por fin tengo una canción de rap que te va a flipar». El otro le mira con sorna: «dedicado a las madres con jornadas de 20 horas. Dedicado al explotado, no al que explota, dedicado al que friega suelos, a la que sirve copas.» Algo conecta en el otro, que piensa en su madre limpiando casas y cuidando niñes. En las historias de su abuela sobre subirse a un taburete para fregar los platos con seis años, sobre la vida en 2005 de su abuela limpiando las casas de la pequeña burguesía con 70. El otro reconoce su odio de clase en lo que está escuchando. Pese a estar creciendo en un contexto de clase media, el otro encuentra su experiencia particular en la estructura de sentimientos de esa canción. Se convierte en común. Hay un nosotres para el otro. La politización ya estaba –«no más 11-M»–, ahora hay reconocimiento.
Esta historia no es particular. La he compartido muchas veces con mucha gente que escucha o ha escuchado Los chikos del maíz. Entre aquel primer momento y hoy, 17 años después, hemos vivido demasiadas cosas: Miedo y asco en Valencia, el asesinato de Carlos, geometría y angustia, la crisis de 2008, conciertos en las fiestas del PCE, salir corriendo de una asamblea en el 15-M para pillar Pasión de talibanes en la Tipo de Montera, colaborar en la organización del Irreductibles fest y sus idas y venidas hasta la cancelación en la Traba y toda una serie de situaciones surrealistas con Nora, los pogos de Riot Propaganda, las marchas de la dignidad, «el miedo va a cambiar de bando», Podemos y su hipótesis populista, desencuentros políticos, «cultura y compromiso», el hambre, comanchería, el Wizink. Ha sido toda una vida.
Y ahora, Yes future. Y alumbran el camino Pier Paolo y Leslie Feinberg. Y la han cagado con letras machistas y cargadas de «patriarcado» … Pero no se han equivocado de trinchera. No se han equivocado de enemigo. En la vida necesitamos muchos Duffys, muchos Dais. Necesitamos camaradas; para construir(nos) un mañana mejor. Sostenernos en común. Cuidarnos comunizadamente. Para fracasar una vez y levantarse para fracasar mejor. Liberarnos para vencer.
*Para mi tovarich Iván, quien me enseña cotidianamente el significado de la palabra camarada y a quien ya no sé todo lo que debo. Para Ana, por su paciencia, por su cotidianeidad. Para Manu y nuestros dolores compartidos. Para mis camaradas de Rojo del Arcoíris, porque todo lo aceptable, merece perecer.
«No sé qué hace falta para cambiar el mundo. ¿Pero no podríamos juntarnos para descubrirlo? ¿No seríamos más fuertes? ¿No existe la manera de que todos luchemos en las batallas del resto para que no estemos siempre solos?»
Disney no podría habernos ofrecido un simbolismo más explícito de su empresa ideológica: Una casa (propiedad privada) que requiere de nuevas, reformadas y más progresistas, formas dentro de la misma institución (familia) para poder recuperar la magia (herencia).
En estas líneas comparto con las compañeras y compañeros de España algunas reflexiones sobre las elecciones del pasado 15 y 16 de mayo en Chile y su relación con la rebelión popular que se inició en octubre del 2019. Primeras impresiones que destilan optimismo por los resultados favorables para las fuerzas políticas transformadoras que obtuvieron la mayoría de los escaños en la Convención que redactará la nueva Constitución Política, una Convención con paridad de género y 17 representantes de los pueblos indígenas.
Al igual que los Shelby, podemos contemplar nuestras sociedades y afirmar que las élites son despiadadas, crueles e insolidarias. Sin embargo, conviene separarse de ellos a la hora de configurar el futuro a perseguir, uno en el que no quepan egoísmos narcisistas ni tradiciones opresoras.
¿No hay algo profundamente sospechoso en reflejar del lado de lo plebeyo la responsabilidad última del fascismo? ¿Por qué no encontramos, del lado de las élites, una imagen que pudiera tener el mismo peso simbólico? No es casual que el pueblo aparezca como el lugar de una sospecha y las élites queden, astutamente, sustraídas de la escena.
Las comunidades no se pueden descontextualizar de los modos de producción en las que están insertas, de las transformaciones que se producen y en las que son producidas por seres humanos en el paso de sus vidas.
Si necesitamos pensar lo que nos está ocurriendo, ¿no sería importante que reflexionáramos sobre si lo que está sucediendo solo corrobora nuestras categorías y plantillas previas o si marca una diferencia aún por establecer?
Hoy más que nunca necesitamos disponer de horizontes de futuro confiables, asegurar nuestras vidas -y no para cualquier forma de vida, sino para una que valga la pena ser vivida- como condición de posibilidad de cualquier forma de libertad política (pues sabemos que sin seguridad y confianza en el porvenir no hay libertad sino miedo y servidumbre).
Como dice Eva Illouz en el prólogo del libro de Horvat, parece que el capitalismo nos ha arrebatado la capacidad de amar de manera radical. Nos encontramos ante la imposibilidad de replantear un concepto que parece haber quedado diluido entre las crisis del neoliberalismo.
Creo que hay pocas definiciones más hermosas de democracia que aquella que reconoce no ser más que el esfuerzo que realizamos conjuntamente para definir a oscuras, acompañado por otros tan ciegos como nosotros mismos, qué es bueno y qué es malo.
«Leí tu libro la semana pasada y me sentí como si saliera a tomar aire después de pasar mucho tiempo bajo el agua. Me gustaría agradecerle de todo corazón que haya expresado de forma tan elocuente casi todo lo que había que decir, y que haya proporcionado una razón para la esperanza, cuando yo estaba a punto de desesperar.»
Somos mucho más rentables como espectadores-consumidores de contenido en plataformas ya que, si la televisión entraba en nuestra casa para ofrecernos entretenimiento a cambio de un porcentaje de tiempo invertido en publicidad, esta nueva forma de extracción de beneficios entra directamente en nuestro cuerpo, para buscar beneficios en los datos derivados de nuestro comportamiento.
En el sistema semiológico de Barthes el mito se presenta como una potencia naturalizadora, una herramienta de normalización. Por eso, en su descripción de las lógicas de funcionamiento del mito hay todo un intento de impugnar la normalidad de los quehaceres cotidianos
¿Qué pasa si dejamos de considerar a la propiedad como algo sagrado y “permanente”, que incluso trasciende al individuo (y su supuesto esfuerzo) hasta sus herederos, y empezamos a considerar que esta es imposible sin un complejo sistema de relaciones sociales colectivas que la sostiene desde su origen?
'Los olvidados. Ficción de un proletariado reaccionario' no es un libro más, descubre el hilo común del pensamiento reaccionario contemporáneo y, a la vez, hace un ejercicio de arqueología brillante para responder a las entelequias de un obrerismo que pretende invocar a una clase obrera que jamás existió.
Con el verano liberamos algo de tiempo libre para dedicar a la lectura, al cine o simplemente a no hacer nada. En el IECCS hemos recopilado algunos títulos de ensayos y novelas para que podáis disfrutarlas durante el mes de agosto, y hacer así algo más ameno este calor insufrible.
Si ya no vemos igual, ni desde los mismos dispositivos, si cada vez hay más oferta de productos audiovisuales y el fútbol no mueve ficha, corre el riesgo de quedarse fuera de los nuevos mercados del consumo audiovisual.
Como defendió Matt Colquhoun recientemente en su blog, la serie no es el capitalismo avanzando a través de la apropiación del sentimiento anticapitalista sino el sentimiento anticapitalista avanzando a través de la apropiación del capitalismo.
«Es necesario un nuevo movimiento internacionalista y pacifista que en los diferentes países movilice los intereses de las grandes mayorías, que exija la toma de acciones para prevenir conflictos, y en particular que se pongan fuertes límites a las armas nucleares.»
La pregunta que tenemos que hacernos es si preferimos vivir peor para mantener ciertos negocios o apostamos por mejorar la vida y forzar un desplazamiento productivo hacia otros sectores. Claramente lo que tiene que primar es la calidad de vida y lo que tiene que adaptarse es el modelo productivo, no al revés.
Este texto se publica en el marco del debate que tuvo lugar en el seminario "Marx y El Capital en el mundo contemporáneo" entre Jesús Rodríguez y Manuel Romero a propósito del lugar de lo político en la teoría marxista.
Series como 'Succession' sirven para detectar la corrosión del poder, la política y el dinero mientras nos deleitamos con las disfunciones psicológicas de sus protagonistas. Si la serie sirve para cartografiar el capitalismo multinacional es gracias a su efecto de “totalidad”.
Los nuevos periodistas crecen sabiendo que su futuro es un campo de minas, estudian una carrera muy mal estructurada y muy exigente y, como recompensa a todo ese aguante, obtienen un puesto mal remunerado, tremendamente esclavo y, por supuesto, inestable y frágil.
La digitalización, que sigue un progreso exponencial según la ley de Moore, permite concebir, incluso a corto plazo, una sociedad en la que las máquinas realicen la mayor parte de las tareas, dejando a los humanos mucho tiempo para el autodesarrollo.
El valor de los libros de Peter Frase, Olin Wright y Aaron Bastani reside en su capacidad para darle la vuelta al famoso dictum de Jameson e imaginar que el neoliberalismo no existe. Hay una potencia afirmativa en esa negación que no es una cuestión menor.
El contexto Covid-19 nos trae un 'horror vacui' diferente, algo más angustiante que la patología psicológica conocida como 'fear of missing out' (FOMO), la posibilidad de que no nos estemos perdiendo nada porque nada está pasando y nada puede pasar.
Habitualmente se entiende que la ciencia ficción, precisamente por su carácter especulativo, es un género con una relación particular con el progresismo y la izquierda. Sin que esto sea necesariamente falso, la realidad es que la historia del género está llena de grandes figuras y obras notables con relación directa con posturas reaccionarias e incluso con el fanatismo religioso.
Hemos lanzado una batería de preguntas a distintos pensadores y pensadoras con el fin de acercarnos a un análisis no tanto de la crisis del coronavirus en sí, como de los distintos escenarios de futuro a que nos puede conducir su salida. Aquí las respuestas que nos ha dado Luciana Cadahia, filósofa argentina, autora de Mediaciones de lo sensible. Hacia una nueva economía crítica de los dispositivos (FCE, 2017) y El círculo mágico del Estado (Lengua de Trapo, 2019).
¿Y si las plataformas y su modelo de explotación basado en la extracción de datos hubieran sido solo un impasse en el proceso de construcción del Internet que finalmente se estabilizará en el futuro?
El pensamiento de Davis, como buen materialista y marxista, operaba en continuo diálogo con el ruido del presente, con sus obstáculos, sus rugosidades y pliegues, sus pervivencias, sus proyecciones y posibilidades.
Este artículo fue publicado originalmente por Stuart Hall en la revista Universities & Left Review, en el otoño de 1958, un momento en el que las transformaciones del capitalismo y de la izquierda después de la Segunda Guerra Mundial estaban cambiando Gran Bretaña y el mundo para siempre. La traducción al español es de Manuel Romero.
El video presidencial en inglés siguen revelando datos importantes del relato que el gobierno está cocinando, en él se resignifican dos de las imágenes con las que se ha caracterizado al régimen uribista de Duque: la del títere y la del hombre desconectado de la realidad.
Realismo capitalista es –haciendo de lo complejo sencillez y de las respuestas fáciles preguntas difíciles– una de las grandes obras políticas de nuestro siglo, la que emite algunas lecciones fácilmente numerables para las políticas del “deseo poscapitalista” en el siglo XXI.
De un tiempo a esta parte me interesan las figuraciones de clase. Historias que reivindican las formas de vida obreras, ficciones que no esencializan ni se edifican en el antagonismo social y que de algún modo liberan a la literatura obrera de sus tareas históricas.
Las tesis que reproducimos a continuación fueron escritas por Bertolt Brecht en los años treinta, en el marco del debate con Gyorg Lukács sobre la definición de «realismo» en la literatura y el arte, así como el empleo del mismo por los artistas antifascistas.
¿tan importante es la relación que se da entre el mundo de lo lleno y de lo vaciado? Parece probable que sí, que sea necesario todo este despliegue orientado a disimular la naturaleza conflictiva de las relaciones sociales de lo vaciado, hacia dentro y hacia fuera, sobre todo porque todos los sujetos implicados arriesgan mucho en este juego.
En este marco el ámbito de la cultura cobra especial importancia en la consecución de la hegemonía, proceso a través del cual se universalizan intereses y afectos, en palabras de Gramsci, “la conquista del poder cultural es previa a la del poder político”.
Este texto es un informe presentado el 20 de enero de 2017 en el marco de la sesión ¿Quiénes son los comunistas? de la Conferencia de Roma sobre el Comunismo. Fue publicado originalmente en italiano con el título Chi sono i comunisti en la página web del colectivo Euronomade, y traducido ahora al castellano por Manuel Romero.
Pese a que son siglos lo que nos separa de los escritos de Burke, su definición de lo sublime parece ajustarse al milímetro a la situación actual, y nos da las claves para entender por qué podemos experimentar placer estético en las consecuencias de una pandemia.
El verano y las vacaciones se agotan, y también el tiempo libre para dedicar a la lectura, al cine o simplemente a no hacer nada. En el IECCS hemos recopilado algunos títulos de ensayos, novelas, películas y documentales para que puedas disfrutarlas durante el mes de agosto.
La afirmación de Wittgenstein de que no existe “aplicación” de una regla porque la instancia de aplicación es interna a la propia regla y, como consecuencia, la transforma, es totalmente válida como principio rector para escribir una tesis.
Cabe cuestionarse si a estos "liberales" alguna vez les importó algo más que su persona, si aquella condescendencia de clase no supone en realidad un brillante ejemplo de conciencia de clase –de clase privilegiada, por supuesto– a la que le duró demasiado el disfraz democrático y popular.
La coyuntura tiene la singularidad de ser aquel momento sin el cual no se podrían visualizar ni reflexionar sobre determinados problemas políticos. Pensar la coyuntura implica, decía el epistemólogo crítico Hugo Zemelman, comprender el presente-potencial.
El duelo, mientras haya recuerdo, afecto, es inevitable. La cuestión consiste en hacer un duelo sano, que sea llevable, en una existencia y una pérdida de la que el sujeto sea capaz de hacerse cargo.
El miedo de no saber qué demonios va a pasar con nuestra vida y con la de aquellos que queremos. El miedo de mirar al futuro y no saber qué esperar. El miedo de no ver un horizonte de posibilidad, sino un muro tras el cual no sabemos qué se esconde.
Gorriti es Filósofa, becaria doctoral CONICET y docente de la UNC. Autora de Nicos Poulantzas: una teoría materialista del Estado (Doble ciencia). Farrán es Filósofo, Investigador CONICET y docente de posgrado (Universidad Nacional de Córdoba). Autor de Badiou y Lacan: el anudamiento del sujeto (Prometeo), Nodal. Método, estado, sujeto (La cebra) y Nodaléctica (La Cebra).
Actualmente el debate se ha simplificado a partir de la categoría de "lo posmo", de manera que si te preocupa lo estético para construirte como sujeto, parece que estás abandonando la lucha de clases.
No es nuevo decir que, tras décadas de neoliberalismo, la responsabilidad sobre el empleo descansa cada vez más sobre los propios individuos. Cada vez son más los programas educativos que añaden en sus currículos una nueva y apetecible competencia: la empleabilidad.
¿En qué se debe basar, entonces, nuestro hacer político y sus distintos modos? He aquí la pregunta fundamental. La respuesta por la que aquí apostamos es la autonomía, la capacidad del grupo para dotarse de sus propias reglas independientemente de factores externos.
«La literatura, para mí, está presente en cada momento, en cada detalle de lo cotidiano, está sucediendo todo el tiempo. Pero, al mismo tiempo, qué difícil es lograr una buena traducción de la vida a las palabras, de la mente a las palabras.»
«Muchas personas dicen que la experiencia de haber participado en un laboratorio ciudadano les cambió la vida»
La crítica política y social se consiguió transmitir desde la crítica cultural, en una alianza estética de raigambre nietzscheana en la que la música era un elemento de transformación radical. Este nuevo paradigma no había sido aprovechado por la izquierda tradicional, que dejó pasar el impulso que esta revolución cultural había traído.
Si el ecologismo desea tener una incidencia real en las disputas políticas del futuro inmediato (y es imprescindible que la tenga) no puede pasar por alto las peculiaridades y temporalidades de las diversas esferas de lo humano.
En medio de una pandemia mundial -donde el proceso productivo neoliberal en el que ya vivíamos condiciona nuestra manera de sentir, relacionarnos y también curarnos-lo último que se permite es adolecer. Nuestras pérdidas son rápidas, ocultadas, secretas, dejan un duelo mudo, pero igual de profundo, es un duelo arrebatado.
Aquí las respuestas que nos ha dado Santiago Alba Rico, escritor, ensayista y filósofo, autor, entre otros, de Las reglas del caos. Apuntes para una antropología del mercado (Anagrama, 1995), Leer con niños (Caballo de Troya, 2007), Islamofobia: nosotros, los otros, el miedo (Icaria, 2015) y Ser o no ser (un cuerpo) (Seix Barral, 2017).
La serie es un éxito puesto que (re)construye cómo una ideología como la Alt-Right puede llegar a ser hegemónica y lo hace en una dialéctica constante con la realidad que vive la sociedad estadounidense y sus pilares racistas.
A pesar de la omnipresencia de este debate, es necesario cubrir una carencia fundamental de la mayoría de estos discursos: rebatir el desdén generalizado ––en gran parte de las ocasiones automático; en otras sencillamente visceral–– hacia la nostalgia y, en consecuencia, hacia su poso melancólico.
La guerra en Ucrania sitúa en un primer plano la importante dependencia energética exterior de la UE y aboga por una aceleración en el proceso de transición verde acometida en toda su extensión.
El necro-liberalismo asume de forma explícita y obscena la imposibilidad de conjugar el mantenimiento de la vida con el mantenimiento del orden político y económico, de ahí que se caracterice por hacer gala y enarbolar sin complejo alguno la bandera del desprecio a la vida.
La transformación digital sigue hoy una dirección marcada por las políticas del momento, que favorecen la concentración empresarial, la extracción masiva y la acumulación de poder. Pero, como sucedió a principios del siglo pasado, estos criterios políticos pueden cambiarse.
En definitiva, en el Manifiesto la ciencia le habla a la política como un cliente exigente que demanda aquellos servicios por los que paga. Esta posición no es nueva. Viene construyéndose desde hace décadas, en especial desde el mercado hacia el Estado.
"La pandemia ha enfatizado enormemente una tendencia que ya se estaba dibujando: una condición de miedo a la corporeidad, me atrevería a decir, incluso, una sensibilización fóbica hacia el cuerpo del otro."
En suma, Mercado y Estado no son términos antitéticos, sino necesariamente complementarios. Pero decimos más: no se trata sólo de considerar que ambas realidades son dependientes históricamente, sino de enfatizar que sus componentes estructurales están tan sumamente involucrados que sus contornos llegan a hacerse borrosos, hasta el punto de confundirse.
Hay una creencia generalizada de que el progreso de la ciencia es imparable y de que la tecnología todo lo puede. No cabe en nuestras mentes, pero especialmente en la de nuestros gobernantes, que pueda haber límites biofísicos y energéticos a lo que somos capaces de hacer
Más que luchar por una u otra interpretación, una misión muy loable pero que para mí aún es dudosa en el ejercicio de la crítica cultural, la indefinición de lo afectivo nos debe conducir a identificar a qué anhelos desarticulados apela la cultura popular.