El duelo, mientras haya recuerdo, afecto, es inevitable. La cuestión consiste en hacer un duelo sano, que sea llevable, en una existencia y una pérdida de la que el sujeto sea capaz de hacerse cargo.
“Que yo no soy de acero firme, yo soy de rama verde”
-Rama verde, Qairo.
En el siguiente texto, dividido en dos partes, analizaremos la cuestión del duelo en nuestra sociedad: qué es, cómo se aborda desde el paradigma científico, y cuánto y de qué manera nuestra actualidad nos permite vivirlo. A partir de ello presentaremos una defensa del duelo, en contra de su positivización, reificación, abrazado desde la comunidad para poder sostenerlo. En este primer fragmento, contestaremos únicamente a estas tres primeras preguntas: ¿Qué es el duelo? ¿Cómo se identifica y trata el duelo?¿Es necesario vivir el duelo?
Para empezar, debemos sentar unas bases acerca de lo que entendemos como duelo para poder trabajar la cuestión plenamente. La definición que manejaremos es la más común: el proceso, conjunto de síntomas y respuesta psicológica que se dan como consecuencia de la ausencia, separación o muerte de una persona, situación vital, lugar o determinación importante en nuestra existencia que formaba parte de nuestra vida y con la que habíamos establecido un vínculo.
A lo largo de la historia de la psicología se ha tratado de abordar este fenómeno, y por ello debemos comenzar hablando de la positivización del duelo: acerca de aquellas teorías, defendidas por algunos psicólogos teóricos y profesionales sanitarios, que creen en la idea de que las personas dañadas por pérdidas pasan por un patrón de reacciones específicas en un determinado tiempo. Elisabeth Kübler-Ross planteó, en los años 60, la teoría de las cinco fases del duelo, o lo que es lo mismo, el famoso modelo Kübler-Ross [1]. Este se basa en los estudios del estado emocional de los pacientes que lidian con la muerte, diferenciando distintas etapas en el proceso: negación, ira, negociación, depresión y aceptación, en ese orden. Esta teoría es el principal referente a la hora de hablar del duelo como proceso psicológico entre la población occidental. También observamos que las demás teorías de fases del duelo suelen interpretar el fenómeno de forma prescriptiva, como preparación y antelación, incluso en los casos en los que las pérdidas pueden preverse. Estas han sido repetidamente defendidas en la historia de la psicología: Freud trató de explicar este duelo hablando de movimiento en otras cinco fases de desarrollo psicosexual, el psicólogo del desarrollo Erik Erikson distinguió otros ocho estadios y Lawrence Johlberg, entre otros célebres teóricos, defendió que nuestro desarrollo moral transcurría por seis periodos.
Sin embargo, estas teorías también han sido y están siendo fuertemente criticadas. Una inmensa cantidad de estudios recientes defienden la ausencia de evidencia empírica de la existencia de una mayoría de personas que sufran estas fases, ni en ese orden, en su proceso de duelo [2]. Russel P. Friedman, director ejecutivo del Instituto para la Recuperación del Duelo en Sherman Oaks, California (entre otros autores [3], [4]) asegura que ningún estudio ha sido capaz de probar que estas fases existan, o que estos procesos, en caso de darse, se pudieran denominar incluso fases [5]. La mayoría de las refutaciones a estas teorías también señalan una ausencia de claridad conceptual, factores explicativos y utilidad práctica en la identificación y seguimiento terapéutico. Se apuesta por la superación de estas teorías y, de hecho, lo que la psicología hoy principalmente entiende y defiende, es que el duelo se trata de una respuesta normal a la pérdida.
A pesar de que exista un anhelo social de crear guías o esquemas simples y puntualizados acerca de la emoción humana en el duelo, no existe una definición estática o concreta que se pueda extrapolar a ningún tipo de relación en la que se dé este fenómeno. Además, su seguimiento precisa de un análisis personal e individual con un buen método científico, apoyado en un paradigma que se aleje de esencialismos o categorizaciones estancadas. De nuevo, aunque sea cierto que durante el duelo suelen darse una serie de conductas comunes, estas no se manifiestan en etapas como tal y están subordinadas fundamentalmente a la particularidad de la persona, su identidad, contexto, proceso de aprendizaje, mecanismo para lidiar con ello... De hecho, el modelo para afrontar el duelo que más se aplica hoy en día es el de William Worden, donde el que adolece toma un papel activo en su proceso en vez de esperar o prepararse para sufrir unas etapas fijas.
¿Y si estas teorías de fases son tan falsas, por qué triunfan tanto en nuestro entorno? Este tipo de respuestas, a pesar de carecer de base científica real, se promueven principalmente por ese afán irresistible humano a comprimir y simplificar la complejidad de la vida para poder abarcarla más efectivamente. Esta visión es consecuencia del problema del paradigma positivista en la ciencia (que es propio al sistema y sociedad en los que vivimos a su vez). La atracción hacia esta racionalización de los procesos y teorías de fases reside en la imposición de orden en medio del caos, optimismo entre la desesperación y predicción ante la incertidumbre. El problema de las teorías que presentan un esquema o camino a seguir es que acaban determinando, condicionando y prediciendo las vidas de los pacientes antes siquiera de que se vivan los procesos. Esto puede acabar generando incluso presión, sobrepreocupación o sentimiento de culpa en aquellos individuos que no caben en las normas que se proyectan ni sienten lo que estas indican que deberían sentir. Además, no todos los duelos tienen por qué ser patológicos- solo unos pocos requieren de especial atención y tratamiento psicológico- pero este tipo de visiones solo patologiza, problematiza o busca evadir lo que realmente es el duelo: un fenómeno más en nuestras vidas.
Profundizando un poco más, el paradigma positivista (y la reificación como fenómeno en consecuencia) se basa en la consideración desde el pensamiento científico tradicional de la existencia de un mundo con cosas “dadas per se” y que busca estudiar estos elementos como si fueran independientes de un sujeto que entiende. Tal enfoque lleva a creer que solo el sujeto verdaderamente conoce cuando trata las anteriormente mencionadas cosas “objetivas”, alejadas de intereses, impulsos o pensamientos del individuo que vive. Esto, llevado hasta tal punto, que el humano acaba concibiéndose como la cosa objetiva a sí mismo -determinándose completamente por ella- sin reconocerse como creador de esta (siendo esto último concretamente esa reificación que nombrábamos). Llegados a este punto, no podríamos entender sino que desde el positivismo se complica el camino hacia la verdad: toda certeza está relacionada esencialmente con el sujeto viviente, y el mundo seguirá siendo algo extraño y falso para el humano mientras este se acerque a él desde la objetividad.
Es por ello por lo que el sujeto tiene como tarea comenzar a reconocerse a sí mismo dentro de la percepción de las cosas y las leyes que él mismo elaboró para entenderlas, tomar autoconciencia, y de esta forma no solo conocerse a sí verdaderamente, sino también al mundo. El positivismo habla de una verdad de las cosas en la que realmente la realidad no está representada: es una renuncia a la verdad de la vida. Debemos rechazar rotundamente esta limitación de la verdad a lo dado particularmente, se debe universalizar la visión, no aislarnos respecto de las cosas, para así poder reconocer sus potencialidades y nuestro puesto en relación con ellas [6]. De ninguna forma podemos partir de aceptar categorías estancas como pueden ser las fases del duelo, su patologización constante, la medicalización incluso de este fenómeno y su constante mutilación, disección, o eliminación. Veremos al duelo como lo que es: un momento más en nuestra existencia.
No es que sea necesario vivir el duelo, como si cupiera opción a elegir, es que este fenómeno es uno de los más importantes en nuestra vida, siendo esencial para la conformación del individuo, su autopercepción, autonomía, libertad y existencia en el mundo. El duelo se trataría de una experiencia fenomenológica distinta, más cuando nos enfrentamos a la muerte o a la desaparición terminal de aquello a lo que nos vinculamos: cuando el otro existe, nosotros lo podemos obviar y este no ha desaparecido. Sin embargo, cuando el otro deja de existir o desaparece por completo, no podemos olvidarle, parece que se da una especie de responsabilidad. Influidos por el pensador Jacques Derrida [7], vemos que el otro desaparece como parte de la experiencia en el mundo, parece mostrarse ante nosotros una obligación a hacernos cargo de esa existencia. Cuando el otro se va, queda el peso de aquello que es de sí, en ese peso se da el recuerdo del otro. En cuanto desaparece parte del mundo, cuando el otro deja de ser un ser en el mundo, debemos cargarlo en nosotros, darle tributo a su vida, a su memoria. Nos encontramos ante una necesidad de representación. Cuando existe la experiencia fenomenológica a través de los sentidos, la experiencia está, el estímulo está, pero cuando no está, se precisa esa representación. Es sentir el peso del fantasma, de la huella del otro en nosotros. Jean-Luc Nancy afirma que cuando el otro muere, el mundo que era muere con él; con lo que cada muerte es también una muerte del mundo [8].
En el duelo juega el factor importante de la contemplación de la finitud del otro, entender que alguien va a ver morir o desaparecer a otro, esto es uno de los sentidos que tienen las relaciones, en la serie de huellas, marcas, que se crean a través de los vínculos. Todas esas experiencias son a la vez marcas de luto, que determinarán el sufrimiento y representarán una vez el otro no esté. Es por esto por lo que el duelo inicia mucho antes que la pérdida, y en sí es el precio a cambio de nuestra tendencia a establecer vínculos fuertes. El duelo se trata de una sensación de la propia existencia mutilada, dado que en tanto amamos, hacemos de ello una parte nuestra, aceptamos al otro como nosotros de vuelta (en síntesis, si quisiéramos ponernos hegelianos), y perder esa experiencia puede parecer de primeras una mutilación de nosotros mismos, una pieza del puzle perdida, un trozo de mapa borrado en nuestra visión.
El verdadero duelo no “acaba” por dejar de ser doloroso, sino que no termina, se va resignificando. El duelo, mientras haya recuerdo, afecto, es inevitable. La cuestión consiste en hacer un duelo sano, que sea llevable, en una existencia y una pérdida de la que el sujeto sea capaz de hacerse cargo. No radica en negar, tapar una pérdida, o que esta sea tan dura que se vuelva insoportable. Se trata de comprender que la muerte real del otro, su desaparición completa, de un lugar, de un momento, de un vínculo, en definitiva, se trata del olvido. Pero mientras exista el recuerdo, el duelo, el otro pervive. Cuando ya no hay huella, memoria, recuerdo de afecto, marca de un movimiento, consecuencia, es cuando se da la verdadera muerte. Por ejemplo, es común en la tradición mexicana entender que la última muerte se da cuando se te menciona por última vez.
Incluso duelo, en su otra acepción, significa una batalla contra el otro, lucha contra el otro. Lucha contra el darse cuenta y aceptar que el mundo en un momento es objeto, es negación, no nos pertenece porque nos damos cuenta de que no depende de nosotros que exista. Y ante el duelo, ante la negación, no hay mejor manera para superarlo que desde la dialéctica, la síntesis. Consiste en reconocer que aquello que puede seguir existiendo se trata de la huella y el proceso que ese vínculo marcó en nosotros, el cual depende de nosotros, y no darlo por perdido, sino reubicarlo, resignificarlo. Es pasar el dedo por la cicatriz y aceptarla en nosotros como nuestra, e incluso poder hacer con su recuerdo nuevas acepciones y aplicaciones en nuestra existencia, hasta que nos sea posible.
Porque la relación con tu madre se recuerda como complicada en un principio, duele su pérdida, pero luego un día te reconoces haciendo las mismas cosas que ella te enseñó a la hora de cuidar al resto y descubres en ti misma rasgos suyos que hasta entonces no significaban nada y ahora te ayudan a crecer como persona. Tu expareja pudo romper tu corazón y comportarse como un verdadero estúpido hace años, pero de repente te das cuenta de que automáticamente aplicas los buenos hábitos que vuestra relación construyó, y que ella te enseñó, en el momento en el que conoces a alguien nuevo, y agradeces y reubicas el momento traumático, negado en ti, haciéndolo de nuevo tuyo, aceptando los grises del pasado. Y así con toda una serie de lo que parecen ser pérdidas, pero que realmente no se pierden, no se niegan, ni se tapan, sino que se reconfiguran y aceptan como partes de nosotros para poder incluso proyectarlas ante la novedad.
Este se trata de un duelo sin ocultamiento, vergüenza, aislamiento, negación. Es un duelo sano, aquel que consiste en hacerse cargo de nuestra propia vida. Y para darse cuenta de aquello, debemos identificar la pieza clave en esta industria: la pertenencia de y a una comunidad.
[Continuará...]
[1]Kübler-Ross, E. (2020). Sobre la muerte y los moribundos. Barcelona: Penguin Random House.
[2] Shermer, M. (2008). Five Fallacies of Grief: Debunking Psychological Stages. Scientific American. Recuperado de: https://www.scientificamerican.com/article/five-fallacies-of-grief/
[3] Corr, C. A., (2019) The ‘five stages’ in coping with dying and bereavement: strengths, weaknesses and some alternatives. Mortality, 24:4, 405-417, DOI: 10.1080/13576275.2018.1527826. Recuperado de: https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/13576275.2018.1527826?journalCode=cmrt20&
[4] Stroebe, M., Schut, H. y Boerner K. (2017). CautioningHealth-Care Professionals: Bereaved Persons Are Misguided Through the Stages ofGrief.
OMEGA - Journal of Death and Dying, DOI: https://doi.org/10.1177/0030222817691870. Recuperado de: https://journals.sagepub.com/doi/full/10.1177/0030222817691870
[5]James, J. W., & Friedman, R. (2017). The Grief Recovery Handbook, 20th Anniversary Expanded Edition: The Action Program for Moving Beyond Death, Divorce, and Other Losses including Health, Career, and Faith (20th Anniversary, Expanded ed.). William Morrow Paperbacks.
[6]Marcuse, H. (2018). Razón y revolución. Madrid: Alianza.
[7]Derrida, J. (2005). Cada Vez Única, El Fin del Mundo. Valencia: Pre-Textos.
[8] Nancy, J. (2001). La comunidad desobrada. Madrid: Arena Libros.
Como defendió Matt Colquhoun recientemente en su blog, la serie no es el capitalismo avanzando a través de la apropiación del sentimiento anticapitalista sino el sentimiento anticapitalista avanzando a través de la apropiación del capitalismo.
La coyuntura tiene la singularidad de ser aquel momento sin el cual no se podrían visualizar ni reflexionar sobre determinados problemas políticos. Pensar la coyuntura implica, decía el epistemólogo crítico Hugo Zemelman, comprender el presente-potencial.
Somos mucho más rentables como espectadores-consumidores de contenido en plataformas ya que, si la televisión entraba en nuestra casa para ofrecernos entretenimiento a cambio de un porcentaje de tiempo invertido en publicidad, esta nueva forma de extracción de beneficios entra directamente en nuestro cuerpo, para buscar beneficios en los datos derivados de nuestro comportamiento.
Este texto es un informe presentado el 20 de enero de 2017 en el marco de la sesión ¿Quiénes son los comunistas? de la Conferencia de Roma sobre el Comunismo. Fue publicado originalmente en italiano con el título Chi sono i comunisti en la página web del colectivo Euronomade, y traducido ahora al castellano por Manuel Romero.
El video presidencial en inglés siguen revelando datos importantes del relato que el gobierno está cocinando, en él se resignifican dos de las imágenes con las que se ha caracterizado al régimen uribista de Duque: la del títere y la del hombre desconectado de la realidad.
La pregunta que tenemos que hacernos es si preferimos vivir peor para mantener ciertos negocios o apostamos por mejorar la vida y forzar un desplazamiento productivo hacia otros sectores. Claramente lo que tiene que primar es la calidad de vida y lo que tiene que adaptarse es el modelo productivo, no al revés.
Gorriti es Filósofa, becaria doctoral CONICET y docente de la UNC. Autora de Nicos Poulantzas: una teoría materialista del Estado (Doble ciencia). Farrán es Filósofo, Investigador CONICET y docente de posgrado (Universidad Nacional de Córdoba). Autor de Badiou y Lacan: el anudamiento del sujeto (Prometeo), Nodal. Método, estado, sujeto (La cebra) y Nodaléctica (La Cebra).
No es nuevo decir que, tras décadas de neoliberalismo, la responsabilidad sobre el empleo descansa cada vez más sobre los propios individuos. Cada vez son más los programas educativos que añaden en sus currículos una nueva y apetecible competencia: la empleabilidad.
¿En qué se debe basar, entonces, nuestro hacer político y sus distintos modos? He aquí la pregunta fundamental. La respuesta por la que aquí apostamos es la autonomía, la capacidad del grupo para dotarse de sus propias reglas independientemente de factores externos.
El miedo de no saber qué demonios va a pasar con nuestra vida y con la de aquellos que queremos. El miedo de mirar al futuro y no saber qué esperar. El miedo de no ver un horizonte de posibilidad, sino un muro tras el cual no sabemos qué se esconde.
«La literatura, para mí, está presente en cada momento, en cada detalle de lo cotidiano, está sucediendo todo el tiempo. Pero, al mismo tiempo, qué difícil es lograr una buena traducción de la vida a las palabras, de la mente a las palabras.»
«Leí tu libro la semana pasada y me sentí como si saliera a tomar aire después de pasar mucho tiempo bajo el agua. Me gustaría agradecerle de todo corazón que haya expresado de forma tan elocuente casi todo lo que había que decir, y que haya proporcionado una razón para la esperanza, cuando yo estaba a punto de desesperar.»
Este texto se publica en el marco del debate que tuvo lugar en el seminario "Marx y El Capital en el mundo contemporáneo" entre Jesús Rodríguez y Manuel Romero a propósito del lugar de lo político en la teoría marxista.
El necro-liberalismo asume de forma explícita y obscena la imposibilidad de conjugar el mantenimiento de la vida con el mantenimiento del orden político y económico, de ahí que se caracterice por hacer gala y enarbolar sin complejo alguno la bandera del desprecio a la vida.
El contexto Covid-19 nos trae un 'horror vacui' diferente, algo más angustiante que la patología psicológica conocida como 'fear of missing out' (FOMO), la posibilidad de que no nos estemos perdiendo nada porque nada está pasando y nada puede pasar.
La idea de la compulsión a la repetición es muy poderosa y ha calado profundamente en nuestra cultura. Me gustaría argumentar que, históricamente, el marxismo ha experimentado cuatro neurosis importantes: la neurosis económica, la neurosis filosófica, la neurosis histórica y la neurosis cultural.
Series como 'Succession' sirven para detectar la corrosión del poder, la política y el dinero mientras nos deleitamos con las disfunciones psicológicas de sus protagonistas. Si la serie sirve para cartografiar el capitalismo multinacional es gracias a su efecto de “totalidad”.
Hoy más que nunca necesitamos disponer de horizontes de futuro confiables, asegurar nuestras vidas -y no para cualquier forma de vida, sino para una que valga la pena ser vivida- como condición de posibilidad de cualquier forma de libertad política (pues sabemos que sin seguridad y confianza en el porvenir no hay libertad sino miedo y servidumbre).
Con el verano liberamos algo de tiempo libre para dedicar a la lectura, al cine o simplemente a no hacer nada. En el IECCS hemos recopilado algunos títulos de ensayos y novelas para que podáis disfrutarlas durante el mes de agosto, y hacer así algo más ameno este calor insufrible.
La transformación digital sigue hoy una dirección marcada por las políticas del momento, que favorecen la concentración empresarial, la extracción masiva y la acumulación de poder. Pero, como sucedió a principios del siglo pasado, estos criterios políticos pueden cambiarse.
Al igual que los Shelby, podemos contemplar nuestras sociedades y afirmar que las élites son despiadadas, crueles e insolidarias. Sin embargo, conviene separarse de ellos a la hora de configurar el futuro a perseguir, uno en el que no quepan egoísmos narcisistas ni tradiciones opresoras.
A pesar de la omnipresencia de este debate, es necesario cubrir una carencia fundamental de la mayoría de estos discursos: rebatir el desdén generalizado ––en gran parte de las ocasiones automático; en otras sencillamente visceral–– hacia la nostalgia y, en consecuencia, hacia su poso melancólico.
En estas líneas comparto con las compañeras y compañeros de España algunas reflexiones sobre las elecciones del pasado 15 y 16 de mayo en Chile y su relación con la rebelión popular que se inició en octubre del 2019. Primeras impresiones que destilan optimismo por los resultados favorables para las fuerzas políticas transformadoras que obtuvieron la mayoría de los escaños en la Convención que redactará la nueva Constitución Política, una Convención con paridad de género y 17 representantes de los pueblos indígenas.
Las comunidades no se pueden descontextualizar de los modos de producción en las que están insertas, de las transformaciones que se producen y en las que son producidas por seres humanos en el paso de sus vidas.
Si necesitamos pensar lo que nos está ocurriendo, ¿no sería importante que reflexionáramos sobre si lo que está sucediendo solo corrobora nuestras categorías y plantillas previas o si marca una diferencia aún por establecer?
La afirmación de Wittgenstein de que no existe “aplicación” de una regla porque la instancia de aplicación es interna a la propia regla y, como consecuencia, la transforma, es totalmente válida como principio rector para escribir una tesis.
La guerra en Ucrania sitúa en un primer plano la importante dependencia energética exterior de la UE y aboga por una aceleración en el proceso de transición verde acometida en toda su extensión.
El pensamiento de Davis, como buen materialista y marxista, operaba en continuo diálogo con el ruido del presente, con sus obstáculos, sus rugosidades y pliegues, sus pervivencias, sus proyecciones y posibilidades.
Habitualmente se entiende que la ciencia ficción, precisamente por su carácter especulativo, es un género con una relación particular con el progresismo y la izquierda. Sin que esto sea necesariamente falso, la realidad es que la historia del género está llena de grandes figuras y obras notables con relación directa con posturas reaccionarias e incluso con el fanatismo religioso.
Si ya no vemos igual, ni desde los mismos dispositivos, si cada vez hay más oferta de productos audiovisuales y el fútbol no mueve ficha, corre el riesgo de quedarse fuera de los nuevos mercados del consumo audiovisual.
Las tesis que reproducimos a continuación fueron escritas por Bertolt Brecht en los años treinta, en el marco del debate con Gyorg Lukács sobre la definición de «realismo» en la literatura y el arte, así como el empleo del mismo por los artistas antifascistas.
Actualmente el debate se ha simplificado a partir de la categoría de "lo posmo", de manera que si te preocupa lo estético para construirte como sujeto, parece que estás abandonando la lucha de clases.
¿Y si las plataformas y su modelo de explotación basado en la extracción de datos hubieran sido solo un impasse en el proceso de construcción del Internet que finalmente se estabilizará en el futuro?
Aquí las respuestas que nos ha dado Santiago Alba Rico, escritor, ensayista y filósofo, autor, entre otros, de Las reglas del caos. Apuntes para una antropología del mercado (Anagrama, 1995), Leer con niños (Caballo de Troya, 2007), Islamofobia: nosotros, los otros, el miedo (Icaria, 2015) y Ser o no ser (un cuerpo) (Seix Barral, 2017).
Pese a que son siglos lo que nos separa de los escritos de Burke, su definición de lo sublime parece ajustarse al milímetro a la situación actual, y nos da las claves para entender por qué podemos experimentar placer estético en las consecuencias de una pandemia.
El valor de los libros de Peter Frase, Olin Wright y Aaron Bastani reside en su capacidad para darle la vuelta al famoso dictum de Jameson e imaginar que el neoliberalismo no existe. Hay una potencia afirmativa en esa negación que no es una cuestión menor.
La digitalización, que sigue un progreso exponencial según la ley de Moore, permite concebir, incluso a corto plazo, una sociedad en la que las máquinas realicen la mayor parte de las tareas, dejando a los humanos mucho tiempo para el autodesarrollo.
«Es necesario un nuevo movimiento internacionalista y pacifista que en los diferentes países movilice los intereses de las grandes mayorías, que exija la toma de acciones para prevenir conflictos, y en particular que se pongan fuertes límites a las armas nucleares.»
En definitiva, en el Manifiesto la ciencia le habla a la política como un cliente exigente que demanda aquellos servicios por los que paga. Esta posición no es nueva. Viene construyéndose desde hace décadas, en especial desde el mercado hacia el Estado.
¿Qué pasa si dejamos de considerar a la propiedad como algo sagrado y “permanente”, que incluso trasciende al individuo (y su supuesto esfuerzo) hasta sus herederos, y empezamos a considerar que esta es imposible sin un complejo sistema de relaciones sociales colectivas que la sostiene desde su origen?
Realismo capitalista es –haciendo de lo complejo sencillez y de las respuestas fáciles preguntas difíciles– una de las grandes obras políticas de nuestro siglo, la que emite algunas lecciones fácilmente numerables para las políticas del “deseo poscapitalista” en el siglo XXI.
Más que luchar por una u otra interpretación, una misión muy loable pero que para mí aún es dudosa en el ejercicio de la crítica cultural, la indefinición de lo afectivo nos debe conducir a identificar a qué anhelos desarticulados apela la cultura popular.
El verano y las vacaciones se agotan, y también el tiempo libre para dedicar a la lectura, al cine o simplemente a no hacer nada. En el IECCS hemos recopilado algunos títulos de ensayos, novelas, películas y documentales para que puedas disfrutarlas durante el mes de agosto.
Hay una creencia generalizada de que el progreso de la ciencia es imparable y de que la tecnología todo lo puede. No cabe en nuestras mentes, pero especialmente en la de nuestros gobernantes, que pueda haber límites biofísicos y energéticos a lo que somos capaces de hacer
Hemos lanzado una batería de preguntas a distintos pensadores y pensadoras con el fin de acercarnos a un análisis no tanto de la crisis del coronavirus en sí, como de los distintos escenarios de futuro a que nos puede conducir su salida. Aquí las respuestas que nos ha dado Luciana Cadahia, filósofa argentina, autora de Mediaciones de lo sensible. Hacia una nueva economía crítica de los dispositivos (FCE, 2017) y El círculo mágico del Estado (Lengua de Trapo, 2019).
Cabe cuestionarse si a estos "liberales" alguna vez les importó algo más que su persona, si aquella condescendencia de clase no supone en realidad un brillante ejemplo de conciencia de clase –de clase privilegiada, por supuesto– a la que le duró demasiado el disfraz democrático y popular.
Como dice Eva Illouz en el prólogo del libro de Horvat, parece que el capitalismo nos ha arrebatado la capacidad de amar de manera radical. Nos encontramos ante la imposibilidad de replantear un concepto que parece haber quedado diluido entre las crisis del neoliberalismo.
Disney no podría habernos ofrecido un simbolismo más explícito de su empresa ideológica: Una casa (propiedad privada) que requiere de nuevas, reformadas y más progresistas, formas dentro de la misma institución (familia) para poder recuperar la magia (herencia).
La camaradería es el resultado de la solidaridad, del compromiso y de la disciplina. Es una práctica compleja, en la que se fracasa una vez para levantarse y fracasar mejor. A veces puede ser asfixiante, pero la mayor parte de las veces es liberadora. Somos nosotres en un sentido colectivo.
Este artículo fue publicado originalmente por Stuart Hall en la revista Universities & Left Review, en el otoño de 1958, un momento en el que las transformaciones del capitalismo y de la izquierda después de la Segunda Guerra Mundial estaban cambiando Gran Bretaña y el mundo para siempre. La traducción al español es de Manuel Romero.
¿No hay algo profundamente sospechoso en reflejar del lado de lo plebeyo la responsabilidad última del fascismo? ¿Por qué no encontramos, del lado de las élites, una imagen que pudiera tener el mismo peso simbólico? No es casual que el pueblo aparezca como el lugar de una sospecha y las élites queden, astutamente, sustraídas de la escena.
En suma, Mercado y Estado no son términos antitéticos, sino necesariamente complementarios. Pero decimos más: no se trata sólo de considerar que ambas realidades son dependientes históricamente, sino de enfatizar que sus componentes estructurales están tan sumamente involucrados que sus contornos llegan a hacerse borrosos, hasta el punto de confundirse.
Si el ecologismo desea tener una incidencia real en las disputas políticas del futuro inmediato (y es imprescindible que la tenga) no puede pasar por alto las peculiaridades y temporalidades de las diversas esferas de lo humano.
En este marco el ámbito de la cultura cobra especial importancia en la consecución de la hegemonía, proceso a través del cual se universalizan intereses y afectos, en palabras de Gramsci, “la conquista del poder cultural es previa a la del poder político”.
Creo que hay pocas definiciones más hermosas de democracia que aquella que reconoce no ser más que el esfuerzo que realizamos conjuntamente para definir a oscuras, acompañado por otros tan ciegos como nosotros mismos, qué es bueno y qué es malo.
La serie es un éxito puesto que (re)construye cómo una ideología como la Alt-Right puede llegar a ser hegemónica y lo hace en una dialéctica constante con la realidad que vive la sociedad estadounidense y sus pilares racistas.
"La pandemia ha enfatizado enormemente una tendencia que ya se estaba dibujando: una condición de miedo a la corporeidad, me atrevería a decir, incluso, una sensibilización fóbica hacia el cuerpo del otro."
«Muchas personas dicen que la experiencia de haber participado en un laboratorio ciudadano les cambió la vida»
¿tan importante es la relación que se da entre el mundo de lo lleno y de lo vaciado? Parece probable que sí, que sea necesario todo este despliegue orientado a disimular la naturaleza conflictiva de las relaciones sociales de lo vaciado, hacia dentro y hacia fuera, sobre todo porque todos los sujetos implicados arriesgan mucho en este juego.
En el sistema semiológico de Barthes el mito se presenta como una potencia naturalizadora, una herramienta de normalización. Por eso, en su descripción de las lógicas de funcionamiento del mito hay todo un intento de impugnar la normalidad de los quehaceres cotidianos
En medio de una pandemia mundial -donde el proceso productivo neoliberal en el que ya vivíamos condiciona nuestra manera de sentir, relacionarnos y también curarnos-lo último que se permite es adolecer. Nuestras pérdidas son rápidas, ocultadas, secretas, dejan un duelo mudo, pero igual de profundo, es un duelo arrebatado.
De un tiempo a esta parte me interesan las figuraciones de clase. Historias que reivindican las formas de vida obreras, ficciones que no esencializan ni se edifican en el antagonismo social y que de algún modo liberan a la literatura obrera de sus tareas históricas.
La crítica política y social se consiguió transmitir desde la crítica cultural, en una alianza estética de raigambre nietzscheana en la que la música era un elemento de transformación radical. Este nuevo paradigma no había sido aprovechado por la izquierda tradicional, que dejó pasar el impulso que esta revolución cultural había traído.
'Los olvidados. Ficción de un proletariado reaccionario' no es un libro más, descubre el hilo común del pensamiento reaccionario contemporáneo y, a la vez, hace un ejercicio de arqueología brillante para responder a las entelequias de un obrerismo que pretende invocar a una clase obrera que jamás existió.