Hay una creencia generalizada de que el progreso de la ciencia es imparable y de que la tecnología todo lo puede. No cabe en nuestras mentes, pero especialmente en la de nuestros gobernantes, que pueda haber límites biofísicos y energéticos a lo que somos capaces de hacer
Como es sabido, este lunes el gobierno anunció inversiones de 1.600 y 1.700 millones de euros para ampliar los aeropuertos de Barajas y El Prat respectivamente. La intención del gobierno, como ha explicado su portavoz y ministra de Política Territorial Isabel Rodríguez, es crear dos hubs intercontinentales que sitúen a los dos aeropuertos entre aquellos de referencia internacional y que espoleen el crecimiento económico y la creación de empleo.
Pese a las supuestas bondades del plan del gobierno las ampliaciones han sido duramente criticadas por las organizaciones ecologistas y varios partidos políticos. Más País-Equo ha dicho que las ampliaciones van en sentido contrario a la transición ecológica, Ecologistas en Acción que la ampliación contradice las demandas sociales en materia de transporte y movilidad y que sigue intereses puramente económicos del accionariado de Aena. Por su parte, Unidas Podemos, el socio menor del gobierno, considera que la ampliación de El Prat «va en sentido contrario de la transición ecológica», y la CUP que es un «atentado climático». Cabe decir que la mayor parte de las críticas se las ha llevado la ampliación del aeropuerto de El Prat, y no es para menos, ya que su ampliación conllevaría vulnerar la Ricarda, un paraje natural enclavado en el Delta del Llobregat que forma parte de la Red Natura 2000 y que está protegido por las directivas europeas.
Las criticas a las ampliaciones han sido múltiples y variadas, de entre las que se destacan la cronificación de un modelo económico basado en el turismo masivo, lo que redunda en un mercado de trabajo con una alta temporalidad y precariedad; el aumento de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) como consecuencia del aumento de la cantidad y la distancia de los vuelos; la violación de un espacio natural protegido muy valioso por su biodiversidad o la dudosa necesidad de priorizar estas inversiones frente a otras más acuciantes y más respetuosas con el medio ambiente, tales como la conexión en tren en la maltrecha España vaciada.
Todo esto es cierto y enormemente preocupante, pero a mi parecer hay otro problema que ha sido pasado por alto y que es igual –o aún más, si es que cabe– de preocupante que los previamente mentados. El problema en cuestión consiste en que esta decisión ha sido tomada a espaldas del conocimiento científico sobre el cambio climático e ignorando las dinámicas estructurales del sistema económico.
Sin ánimo de hacer un análisis en profundidad, lo cierto es que tenemos una comprensión bastante buena sobre la situación del sector energético y de las tendencias futuras. Debido a los distintos picos de extracción de los combustibles fósiles, su Tasa de Retorno Energético (TRE) decreciente, y la incapacidad de las energías renovables de ser un sustituto de plenas garantías de estos, se espera que alrededor del 2030 alcancemos el pico de la disponibilidad energética, tras lo cual la energía disponible empezará a decrecer.
Esto es especialmente preocupante debido a que, tal y como se aprecia en las siguientes gráficas, hay una fuerte correlación entre consumo de energía y crecimiento del PIB:
Así pues, el descenso de la energía disponible dará lugar a una crisis económica que reducirá progresivamente el tamaño de nuestras economías y que las situará dentro de los límites impuestos por la ecosfera. No solo dispondremos de cada vez menos energía, sino que la que tendremos menor calidad y con menos prestaciones. Para entender la magnitud del problema, podemos ver la caída en la Tasa de Retorno Energético. La TRE es la relación entre la energía que invertimos para obtener energía y la energía que finalmente recibimos. Por ejemplo, una TRE de 10:1 quiere decir que, por cada litro de petróleo usado en extraer petróleo en una plataforma petrolífera, obtenemos 10. Pues bien, según los cálculos de Hall y Klitgaard necesitamos una TRE de 3.3:1 para mantener los mínimos de una civilización básica, pero eso solo permitiría tener energía para el transporte, por lo que dejaría de lado cosas tales como el arte, la medicina y la educación, entre otros. Así, dicen, para poder mantener «algo como lo que llamamos civilización» necesitaríamos una TRE de 5:1, y probablemente de 10:1. (Hall, Klitgaard, 2011, p. 319). Actualmente la TRE del sistema es de aproximadamente 12:1 (Capellán-Pérez, Castro, González, 2019), pero está descendiendo a marchas forzadas y no tardará demasiado en rebasar la frontera del 10:1.
¿Qué sucederá una vez pase esto? Pues que las sociedades postindustriales empezarán a colapsar. De nuevo, no es el objetivo de este artículo hacer un análisis en profundidad ni del sector de la energía ni del colapso civilizatorio, pero es necesario tener en mente que esto se va a producir –si es que no lo está haciendo ya–, y que va a tener consecuencias directas sobre nuestras economías y sociedades. En cualquier caso, de entre los muchos efectos en un escenario de descenso energético y colapso civilizatorio podemos esperar que se dé un empeoramiento generalizado de las condiciones materiales de vida, una regionalización de nuestras economías y una menor disponibilidad de bienes y servicios.
¿Y dónde quedan los vuelos generalizados de larga distancia y el turismo masivo en un escenario cómo este? Pues ahí está el tema, que en ningún lado. Aún así uno podría argumentar que destruir un paraje natural protegido y aumentar las emisiones de GEI puede valer la pena si, a cambio, conseguimos crear puestos de trabajo (no lo olvidemos, la mayoría de ellos precarios) durante unos cuantos años. Pero la cereza del pastel es que el Govern de la Generalitat prevé que la ampliación de El Prat esté terminada en 2030, justo cuando empezaremos a disponer de menos energía y la cantidad de vuelos empezarán a disminuir. Es decir, el gobierno pretende invertir 3.300 millones de euros para destrozar un paraje natural protegido, aumentar las emisiones de GEI y fortalecer un modelo de empleo precario y de turismo masivo insostenible a cambio de aumentar la cantidad y distancia de vuelos justo para cuando la cantidad y distancia de los vuelos empezará a disminuir de forma drástica. El despropósito es de tal envergadura que incluso cuesta de creer.
Para terminar de rematar el disparate, lo cierto es que había, y hay, alternativas. Pero no hablo de alternativas a veces criticadas por ser «utópicas» y no viables políticamente tales como el decrecimiento, sino de alternativas dentro de los estrechos márgenes impuestos por el sistema. Hay numerosos estudios que dicen que transitar hacia un sistema económico respetuoso con el medio ambiente generaría empleo. Por poner solo unos ejemplos, en 2010, Campaign Against Climate Change calculó que una salida verde a la crisis financiera podría crear 1 millón de empleos (Neale, 2010) (el estudio fue revisado en 2014, por lo que sigue vigente). En 2020, la Agencia Internacional de la Energía calculó que, para 2050, podrían crearse 40 millones de puestos de trabajo en el sector energético, alcanzando un total de 100 millones –actualmente hay 58 millones de empleos en el sector energético– (IRENA, 2020). Robert Pollin, economista defensor del Green New Deal y del Crecimiento Verde, hizo un estudio de distintos países (entre los que se incluía España) en el que concluyó que «mediante las inversiones en energía limpia, países situados en todos los niveles de desarrollo experimentarán una creación de empleo significativamente mayor que si mantuviesen su infraestructura de combustibles fósiles calculó que transitando hacia un modelo energético de energías limpias» (Pollin, 2020, p. 106). Y finalmente, este mismo año un grupo de investigadores ha calculado que cumplir los acuerdos de París generaría 8 millones de puestos de trabajo (Pai et al., 2021).
Entonces, ¿por qué se hace una inversión tan desastrosa habiendo alternativas mejores? Seguramente lo explican muchos factores, tales como la ideología o el buen lobby hecho por el sector aéreo. Aún así, hay dos factores que, a mi parecer, sobresalen por encima del resto y que son especialmente preocupantes.
El primero de ellos es pura y sencillamente el negacionismo climático. No quiero decir que el Gobierno de España ni que el Govern de la Generalitat sean negacionistas o desconozcan las consecuencias del cambio climático, o al menos no en términos generales. Pero esta decisión en concreto sí que se ha tomado desde el negacionismo en tanto que, bien porque la desconoce, bien porque la ignora, ha sido tomada a espaldas del mejor conocimiento científico del que disponemos.
Otro factor, para mi el más importante de todos, es la prevalencia del mito tecnocientífico en nuestras sociedades. Sin entrar en ello en profundidad, lo cierto es que hay una creencia generalizada de que el progreso de la ciencia es imparable y de que la tecnología todo lo puede. No cabe en nuestras mentes, pero especialmente en la de nuestros gobernantes, que pueda haber límites biofísicos y energéticos a lo que somos capaces de hacer. Sin esta creencia firme en el crecimiento económico y el progreso tecnocientífico indefinido no se entiende el negacionismo climático del que en ocasiones hacen gala nuestros políticos. Quizás, para evitar caer en estos impasses, debemos intentar compartir cada vez más la tarea de pensar algún tipo de mundo sostenible junto con quienes investigan sobre el mundo natural y la tecnología.
Capellán-Pérez, I., de Castro, C., & González, L. J. M. (2019). Dynamic Energy Return on Energy Investment (EROI) and material requirements in scenarios of global transition to renewable energies. Energy Strategy Reviews, 26, 100399.
Coyne, D. (2016, 30 julio). The Energy Transition – Peak Oil Barrel. Peak Oil Barrel. https://peakoilbarrel.com/the-energy-transition/
Hall, C. A., & Klitgaard, K. A. (2011). Energy and the Wealth of Nations. New York: Springer.
IRENA. (2020). Measuring the Socio-economics of Transition: Focus on Jobs. Abu Dhabi: IRENA.
Neale, J. (2010). One million climate jobs: solving the economic and environmental crises.
Pai, S., Emmerling, J., Drouet, L., Zerriffi, H., & Jewell, J. (2021). Meeting well-below 2° C target would increase energy sector jobs globally. One Earth, 4(7), 1026-1036.
Stern, David I. “Economic growth and energy.” Encyclopedia of energy 2.00147 (2004): 35-51.
Zittel, W., Zerhusen, J., Zerta, M., & Arnold, N. (2013). Fossil and nuclear fuels–the supply outlook. Berlin: Energy Watch Group.
Aquí las respuestas que nos ha dado Santiago Alba Rico, escritor, ensayista y filósofo, autor, entre otros, de Las reglas del caos. Apuntes para una antropología del mercado (Anagrama, 1995), Leer con niños (Caballo de Troya, 2007), Islamofobia: nosotros, los otros, el miedo (Icaria, 2015) y Ser o no ser (un cuerpo) (Seix Barral, 2017).
Si el ecologismo desea tener una incidencia real en las disputas políticas del futuro inmediato (y es imprescindible que la tenga) no puede pasar por alto las peculiaridades y temporalidades de las diversas esferas de lo humano.
Las tesis que reproducimos a continuación fueron escritas por Bertolt Brecht en los años treinta, en el marco del debate con Gyorg Lukács sobre la definición de «realismo» en la literatura y el arte, así como el empleo del mismo por los artistas antifascistas.
La crítica política y social se consiguió transmitir desde la crítica cultural, en una alianza estética de raigambre nietzscheana en la que la música era un elemento de transformación radical. Este nuevo paradigma no había sido aprovechado por la izquierda tradicional, que dejó pasar el impulso que esta revolución cultural había traído.
¿En qué se debe basar, entonces, nuestro hacer político y sus distintos modos? He aquí la pregunta fundamental. La respuesta por la que aquí apostamos es la autonomía, la capacidad del grupo para dotarse de sus propias reglas independientemente de factores externos.
Si ya no vemos igual, ni desde los mismos dispositivos, si cada vez hay más oferta de productos audiovisuales y el fútbol no mueve ficha, corre el riesgo de quedarse fuera de los nuevos mercados del consumo audiovisual.
«Muchas personas dicen que la experiencia de haber participado en un laboratorio ciudadano les cambió la vida»
En medio de una pandemia mundial -donde el proceso productivo neoliberal en el que ya vivíamos condiciona nuestra manera de sentir, relacionarnos y también curarnos-lo último que se permite es adolecer. Nuestras pérdidas son rápidas, ocultadas, secretas, dejan un duelo mudo, pero igual de profundo, es un duelo arrebatado.
Los nuevos periodistas crecen sabiendo que su futuro es un campo de minas, estudian una carrera muy mal estructurada y muy exigente y, como recompensa a todo ese aguante, obtienen un puesto mal remunerado, tremendamente esclavo y, por supuesto, inestable y frágil.
Al igual que los Shelby, podemos contemplar nuestras sociedades y afirmar que las élites son despiadadas, crueles e insolidarias. Sin embargo, conviene separarse de ellos a la hora de configurar el futuro a perseguir, uno en el que no quepan egoísmos narcisistas ni tradiciones opresoras.
La afirmación de Wittgenstein de que no existe “aplicación” de una regla porque la instancia de aplicación es interna a la propia regla y, como consecuencia, la transforma, es totalmente válida como principio rector para escribir una tesis.
Pese a que son siglos lo que nos separa de los escritos de Burke, su definición de lo sublime parece ajustarse al milímetro a la situación actual, y nos da las claves para entender por qué podemos experimentar placer estético en las consecuencias de una pandemia.
Como dice Eva Illouz en el prólogo del libro de Horvat, parece que el capitalismo nos ha arrebatado la capacidad de amar de manera radical. Nos encontramos ante la imposibilidad de replantear un concepto que parece haber quedado diluido entre las crisis del neoliberalismo.
La idea de la compulsión a la repetición es muy poderosa y ha calado profundamente en nuestra cultura. Me gustaría argumentar que, históricamente, el marxismo ha experimentado cuatro neurosis importantes: la neurosis económica, la neurosis filosófica, la neurosis histórica y la neurosis cultural.
'Los olvidados. Ficción de un proletariado reaccionario' no es un libro más, descubre el hilo común del pensamiento reaccionario contemporáneo y, a la vez, hace un ejercicio de arqueología brillante para responder a las entelequias de un obrerismo que pretende invocar a una clase obrera que jamás existió.
Habitualmente se entiende que la ciencia ficción, precisamente por su carácter especulativo, es un género con una relación particular con el progresismo y la izquierda. Sin que esto sea necesariamente falso, la realidad es que la historia del género está llena de grandes figuras y obras notables con relación directa con posturas reaccionarias e incluso con el fanatismo religioso.
Este artículo fue publicado originalmente por Stuart Hall en la revista Universities & Left Review, en el otoño de 1958, un momento en el que las transformaciones del capitalismo y de la izquierda después de la Segunda Guerra Mundial estaban cambiando Gran Bretaña y el mundo para siempre. La traducción al español es de Manuel Romero.
La transformación digital sigue hoy una dirección marcada por las políticas del momento, que favorecen la concentración empresarial, la extracción masiva y la acumulación de poder. Pero, como sucedió a principios del siglo pasado, estos criterios políticos pueden cambiarse.
En suma, Mercado y Estado no son términos antitéticos, sino necesariamente complementarios. Pero decimos más: no se trata sólo de considerar que ambas realidades son dependientes históricamente, sino de enfatizar que sus componentes estructurales están tan sumamente involucrados que sus contornos llegan a hacerse borrosos, hasta el punto de confundirse.
La camaradería es el resultado de la solidaridad, del compromiso y de la disciplina. Es una práctica compleja, en la que se fracasa una vez para levantarse y fracasar mejor. A veces puede ser asfixiante, pero la mayor parte de las veces es liberadora. Somos nosotres en un sentido colectivo.
El contexto Covid-19 nos trae un 'horror vacui' diferente, algo más angustiante que la patología psicológica conocida como 'fear of missing out' (FOMO), la posibilidad de que no nos estemos perdiendo nada porque nada está pasando y nada puede pasar.
El miedo de no saber qué demonios va a pasar con nuestra vida y con la de aquellos que queremos. El miedo de mirar al futuro y no saber qué esperar. El miedo de no ver un horizonte de posibilidad, sino un muro tras el cual no sabemos qué se esconde.
Realismo capitalista es –haciendo de lo complejo sencillez y de las respuestas fáciles preguntas difíciles– una de las grandes obras políticas de nuestro siglo, la que emite algunas lecciones fácilmente numerables para las políticas del “deseo poscapitalista” en el siglo XXI.
De un tiempo a esta parte me interesan las figuraciones de clase. Historias que reivindican las formas de vida obreras, ficciones que no esencializan ni se edifican en el antagonismo social y que de algún modo liberan a la literatura obrera de sus tareas históricas.
Más que luchar por una u otra interpretación, una misión muy loable pero que para mí aún es dudosa en el ejercicio de la crítica cultural, la indefinición de lo afectivo nos debe conducir a identificar a qué anhelos desarticulados apela la cultura popular.
«Leí tu libro la semana pasada y me sentí como si saliera a tomar aire después de pasar mucho tiempo bajo el agua. Me gustaría agradecerle de todo corazón que haya expresado de forma tan elocuente casi todo lo que había que decir, y que haya proporcionado una razón para la esperanza, cuando yo estaba a punto de desesperar.»
En definitiva, en el Manifiesto la ciencia le habla a la política como un cliente exigente que demanda aquellos servicios por los que paga. Esta posición no es nueva. Viene construyéndose desde hace décadas, en especial desde el mercado hacia el Estado.
La digitalización, que sigue un progreso exponencial según la ley de Moore, permite concebir, incluso a corto plazo, una sociedad en la que las máquinas realicen la mayor parte de las tareas, dejando a los humanos mucho tiempo para el autodesarrollo.
Somos mucho más rentables como espectadores-consumidores de contenido en plataformas ya que, si la televisión entraba en nuestra casa para ofrecernos entretenimiento a cambio de un porcentaje de tiempo invertido en publicidad, esta nueva forma de extracción de beneficios entra directamente en nuestro cuerpo, para buscar beneficios en los datos derivados de nuestro comportamiento.
Disney no podría habernos ofrecido un simbolismo más explícito de su empresa ideológica: Una casa (propiedad privada) que requiere de nuevas, reformadas y más progresistas, formas dentro de la misma institución (familia) para poder recuperar la magia (herencia).
¿Qué pasa si dejamos de considerar a la propiedad como algo sagrado y “permanente”, que incluso trasciende al individuo (y su supuesto esfuerzo) hasta sus herederos, y empezamos a considerar que esta es imposible sin un complejo sistema de relaciones sociales colectivas que la sostiene desde su origen?
La serie es un éxito puesto que (re)construye cómo una ideología como la Alt-Right puede llegar a ser hegemónica y lo hace en una dialéctica constante con la realidad que vive la sociedad estadounidense y sus pilares racistas.
¿No hay algo profundamente sospechoso en reflejar del lado de lo plebeyo la responsabilidad última del fascismo? ¿Por qué no encontramos, del lado de las élites, una imagen que pudiera tener el mismo peso simbólico? No es casual que el pueblo aparezca como el lugar de una sospecha y las élites queden, astutamente, sustraídas de la escena.
El valor de los libros de Peter Frase, Olin Wright y Aaron Bastani reside en su capacidad para darle la vuelta al famoso dictum de Jameson e imaginar que el neoliberalismo no existe. Hay una potencia afirmativa en esa negación que no es una cuestión menor.
La coyuntura tiene la singularidad de ser aquel momento sin el cual no se podrían visualizar ni reflexionar sobre determinados problemas políticos. Pensar la coyuntura implica, decía el epistemólogo crítico Hugo Zemelman, comprender el presente-potencial.
«Es necesario un nuevo movimiento internacionalista y pacifista que en los diferentes países movilice los intereses de las grandes mayorías, que exija la toma de acciones para prevenir conflictos, y en particular que se pongan fuertes límites a las armas nucleares.»
¿tan importante es la relación que se da entre el mundo de lo lleno y de lo vaciado? Parece probable que sí, que sea necesario todo este despliegue orientado a disimular la naturaleza conflictiva de las relaciones sociales de lo vaciado, hacia dentro y hacia fuera, sobre todo porque todos los sujetos implicados arriesgan mucho en este juego.
Si necesitamos pensar lo que nos está ocurriendo, ¿no sería importante que reflexionáramos sobre si lo que está sucediendo solo corrobora nuestras categorías y plantillas previas o si marca una diferencia aún por establecer?
El duelo, mientras haya recuerdo, afecto, es inevitable. La cuestión consiste en hacer un duelo sano, que sea llevable, en una existencia y una pérdida de la que el sujeto sea capaz de hacerse cargo.
Actualmente el debate se ha simplificado a partir de la categoría de "lo posmo", de manera que si te preocupa lo estético para construirte como sujeto, parece que estás abandonando la lucha de clases.
Este texto es un informe presentado el 20 de enero de 2017 en el marco de la sesión ¿Quiénes son los comunistas? de la Conferencia de Roma sobre el Comunismo. Fue publicado originalmente en italiano con el título Chi sono i comunisti en la página web del colectivo Euronomade, y traducido ahora al castellano por Manuel Romero.
Gorriti es Filósofa, becaria doctoral CONICET y docente de la UNC. Autora de Nicos Poulantzas: una teoría materialista del Estado (Doble ciencia). Farrán es Filósofo, Investigador CONICET y docente de posgrado (Universidad Nacional de Córdoba). Autor de Badiou y Lacan: el anudamiento del sujeto (Prometeo), Nodal. Método, estado, sujeto (La cebra) y Nodaléctica (La Cebra).
¿Y si las plataformas y su modelo de explotación basado en la extracción de datos hubieran sido solo un impasse en el proceso de construcción del Internet que finalmente se estabilizará en el futuro?
Este texto se publica en el marco del debate que tuvo lugar en el seminario "Marx y El Capital en el mundo contemporáneo" entre Jesús Rodríguez y Manuel Romero a propósito del lugar de lo político en la teoría marxista.
El necro-liberalismo asume de forma explícita y obscena la imposibilidad de conjugar el mantenimiento de la vida con el mantenimiento del orden político y económico, de ahí que se caracterice por hacer gala y enarbolar sin complejo alguno la bandera del desprecio a la vida.
Hemos lanzado una batería de preguntas a distintos pensadores y pensadoras con el fin de acercarnos a un análisis no tanto de la crisis del coronavirus en sí, como de los distintos escenarios de futuro a que nos puede conducir su salida. Aquí las respuestas que nos ha dado Luciana Cadahia, filósofa argentina, autora de Mediaciones de lo sensible. Hacia una nueva economía crítica de los dispositivos (FCE, 2017) y El círculo mágico del Estado (Lengua de Trapo, 2019).
Con el verano liberamos algo de tiempo libre para dedicar a la lectura, al cine o simplemente a no hacer nada. En el IECCS hemos recopilado algunos títulos de ensayos y novelas para que podáis disfrutarlas durante el mes de agosto, y hacer así algo más ameno este calor insufrible.
La guerra en Ucrania sitúa en un primer plano la importante dependencia energética exterior de la UE y aboga por una aceleración en el proceso de transición verde acometida en toda su extensión.
En estas líneas comparto con las compañeras y compañeros de España algunas reflexiones sobre las elecciones del pasado 15 y 16 de mayo en Chile y su relación con la rebelión popular que se inició en octubre del 2019. Primeras impresiones que destilan optimismo por los resultados favorables para las fuerzas políticas transformadoras que obtuvieron la mayoría de los escaños en la Convención que redactará la nueva Constitución Política, una Convención con paridad de género y 17 representantes de los pueblos indígenas.
Las comunidades no se pueden descontextualizar de los modos de producción en las que están insertas, de las transformaciones que se producen y en las que son producidas por seres humanos en el paso de sus vidas.
Hoy más que nunca necesitamos disponer de horizontes de futuro confiables, asegurar nuestras vidas -y no para cualquier forma de vida, sino para una que valga la pena ser vivida- como condición de posibilidad de cualquier forma de libertad política (pues sabemos que sin seguridad y confianza en el porvenir no hay libertad sino miedo y servidumbre).
"La pandemia ha enfatizado enormemente una tendencia que ya se estaba dibujando: una condición de miedo a la corporeidad, me atrevería a decir, incluso, una sensibilización fóbica hacia el cuerpo del otro."
El video presidencial en inglés siguen revelando datos importantes del relato que el gobierno está cocinando, en él se resignifican dos de las imágenes con las que se ha caracterizado al régimen uribista de Duque: la del títere y la del hombre desconectado de la realidad.
En este marco el ámbito de la cultura cobra especial importancia en la consecución de la hegemonía, proceso a través del cual se universalizan intereses y afectos, en palabras de Gramsci, “la conquista del poder cultural es previa a la del poder político”.
En el sistema semiológico de Barthes el mito se presenta como una potencia naturalizadora, una herramienta de normalización. Por eso, en su descripción de las lógicas de funcionamiento del mito hay todo un intento de impugnar la normalidad de los quehaceres cotidianos
La pregunta que tenemos que hacernos es si preferimos vivir peor para mantener ciertos negocios o apostamos por mejorar la vida y forzar un desplazamiento productivo hacia otros sectores. Claramente lo que tiene que primar es la calidad de vida y lo que tiene que adaptarse es el modelo productivo, no al revés.
El verano y las vacaciones se agotan, y también el tiempo libre para dedicar a la lectura, al cine o simplemente a no hacer nada. En el IECCS hemos recopilado algunos títulos de ensayos, novelas, películas y documentales para que puedas disfrutarlas durante el mes de agosto.
A pesar de la omnipresencia de este debate, es necesario cubrir una carencia fundamental de la mayoría de estos discursos: rebatir el desdén generalizado ––en gran parte de las ocasiones automático; en otras sencillamente visceral–– hacia la nostalgia y, en consecuencia, hacia su poso melancólico.
Cabe cuestionarse si a estos "liberales" alguna vez les importó algo más que su persona, si aquella condescendencia de clase no supone en realidad un brillante ejemplo de conciencia de clase –de clase privilegiada, por supuesto– a la que le duró demasiado el disfraz democrático y popular.
Como defendió Matt Colquhoun recientemente en su blog, la serie no es el capitalismo avanzando a través de la apropiación del sentimiento anticapitalista sino el sentimiento anticapitalista avanzando a través de la apropiación del capitalismo.
No es nuevo decir que, tras décadas de neoliberalismo, la responsabilidad sobre el empleo descansa cada vez más sobre los propios individuos. Cada vez son más los programas educativos que añaden en sus currículos una nueva y apetecible competencia: la empleabilidad.
Series como 'Succession' sirven para detectar la corrosión del poder, la política y el dinero mientras nos deleitamos con las disfunciones psicológicas de sus protagonistas. Si la serie sirve para cartografiar el capitalismo multinacional es gracias a su efecto de “totalidad”.
El pensamiento de Davis, como buen materialista y marxista, operaba en continuo diálogo con el ruido del presente, con sus obstáculos, sus rugosidades y pliegues, sus pervivencias, sus proyecciones y posibilidades.
«La literatura, para mí, está presente en cada momento, en cada detalle de lo cotidiano, está sucediendo todo el tiempo. Pero, al mismo tiempo, qué difícil es lograr una buena traducción de la vida a las palabras, de la mente a las palabras.»