La guerra en Ucrania sitúa en un primer plano la importante dependencia energética exterior de la UE y aboga por una aceleración en el proceso de transición verde acometida en toda su extensión.
El gran economista británico John Maynard Keynes impartió una conferencia en Madrid en 1931. La tituló: las posibilidades económicas de nuestros nietos. En aquellos momentos de zozobra colectiva por la Gran Depresión, Keynes levantó los ojos por encima de la coyuntura para mostrar que aquello era un tropiezo dentro de una larga historia de éxitos que tenía además un futuro brillante; y no se equivocó. Casi cien años después -Keynes puso las luces largas en su predicción-, la acumulación de capital que se ha producido en Occidente es de tal calibre que la economía ya no se enfrenta a un problema de eficiencia para el crecimiento, sino de redistribución justa para cubrir con calidad lo que este gran economista denominó “necesidades absolutas”, aquellas que permiten llevar una vida digna. Atendidas éstas, las personas se podrían dedicar a lo importante: disfrutar de las relaciones interpersonales y cultivar las Bellas Artes, como él hizo con sus colegas del círculo de Bloomsbury.
Las muertes por la pandemia y la guerra de Ucrania vuelen a empujar a los europeos y europeas hacia la frustración. Afortunadamente ahora disponemos de instituciones nacionales e internacionales y medios para controlar y disolver mejor la incertidumbre y los problemas. Por ejemplo, la gripe de 1918 no contó con las vacunas, los avances médicos y los sistemas sanitarios universales que hay ahora. Aunque estas ventajas se han podido ir al traste por la subordinación del riesgo sistémico de una variante ingobernable a la cuenta de resultados de unas pocas empresas farmacéuticas.
La guerra que sufren las personas que viven en Ucrania debe servir para reforzar el compromiso con la democracia, la seguridad y autonomía frente a terceros, la igualdad de oportunidades para que el ejercicio de las libertades sea real y la atenuación de las diferencias para que la concentración del poder económico no termine suspendiendo esas libertades. La guerra debe conducir a más Europa y más democracia en sus órganos de gobierno y no debe quedarse en un aumento del gasto en defensa, sino que hay que aprovechar la oportunidad para cambiar el modelo económico europeo actual, que ha conducido a un crecimiento débil, deflación y desigualdad. Esto a su vez ha alimentado las opciones políticas nacionalistas y xenófobas dentro de la UE, que buscarán aprovechar la agresión del ejército ruso para reforzar la aceptación por los ciudadanos de respuestas autoritarias que restrinjan las libertades o aumenten la presión sobre los colectivos vulnerables, como si ellos fueran los causantes de los problemas.
El modelo actual de economías orientadas principalmente a la exportación se contrapone al basado fundamentalmente en la demanda interna y a la cooperación entre países frente a la competencia. Con las exportaciones son otros, mediante la demanda externa, los que empujan el crecimiento económico de un país. El modelo alternativo es basar el impulso de la actividad económica en atender las necesidades absolutas internas de las que hablaba Keynes, sin que esto implique que se deje de exportar, pero ahora el objetivo principal no es el superávit comercial, sino que sería posible tener un saldo exterior negativo siempre y cuando éste se justifique por una inversión productiva desarrolladora. El objetivo en el modelo cooperativo es saltar a la siguiente pantalla de desarrollo (una economía descarbonizada) y no la competitividad internacional per se, aunque ésta debe cuidarse también evitando procesos de concentración empresarial excesivos. En cualquier caso, la transición verde supondrá un gran reequilibrio del saldo exterior de los países sin fuentes de energía fósil que se podrá emplear en mejorar los salarios, reducir la jornada de trabajo y mejorar la educación y la protección social.
La disputa por la demanda externa en economías orientadas a la exportación conduce -como se comprueba en el Mercado Único Europeo- a la puesta en práctica de políticas de devaluación de las condiciones de trabajo y al recorte de los impuestos a las empresas multinacionales con el fin de hacerlas más competitivas y que ganen una mayor porción del mercado internacional. Esto lleva a medio plazo a un crecimiento débil, por el progresivo deterioro de la capacidad adquisitiva de las personas trabajadoras, aumenta la desigualdad, la pobreza laboral y fomenta -como se apuntó- las opciones extremistas que señalan a colectivos vulnerables como responsables del deterioro de las condiciones sociales y de trabajo.
Que exista un brazo preventivo y punitivo para los déficits públicos excesivos y no para los superávits comerciales, es una prueba clara de hasta donde se ha impuesto este modelo económico que, en última instancia, facilita la colonización comercial silente de las economías menos competitivas por aquellas otras en mejor posición de partida. Esas economías no solo han querido ganar en los intercambios comerciales internacionales defendiendo su status quo mediante una regulación conveniente, sino que también han dado la batalla hasta en los tribunales internacionales para que los excedentes que acumulan fueran remunerados al mayor tipo de interés en la economía financiera.
Recuérdese que Draghi fue llevado ante el Tribunal de Justicia de la UE cuando intentó poner en marcha un programa de compra de deuda pública en el mercado secundario. Este programa nunca vio la luz y hubo que esperar a 2015 para que el BCE pudiera iniciar la expansión cuantitativa de su balance, rebajar las primas de riesgo de la deuda pública y terminar con la fragmentación financiera de la Eurozona. Por contraste, Estados Unidos tuvo expansión cuantitativa desde 2008 y como resultado sus expectativas de inflación siguieron ancladas, mientras que en la Eurozona se llegó a rozar la zona de deflación y en la última década se ha incumplido el objetivo de inflación. Todo esto se tradujo en una economía europea menos dinámica -una inflación sana de entre el 2% y el 3% es un premio para los que invierten y consumen más-, donde el desendeudamiento fue más lento y donde creció la extracción de renta de los ahorradores sobre los agentes económicos más dinámicos.
Adicionalmente, la guerra en Ucrania sitúa en un primer plano la importante dependencia energética exterior de la UE y aboga por una aceleración en el proceso de transición verde acometida en toda su extensión: energética, movilidad, rehabilitación de edificios, agrícola, recursos hídricos y desertización. La expansión de las energías de origen renovable sirve para detener el cambio climático y superar la fragilidad de las economías europeas en la generación de energía. Alcanzar este doble dividendo requiere hacer lo que el Comisario Paolo Gentiloni no se cansa de repetir, que hay que invertir 520.000 millones de euros al año de aquí a 2030 para alcanzar los objetivos de lucha contra el cambio climático. Aunque Gentiloni habla principalmente de inversión privada, la verdad es que lograr este reto pasa por la movilización de importantes recursos públicos para la inversión.
El establecimiento de un Mecanismo de Recuperación y Resiliencia permanente sería el instrumento necesario para lograrlo, así como para desarrollar proyectos europeos supranacionales que hagan frente a las empresas estadounidenses y chinas en la digitalización y sectores de vanguardia. Aquí el modelo de Airbus -que venció a Boeing y la McDonnell Douglas- sería el ejemplo a seguir. El dividendo de esta inversión sería triple: independencia energética, energías limpias y un dinamismo económico con origen en la inversión y la innovación, en lugar de mediante le recorte de los derechos laborales y la caída de la recaudación en el impuesto de sociedades.
La transición verde y la transformación digital son para España una oportunidad histórica, como lo fue la entrada en el euro; solo que esta vez no se debería desaprovechar. La introducción del euro supuso disponer por primera vez en la historia económica española de una moneda fuerte con un tipo de cambio estable y tipos de interés bajos. Hasta entonces los ministros de economía españoles batallaban por mantener una cotización estable de la peseta -a costa de tipos de interés altos que dañaban la inversión- para comprar la energía y materias primas a un precio razonable que no generara mucha inflación. Con el euro, por primera vez, el ministro de economía de turno no necesitaba preocuparse por la estabilización de las constantes vitales básicas de la economía y podía dedicarse al desarrollo del tejido productivo.
Desgraciadamente, la oportunidad que abrió el euro no solo se desaprovechó, sino que se usó para alimentar una burbuja de precios en el sector inmobiliario que dejó endeudado al país. La responsabilidad, sin embargo, no fue solo de los gobernantes nacionales que, como en la dictadura, han seguido durante la democracia muy capturados por los intereses económicos de las grandes corporaciones. El BCE fue, asimismo, artífice de la burbuja inmobiliaria española. A principios de siglo Alemania atravesaba una recesión que, en lugar de encararse con una política fiscal expansiva, se resolvió mediante medidas de austeridad expansiva. El ajuste se llevó a cabo con las reformas Hartz y el BCE puso en marcha una política monetaria con bajada de tipos que no se justificaba por los fundamentales de la Eurozona. La receta de la austeridad expansiva se aplicaría después durante la crisis del euro a las economías europeas en dificultades, pero esta vez en su versión ricino pues no habría apoyo monetario por parte del banco central.
En consecuencia, la crisis derivada de la pandemia y la causada por la crisis inmobiliaria no son tan diferentes. La actual tiene su origen en un virus zoonótico y la anterior en un virus monetario que generó un exceso de liquidez que hizo, entre otras cosas, que se compraran todos los coches de alta cilindrada que Alemania necesitaba para salir de la recesión. Ahora el eficaz funcionamiento de las vacunas y el sistema sanitario nos han librado de muchas muertes y han posibilitado una más rápida salida de la crisis. En cambio, durante la burbuja inmobiliaria el Banco de España -el organismo cuya independencia está pensada para evitarlas- se puso de perfil. Luego alguien olvidó recapitalizar las entidades de crédito con dificultades durante la fase de repuesta expansiva contra la crisis, mientras paradójicamente varios países europeos sí inyectaban cantidades ingentes de capital en sus bancos entrampados en el fraude de las subprime. Después alguien saneó las Cajas de Ahorros con 100.000 millones puestos por el contribuyente y las regaló a los grandes bancos, perdiéndose para siempre una de las palancas de desarrollo local más importantes con las que ha contado el país. Es difícil predecir cuál será el efecto a largo plazo de esta pérdida, pero las consecuencias podrían ser desastrosas sobre el tejido productivo y el empleo.
Pero dejemos aquí el relato de este nuevo y reciente capítulo de “pueblo traicionado” y volvamos al presente brillante, pues el tren del progreso vuelve a pasar por delante de nuestro país. España cuenta con claras ventajas en la transición verde gracias a sus muchas horas de sol y viento. Puede convertirse no en poco tiempo en un país que genere su propia energía y además que esta sea limpia y barata. De culminarse esta misión con éxito, España podría dejar de ser un país periférico en Europa y empezar su viaje al centro. Esta es también una transición industrializadora pues, como detalla nuestra brillante Secretaria de Estado de Energía, el 90% de la cadena de valor eólica, el 60% de la fotovoltaica y el 90% de los bienes de equipo eléctricos son de fabricación nacional.
Como en el ajedrez es conveniente avanzar algunos movimientos en lo que puede significar para el tejido productivo convertirse en un país generador independiente de energía limpia y barata, aunque pudiera parecer una cuestión a demasiado a largo plazo. No lo es porque sus efectos ya se están desencadenando de manera creciente. España se convertiría así en un polo de atracción de inversiones internacionales y posiblemente de actividades energívoras: cementeras, siderurgia del aluminio, granjas de minado de criptomonedas, etc. Y sobre esto el economista jefe del BBVA ha planteado una cuestión clave que debería formar parte del debate público: ¿son estas las empresas que queremos para nuestro país? Si no estamos atentos al siguiente movimiento, nos ocurrirá como con el euro, que alguien moverá ficha por nosotros y decidirá cómo asignar esa energía limpia y barata y los excedentes que se liberen. Del empleo del euro para inflar una burbuja de precios surgieron grandes empresas constructoras que ahora ganan grandes contratos internacionales, pero a que precio: a costa de dejar endeudado a todo el país. Este no parece un buen ejemplo de modelo de desarrollo.
En algún despacho de alguna cancillería de Centroeuropa a España le han podido asignar ya el papel de ser la Florida de Europa. Sin embargo, Florida es uno de los estados más pobres de Estados Unidos y a lo que deberíamos aspirar es a convertirnos en California; el más rico. Para esto es necesario prestar también tanta atención a la transformación digital como a la transición verde. Desgraciadamente aquí el gobierno no tiene tan claro el dibujo de las cadenas de valor nacionales y se corre el peligro de no asistir a una digitalización industrializadora. La esperanza es que sigue habiendo tiempo para corregir el tiro, la duda es que si se es consciente de esta importante carencia.
Publicado originalmente en: https://caleidonomics.com/guerra-y-esperanza/
Pese a que son siglos lo que nos separa de los escritos de Burke, su definición de lo sublime parece ajustarse al milímetro a la situación actual, y nos da las claves para entender por qué podemos experimentar placer estético en las consecuencias de una pandemia.
Con el verano liberamos algo de tiempo libre para dedicar a la lectura, al cine o simplemente a no hacer nada. En el IECCS hemos recopilado algunos títulos de ensayos y novelas para que podáis disfrutarlas durante el mes de agosto, y hacer así algo más ameno este calor insufrible.
'Los olvidados. Ficción de un proletariado reaccionario' no es un libro más, descubre el hilo común del pensamiento reaccionario contemporáneo y, a la vez, hace un ejercicio de arqueología brillante para responder a las entelequias de un obrerismo que pretende invocar a una clase obrera que jamás existió.
Los nuevos periodistas crecen sabiendo que su futuro es un campo de minas, estudian una carrera muy mal estructurada y muy exigente y, como recompensa a todo ese aguante, obtienen un puesto mal remunerado, tremendamente esclavo y, por supuesto, inestable y frágil.
Este texto es un informe presentado el 20 de enero de 2017 en el marco de la sesión ¿Quiénes son los comunistas? de la Conferencia de Roma sobre el Comunismo. Fue publicado originalmente en italiano con el título Chi sono i comunisti en la página web del colectivo Euronomade, y traducido ahora al castellano por Manuel Romero.
En definitiva, en el Manifiesto la ciencia le habla a la política como un cliente exigente que demanda aquellos servicios por los que paga. Esta posición no es nueva. Viene construyéndose desde hace décadas, en especial desde el mercado hacia el Estado.
La digitalización, que sigue un progreso exponencial según la ley de Moore, permite concebir, incluso a corto plazo, una sociedad en la que las máquinas realicen la mayor parte de las tareas, dejando a los humanos mucho tiempo para el autodesarrollo.
Somos mucho más rentables como espectadores-consumidores de contenido en plataformas ya que, si la televisión entraba en nuestra casa para ofrecernos entretenimiento a cambio de un porcentaje de tiempo invertido en publicidad, esta nueva forma de extracción de beneficios entra directamente en nuestro cuerpo, para buscar beneficios en los datos derivados de nuestro comportamiento.
En medio de una pandemia mundial -donde el proceso productivo neoliberal en el que ya vivíamos condiciona nuestra manera de sentir, relacionarnos y también curarnos-lo último que se permite es adolecer. Nuestras pérdidas son rápidas, ocultadas, secretas, dejan un duelo mudo, pero igual de profundo, es un duelo arrebatado.
«La literatura, para mí, está presente en cada momento, en cada detalle de lo cotidiano, está sucediendo todo el tiempo. Pero, al mismo tiempo, qué difícil es lograr una buena traducción de la vida a las palabras, de la mente a las palabras.»
La coyuntura tiene la singularidad de ser aquel momento sin el cual no se podrían visualizar ni reflexionar sobre determinados problemas políticos. Pensar la coyuntura implica, decía el epistemólogo crítico Hugo Zemelman, comprender el presente-potencial.
En este marco el ámbito de la cultura cobra especial importancia en la consecución de la hegemonía, proceso a través del cual se universalizan intereses y afectos, en palabras de Gramsci, “la conquista del poder cultural es previa a la del poder político”.
Al igual que los Shelby, podemos contemplar nuestras sociedades y afirmar que las élites son despiadadas, crueles e insolidarias. Sin embargo, conviene separarse de ellos a la hora de configurar el futuro a perseguir, uno en el que no quepan egoísmos narcisistas ni tradiciones opresoras.
«Es necesario un nuevo movimiento internacionalista y pacifista que en los diferentes países movilice los intereses de las grandes mayorías, que exija la toma de acciones para prevenir conflictos, y en particular que se pongan fuertes límites a las armas nucleares.»
Actualmente el debate se ha simplificado a partir de la categoría de "lo posmo", de manera que si te preocupa lo estético para construirte como sujeto, parece que estás abandonando la lucha de clases.
¿Y si las plataformas y su modelo de explotación basado en la extracción de datos hubieran sido solo un impasse en el proceso de construcción del Internet que finalmente se estabilizará en el futuro?
En suma, Mercado y Estado no son términos antitéticos, sino necesariamente complementarios. Pero decimos más: no se trata sólo de considerar que ambas realidades son dependientes históricamente, sino de enfatizar que sus componentes estructurales están tan sumamente involucrados que sus contornos llegan a hacerse borrosos, hasta el punto de confundirse.
El necro-liberalismo asume de forma explícita y obscena la imposibilidad de conjugar el mantenimiento de la vida con el mantenimiento del orden político y económico, de ahí que se caracterice por hacer gala y enarbolar sin complejo alguno la bandera del desprecio a la vida.
Como dice Eva Illouz en el prólogo del libro de Horvat, parece que el capitalismo nos ha arrebatado la capacidad de amar de manera radical. Nos encontramos ante la imposibilidad de replantear un concepto que parece haber quedado diluido entre las crisis del neoliberalismo.
La afirmación de Wittgenstein de que no existe “aplicación” de una regla porque la instancia de aplicación es interna a la propia regla y, como consecuencia, la transforma, es totalmente válida como principio rector para escribir una tesis.
Las comunidades no se pueden descontextualizar de los modos de producción en las que están insertas, de las transformaciones que se producen y en las que son producidas por seres humanos en el paso de sus vidas.
No es nuevo decir que, tras décadas de neoliberalismo, la responsabilidad sobre el empleo descansa cada vez más sobre los propios individuos. Cada vez son más los programas educativos que añaden en sus currículos una nueva y apetecible competencia: la empleabilidad.
Este artículo fue publicado originalmente por Stuart Hall en la revista Universities & Left Review, en el otoño de 1958, un momento en el que las transformaciones del capitalismo y de la izquierda después de la Segunda Guerra Mundial estaban cambiando Gran Bretaña y el mundo para siempre. La traducción al español es de Manuel Romero.
La crítica política y social se consiguió transmitir desde la crítica cultural, en una alianza estética de raigambre nietzscheana en la que la música era un elemento de transformación radical. Este nuevo paradigma no había sido aprovechado por la izquierda tradicional, que dejó pasar el impulso que esta revolución cultural había traído.
Como defendió Matt Colquhoun recientemente en su blog, la serie no es el capitalismo avanzando a través de la apropiación del sentimiento anticapitalista sino el sentimiento anticapitalista avanzando a través de la apropiación del capitalismo.
¿Qué pasa si dejamos de considerar a la propiedad como algo sagrado y “permanente”, que incluso trasciende al individuo (y su supuesto esfuerzo) hasta sus herederos, y empezamos a considerar que esta es imposible sin un complejo sistema de relaciones sociales colectivas que la sostiene desde su origen?
Si el ecologismo desea tener una incidencia real en las disputas políticas del futuro inmediato (y es imprescindible que la tenga) no puede pasar por alto las peculiaridades y temporalidades de las diversas esferas de lo humano.
El valor de los libros de Peter Frase, Olin Wright y Aaron Bastani reside en su capacidad para darle la vuelta al famoso dictum de Jameson e imaginar que el neoliberalismo no existe. Hay una potencia afirmativa en esa negación que no es una cuestión menor.
En estas líneas comparto con las compañeras y compañeros de España algunas reflexiones sobre las elecciones del pasado 15 y 16 de mayo en Chile y su relación con la rebelión popular que se inició en octubre del 2019. Primeras impresiones que destilan optimismo por los resultados favorables para las fuerzas políticas transformadoras que obtuvieron la mayoría de los escaños en la Convención que redactará la nueva Constitución Política, una Convención con paridad de género y 17 representantes de los pueblos indígenas.
El video presidencial en inglés siguen revelando datos importantes del relato que el gobierno está cocinando, en él se resignifican dos de las imágenes con las que se ha caracterizado al régimen uribista de Duque: la del títere y la del hombre desconectado de la realidad.
Habitualmente se entiende que la ciencia ficción, precisamente por su carácter especulativo, es un género con una relación particular con el progresismo y la izquierda. Sin que esto sea necesariamente falso, la realidad es que la historia del género está llena de grandes figuras y obras notables con relación directa con posturas reaccionarias e incluso con el fanatismo religioso.
La pregunta que tenemos que hacernos es si preferimos vivir peor para mantener ciertos negocios o apostamos por mejorar la vida y forzar un desplazamiento productivo hacia otros sectores. Claramente lo que tiene que primar es la calidad de vida y lo que tiene que adaptarse es el modelo productivo, no al revés.
Cabe cuestionarse si a estos "liberales" alguna vez les importó algo más que su persona, si aquella condescendencia de clase no supone en realidad un brillante ejemplo de conciencia de clase –de clase privilegiada, por supuesto– a la que le duró demasiado el disfraz democrático y popular.
Si necesitamos pensar lo que nos está ocurriendo, ¿no sería importante que reflexionáramos sobre si lo que está sucediendo solo corrobora nuestras categorías y plantillas previas o si marca una diferencia aún por establecer?
Hemos lanzado una batería de preguntas a distintos pensadores y pensadoras con el fin de acercarnos a un análisis no tanto de la crisis del coronavirus en sí, como de los distintos escenarios de futuro a que nos puede conducir su salida. Aquí las respuestas que nos ha dado Luciana Cadahia, filósofa argentina, autora de Mediaciones de lo sensible. Hacia una nueva economía crítica de los dispositivos (FCE, 2017) y El círculo mágico del Estado (Lengua de Trapo, 2019).
Hay una creencia generalizada de que el progreso de la ciencia es imparable y de que la tecnología todo lo puede. No cabe en nuestras mentes, pero especialmente en la de nuestros gobernantes, que pueda haber límites biofísicos y energéticos a lo que somos capaces de hacer
La idea de la compulsión a la repetición es muy poderosa y ha calado profundamente en nuestra cultura. Me gustaría argumentar que, históricamente, el marxismo ha experimentado cuatro neurosis importantes: la neurosis económica, la neurosis filosófica, la neurosis histórica y la neurosis cultural.
«Muchas personas dicen que la experiencia de haber participado en un laboratorio ciudadano les cambió la vida»
"La pandemia ha enfatizado enormemente una tendencia que ya se estaba dibujando: una condición de miedo a la corporeidad, me atrevería a decir, incluso, una sensibilización fóbica hacia el cuerpo del otro."
De un tiempo a esta parte me interesan las figuraciones de clase. Historias que reivindican las formas de vida obreras, ficciones que no esencializan ni se edifican en el antagonismo social y que de algún modo liberan a la literatura obrera de sus tareas históricas.
Series como 'Succession' sirven para detectar la corrosión del poder, la política y el dinero mientras nos deleitamos con las disfunciones psicológicas de sus protagonistas. Si la serie sirve para cartografiar el capitalismo multinacional es gracias a su efecto de “totalidad”.
La camaradería es el resultado de la solidaridad, del compromiso y de la disciplina. Es una práctica compleja, en la que se fracasa una vez para levantarse y fracasar mejor. A veces puede ser asfixiante, pero la mayor parte de las veces es liberadora. Somos nosotres en un sentido colectivo.
El miedo de no saber qué demonios va a pasar con nuestra vida y con la de aquellos que queremos. El miedo de mirar al futuro y no saber qué esperar. El miedo de no ver un horizonte de posibilidad, sino un muro tras el cual no sabemos qué se esconde.
El verano y las vacaciones se agotan, y también el tiempo libre para dedicar a la lectura, al cine o simplemente a no hacer nada. En el IECCS hemos recopilado algunos títulos de ensayos, novelas, películas y documentales para que puedas disfrutarlas durante el mes de agosto.
Creo que hay pocas definiciones más hermosas de democracia que aquella que reconoce no ser más que el esfuerzo que realizamos conjuntamente para definir a oscuras, acompañado por otros tan ciegos como nosotros mismos, qué es bueno y qué es malo.
La serie es un éxito puesto que (re)construye cómo una ideología como la Alt-Right puede llegar a ser hegemónica y lo hace en una dialéctica constante con la realidad que vive la sociedad estadounidense y sus pilares racistas.
Más que luchar por una u otra interpretación, una misión muy loable pero que para mí aún es dudosa en el ejercicio de la crítica cultural, la indefinición de lo afectivo nos debe conducir a identificar a qué anhelos desarticulados apela la cultura popular.
«Leí tu libro la semana pasada y me sentí como si saliera a tomar aire después de pasar mucho tiempo bajo el agua. Me gustaría agradecerle de todo corazón que haya expresado de forma tan elocuente casi todo lo que había que decir, y que haya proporcionado una razón para la esperanza, cuando yo estaba a punto de desesperar.»
A pesar de la omnipresencia de este debate, es necesario cubrir una carencia fundamental de la mayoría de estos discursos: rebatir el desdén generalizado ––en gran parte de las ocasiones automático; en otras sencillamente visceral–– hacia la nostalgia y, en consecuencia, hacia su poso melancólico.
Las tesis que reproducimos a continuación fueron escritas por Bertolt Brecht en los años treinta, en el marco del debate con Gyorg Lukács sobre la definición de «realismo» en la literatura y el arte, así como el empleo del mismo por los artistas antifascistas.
El pensamiento de Davis, como buen materialista y marxista, operaba en continuo diálogo con el ruido del presente, con sus obstáculos, sus rugosidades y pliegues, sus pervivencias, sus proyecciones y posibilidades.
El duelo, mientras haya recuerdo, afecto, es inevitable. La cuestión consiste en hacer un duelo sano, que sea llevable, en una existencia y una pérdida de la que el sujeto sea capaz de hacerse cargo.
Este texto se publica en el marco del debate que tuvo lugar en el seminario "Marx y El Capital en el mundo contemporáneo" entre Jesús Rodríguez y Manuel Romero a propósito del lugar de lo político en la teoría marxista.
Disney no podría habernos ofrecido un simbolismo más explícito de su empresa ideológica: Una casa (propiedad privada) que requiere de nuevas, reformadas y más progresistas, formas dentro de la misma institución (familia) para poder recuperar la magia (herencia).
Si ya no vemos igual, ni desde los mismos dispositivos, si cada vez hay más oferta de productos audiovisuales y el fútbol no mueve ficha, corre el riesgo de quedarse fuera de los nuevos mercados del consumo audiovisual.
La transformación digital sigue hoy una dirección marcada por las políticas del momento, que favorecen la concentración empresarial, la extracción masiva y la acumulación de poder. Pero, como sucedió a principios del siglo pasado, estos criterios políticos pueden cambiarse.
Aquí las respuestas que nos ha dado Santiago Alba Rico, escritor, ensayista y filósofo, autor, entre otros, de Las reglas del caos. Apuntes para una antropología del mercado (Anagrama, 1995), Leer con niños (Caballo de Troya, 2007), Islamofobia: nosotros, los otros, el miedo (Icaria, 2015) y Ser o no ser (un cuerpo) (Seix Barral, 2017).
Hoy más que nunca necesitamos disponer de horizontes de futuro confiables, asegurar nuestras vidas -y no para cualquier forma de vida, sino para una que valga la pena ser vivida- como condición de posibilidad de cualquier forma de libertad política (pues sabemos que sin seguridad y confianza en el porvenir no hay libertad sino miedo y servidumbre).
En el sistema semiológico de Barthes el mito se presenta como una potencia naturalizadora, una herramienta de normalización. Por eso, en su descripción de las lógicas de funcionamiento del mito hay todo un intento de impugnar la normalidad de los quehaceres cotidianos
Gorriti es Filósofa, becaria doctoral CONICET y docente de la UNC. Autora de Nicos Poulantzas: una teoría materialista del Estado (Doble ciencia). Farrán es Filósofo, Investigador CONICET y docente de posgrado (Universidad Nacional de Córdoba). Autor de Badiou y Lacan: el anudamiento del sujeto (Prometeo), Nodal. Método, estado, sujeto (La cebra) y Nodaléctica (La Cebra).
¿No hay algo profundamente sospechoso en reflejar del lado de lo plebeyo la responsabilidad última del fascismo? ¿Por qué no encontramos, del lado de las élites, una imagen que pudiera tener el mismo peso simbólico? No es casual que el pueblo aparezca como el lugar de una sospecha y las élites queden, astutamente, sustraídas de la escena.
¿tan importante es la relación que se da entre el mundo de lo lleno y de lo vaciado? Parece probable que sí, que sea necesario todo este despliegue orientado a disimular la naturaleza conflictiva de las relaciones sociales de lo vaciado, hacia dentro y hacia fuera, sobre todo porque todos los sujetos implicados arriesgan mucho en este juego.
El contexto Covid-19 nos trae un 'horror vacui' diferente, algo más angustiante que la patología psicológica conocida como 'fear of missing out' (FOMO), la posibilidad de que no nos estemos perdiendo nada porque nada está pasando y nada puede pasar.
¿En qué se debe basar, entonces, nuestro hacer político y sus distintos modos? He aquí la pregunta fundamental. La respuesta por la que aquí apostamos es la autonomía, la capacidad del grupo para dotarse de sus propias reglas independientemente de factores externos.