La afirmación de Wittgenstein de que no existe “aplicación” de una regla porque la instancia de aplicación es interna a la propia regla y, como consecuencia, la transforma, es totalmente válida como principio rector para escribir una tesis.
Este memorando de Ernesto Laclau para estudiantes de doctorado del programa de Ideología y Análisis del Discurso de la Universidad de Essex (Reino Unido), fechado a 18 de junio de 1991, fue publicado en su versión inglesa original por Claes Wrangel en el blog That’s Not It. La traducción al castellano que ofrecemos a continuación ha sido realizada para el IECCS por David Sánchez Piñeiro y Sergio Calderón Harker.
Hay dos malentendidos que deben ser cuidadosamente evitados a la hora de escribir una tesis de doctorado en el programa IDA [Ideología y Análisis del Discurso]. Las llamaré: (a) el mito del caso de estudio; (b) el mito de la “metodología”.
Consiste en el supuesto de que existe algo tal como un ‘marco teórico’ que se aplica a algún material empírico particular. En realidad, dicha aplicación no es un ejercicio plenamente válido: es lo que se espera de un buen Trabajo de Fin de Máster (MA dissertation), en el cual él/la estudiante tiene que demostrar que ha entendido un enfoque teórico y sabe cómo relacionarlo, de manera preliminar, con el análisis de una situación concreta. Pero esto es completamente insuficiente en una tesis de doctorado, que sólo es exitosa si consigue superar la relación de exterioridad entre el “enfoque teórico” y el “caso de estudio”.
Si esta subversión de la separación entre los dos aspectos no se produce, se podría terminar en una situación en la que los capítulos teóricos de todas las tesis podrían ser el mismo y la única diferencia vendría dada por los casos a los cuales se aplica, convirtiendo la aplicación en un ejercicio aburrido y extremadamente mecánico. Una tesis exitosa es aquella que avanza tanto en el nivel teórico como en el nivel del análisis concreto. La afirmación de Wittgenstein de que no existe “aplicación” de una regla porque la instancia de aplicación es interna a la propia regla y, como consecuencia, la transforma, es totalmente válida como principio rector para escribir una tesis.
¿Cómo se debe dar en la práctica este proceso? Existen varias consideraciones:
1. El aspecto más importante tiene que ver con la adquisición y el desarrollo de una perspectiva teórica. El peligro principal aquí es lo que llamaríamos un “conocimiento superficial generalizado de un área” (por ejemplo, leer un capítulo de Foucault, un libro de Derrida, un ensayo de Barthes, un resumen de la filosofía de Hegel, etcétera). En otras palabras: ser un aprendiz de todos los oficios y maestro de ninguno. Este tipo de lectura, que es inevitable cuando se están cursando asignaturas de un grado, ha de ser decididamente abandonada en el momento de desarrollar la perspectiva teórica de una tesis. El centro de la misma debe ser el estudio en profundidad de unos pocos textos fundamentales, que serán diferentes en cada tesis. Sin el esfuerzo y la disciplina que requiere abrirse camino a través de textos complejos y fundamentales una tesis será necesariamente superficial.
2. Durante el periodo de tres o cuatro años que tiene el/la estudiante para completar su tesis, hay en la mayoría de los casos tiempo suficiente sólo para leer en profundidad a un/a autor/a principal. Con leer en profundidad me refiero a: (i) acudir a sus textos una y otra vez preguntando cada vez cuestiones más complejas; (ii) agotar la literatura secundaria sobre ese autor o esa autora; (iii) ubicarlo/la en el trasfondo intelectual en el que está escribiendo. Ahora bien, es esencial que desde el principio esa lectura sea una lectura intertextual. No hay forma de dotar de sentido a un texto si no es comparándolo con otros textos. Mi consejo es tener, además del autor o la autora principal, a otros/as dos que se lean con menor profundidad pero la suficiente para permitirles operar como puntos firmes de comparación.
Supongamos, por ejemplo, que el autor principal elegido es Derrida, y que los dos autores secundarios son Wittgenstein y Hegel. Se puede comenzar a plantearles cuestiones a los textos derridianos en términos de las problemáticas de los dos autores e intentar pensar cuáles serían las respuestas de los textos originales; si podrían o no ser construidas en términos de los anteriores como cuestiones válidas y por qué, etcétera. A través de este cuestionamiento lateral pueden volverse visibles suposiciones encubiertas del texto derridiano. De esa forma, la aparente autorreferencialidad y cerrazón de los textos originales comienza a desvanecerse y los mismos se revelan, en cambio, como el lugar de estrategias plurales y contingentes.
3. El punto decisivo es darse cuenta de que esta deconstrucción del texto a través de estrategias intertextuales opera exactamente igual en lo que concierne a la relación entre el “caso de estudio” y el “marco teórico”. Una tesis en análisis del discurso no procede a través de la formulación de hipótesis que se intentan probar con “hechos” (sea lo que sea lo que eso signifique), sino a través de la reconstrucción de secuencias discursivas que gobiernan la acción de los actores sociales, que están al mismo nivel que las secuencias discursivas que constituyen el marco teórico.
Supongamos que empezamos una tesis con, por un lado, una noción del “exterior constitutivo” tal y como la presenta la deconstrucción y, por el otro, con los discursos del populismo latinoamericano. Este es el punto en el que el juego intertextual comienza. A través de la categoría de “exterior constitutivo” algunos aspectos del populismo latinoamericano se volverán visibles, pero, en tanto que no existe instancia de “aplicación” de una regla que no sea interna a la regla misma, es imposible que el populismo latinoamericano no haga visibles algunos aspectos de la categoría de “exterior constitutivo” también. Una vez que este juego intertextual haya operado en las dos direcciones, la distinción entre lo teórico y lo empírico colapsa. Este es el momento en el que la tesis está finalizada.
En lo que se refiere al marco teórico original, este proceso de iluminación mutua puede adoptar dos formas. La primera, mostrando nuevas distinciones que no son meramente empíricas sino posibilidades lógicas del marco que no habían sido percibidas previamente. La segunda, descentrando el marco original. Supongamos que al comparar la secuencias discursivas de algunos discursos políticos en Camboya se hace visible que la coherencia del discurso de Rousseau sobre la voluntad general depende de algunas suposiciones sociales inexpresadas que solo se aplican a la situación europea del siglo XVIII. En ese caso, el discurso rousseauniano perderá su centralidad y se convertirá en una posibilidad entre otras muchas a la cual ningún privilegio debe ser atribuido a priori.
4. Como puede ser visto, el espacio expansivo de una intertextualidad no tiene límites posibles, dado que ninguna secuencia discursiva nueva puede dejar de iluminar nuevos aspectos de los discursos previos. Una vida intelectual progresa sobre la base de expandir constantemente el horizonte de la intertextualidad. En lo que concierne a las tesis del IDA, algunos “parecidos de familia” existirán seguramente entre ellas, en tanto que hay algunas referencias teóricas que probablemente estén presentes en el trabajo de todos los estudiantes y todas las estudiantes, pero dado que otros componentes del espacio de la intertextualidad serán diferentes en cada caso, cada marco teórico constituirá un universo intelectual único.
Está extendida la opinión de que existe un despliegue de procedimientos ordenados que deben seguirse al llevar a cabo cualquier investigación particular. Nada podría ser más erróneo. La especificidad de cada caso y los “juegos del lenguaje” que se quieran jugar dentro de él decidirán cómo se debe proceder. Si alguien se hace alguna ilusión en cuanto a la metodología, mi consejo es que lea Contra el método de P. Feyerabend, que se las disipará muy rápido. Esto no quiere decir que no existan métodos para el tratamiento del material que puedan ser útiles en algunas circunstancias a la hora de tratar con el mismo: lógica de la argumentación, retórica, análisis sintáctico y semántico, teoría de la enunciación, etcétera. Pero el punto importante es que estas son herramientas que el investigador o la investigadora puede decidir usar ad hoc en cada caso particular por razones pragmáticas, y que no están unificadas en un sistema ordenado y establecido de procedimientos llamado “metodología”. Se ahorrará mucho tiempo el investigador o la investigadora si entiende desde el principio que nada puede sustituir a su intuición personal.
Tras mis puntos anteriores hay una cierta estrategia intelectual que podría ser caracterizada como un ejercicio sistemático de descentramiento. Me quiero referir brevemente a dos dimensiones de dicho ejercicio.
1. Hay, en primer lugar, un descentramiento del lugar privilegiado del discurso filosófico vis-à-vis otros tipos de construcción discursiva. El marco teórico deja de tener el estatus de una “trascendentalidad maciza” (superhard transcendentality), separada en términos de una distinción esencia/accidente del caso de estudio. Por un lado, los discursos políticos tienen una complejidad interna que no es menor que la de los discursos de la filosofía; por el otro, el discurso de la filosofía no puede ser constituido sin algunas suposiciones “accidentales”. Lograr mostrar estas suposiciones es descentrar el discurso de la filosofía frente a sí mismo, es decir, frente a sus ambiciones de constituir una base (ground). El tipo de ejercicio que estoy sugiriendo propone, de forma consecuente, que cada tesis -ya sea que se refiera a Sudáfrica, el Islam, el régimen militar en Argentina o las black politics en Reino Unido- deba ser una contribución a la deconstrucción radical de las dicotomías a través de las cuales la metafísica de la presencia se constituye a sí misma.
2. El descentramiento que es el resultado de la deconstrucción de una dicotomía es un ejercicio muy diferente de la inversión dialéctica de la misma. Supongamos un discurso tercermundista que opera completamente dentro de la dicotomía Occidente/Tercer Mundo: aquí no hay un descentramiento de Occidente; al convertirlo en un polo negativo dentro de una alternativa exclusiva su posición central es reforzada y el carácter contingente de las articulaciones que han constituido su unidad se oculta todavía más. Lograr mostrar claramente estas articulaciones es un análisis discursivo en el sentido deconstructivo.
Pese a que son siglos lo que nos separa de los escritos de Burke, su definición de lo sublime parece ajustarse al milímetro a la situación actual, y nos da las claves para entender por qué podemos experimentar placer estético en las consecuencias de una pandemia.
La transformación digital sigue hoy una dirección marcada por las políticas del momento, que favorecen la concentración empresarial, la extracción masiva y la acumulación de poder. Pero, como sucedió a principios del siglo pasado, estos criterios políticos pueden cambiarse.
Al igual que los Shelby, podemos contemplar nuestras sociedades y afirmar que las élites son despiadadas, crueles e insolidarias. Sin embargo, conviene separarse de ellos a la hora de configurar el futuro a perseguir, uno en el que no quepan egoísmos narcisistas ni tradiciones opresoras.
Como defendió Matt Colquhoun recientemente en su blog, la serie no es el capitalismo avanzando a través de la apropiación del sentimiento anticapitalista sino el sentimiento anticapitalista avanzando a través de la apropiación del capitalismo.
Este texto es un informe presentado el 20 de enero de 2017 en el marco de la sesión ¿Quiénes son los comunistas? de la Conferencia de Roma sobre el Comunismo. Fue publicado originalmente en italiano con el título Chi sono i comunisti en la página web del colectivo Euronomade, y traducido ahora al castellano por Manuel Romero.
El valor de los libros de Peter Frase, Olin Wright y Aaron Bastani reside en su capacidad para darle la vuelta al famoso dictum de Jameson e imaginar que el neoliberalismo no existe. Hay una potencia afirmativa en esa negación que no es una cuestión menor.
Este artículo fue publicado originalmente por Stuart Hall en la revista Universities & Left Review, en el otoño de 1958, un momento en el que las transformaciones del capitalismo y de la izquierda después de la Segunda Guerra Mundial estaban cambiando Gran Bretaña y el mundo para siempre. La traducción al español es de Manuel Romero.
Gorriti es Filósofa, becaria doctoral CONICET y docente de la UNC. Autora de Nicos Poulantzas: una teoría materialista del Estado (Doble ciencia). Farrán es Filósofo, Investigador CONICET y docente de posgrado (Universidad Nacional de Córdoba). Autor de Badiou y Lacan: el anudamiento del sujeto (Prometeo), Nodal. Método, estado, sujeto (La cebra) y Nodaléctica (La Cebra).
«Muchas personas dicen que la experiencia de haber participado en un laboratorio ciudadano les cambió la vida»
La guerra en Ucrania sitúa en un primer plano la importante dependencia energética exterior de la UE y aboga por una aceleración en el proceso de transición verde acometida en toda su extensión.
Los nuevos periodistas crecen sabiendo que su futuro es un campo de minas, estudian una carrera muy mal estructurada y muy exigente y, como recompensa a todo ese aguante, obtienen un puesto mal remunerado, tremendamente esclavo y, por supuesto, inestable y frágil.
Actualmente el debate se ha simplificado a partir de la categoría de "lo posmo", de manera que si te preocupa lo estético para construirte como sujeto, parece que estás abandonando la lucha de clases.
El verano y las vacaciones se agotan, y también el tiempo libre para dedicar a la lectura, al cine o simplemente a no hacer nada. En el IECCS hemos recopilado algunos títulos de ensayos, novelas, películas y documentales para que puedas disfrutarlas durante el mes de agosto.
Hoy más que nunca necesitamos disponer de horizontes de futuro confiables, asegurar nuestras vidas -y no para cualquier forma de vida, sino para una que valga la pena ser vivida- como condición de posibilidad de cualquier forma de libertad política (pues sabemos que sin seguridad y confianza en el porvenir no hay libertad sino miedo y servidumbre).
¿tan importante es la relación que se da entre el mundo de lo lleno y de lo vaciado? Parece probable que sí, que sea necesario todo este despliegue orientado a disimular la naturaleza conflictiva de las relaciones sociales de lo vaciado, hacia dentro y hacia fuera, sobre todo porque todos los sujetos implicados arriesgan mucho en este juego.
Este texto se publica en el marco del debate que tuvo lugar en el seminario "Marx y El Capital en el mundo contemporáneo" entre Jesús Rodríguez y Manuel Romero a propósito del lugar de lo político en la teoría marxista.
En estas líneas comparto con las compañeras y compañeros de España algunas reflexiones sobre las elecciones del pasado 15 y 16 de mayo en Chile y su relación con la rebelión popular que se inició en octubre del 2019. Primeras impresiones que destilan optimismo por los resultados favorables para las fuerzas políticas transformadoras que obtuvieron la mayoría de los escaños en la Convención que redactará la nueva Constitución Política, una Convención con paridad de género y 17 representantes de los pueblos indígenas.
La serie es un éxito puesto que (re)construye cómo una ideología como la Alt-Right puede llegar a ser hegemónica y lo hace en una dialéctica constante con la realidad que vive la sociedad estadounidense y sus pilares racistas.
Cabe cuestionarse si a estos "liberales" alguna vez les importó algo más que su persona, si aquella condescendencia de clase no supone en realidad un brillante ejemplo de conciencia de clase –de clase privilegiada, por supuesto– a la que le duró demasiado el disfraz democrático y popular.
¿No hay algo profundamente sospechoso en reflejar del lado de lo plebeyo la responsabilidad última del fascismo? ¿Por qué no encontramos, del lado de las élites, una imagen que pudiera tener el mismo peso simbólico? No es casual que el pueblo aparezca como el lugar de una sospecha y las élites queden, astutamente, sustraídas de la escena.
«La literatura, para mí, está presente en cada momento, en cada detalle de lo cotidiano, está sucediendo todo el tiempo. Pero, al mismo tiempo, qué difícil es lograr una buena traducción de la vida a las palabras, de la mente a las palabras.»
Realismo capitalista es –haciendo de lo complejo sencillez y de las respuestas fáciles preguntas difíciles– una de las grandes obras políticas de nuestro siglo, la que emite algunas lecciones fácilmente numerables para las políticas del “deseo poscapitalista” en el siglo XXI.
'Los olvidados. Ficción de un proletariado reaccionario' no es un libro más, descubre el hilo común del pensamiento reaccionario contemporáneo y, a la vez, hace un ejercicio de arqueología brillante para responder a las entelequias de un obrerismo que pretende invocar a una clase obrera que jamás existió.
Series como 'Succession' sirven para detectar la corrosión del poder, la política y el dinero mientras nos deleitamos con las disfunciones psicológicas de sus protagonistas. Si la serie sirve para cartografiar el capitalismo multinacional es gracias a su efecto de “totalidad”.
Con el verano liberamos algo de tiempo libre para dedicar a la lectura, al cine o simplemente a no hacer nada. En el IECCS hemos recopilado algunos títulos de ensayos y novelas para que podáis disfrutarlas durante el mes de agosto, y hacer así algo más ameno este calor insufrible.
Hemos lanzado una batería de preguntas a distintos pensadores y pensadoras con el fin de acercarnos a un análisis no tanto de la crisis del coronavirus en sí, como de los distintos escenarios de futuro a que nos puede conducir su salida. Aquí las respuestas que nos ha dado Luciana Cadahia, filósofa argentina, autora de Mediaciones de lo sensible. Hacia una nueva economía crítica de los dispositivos (FCE, 2017) y El círculo mágico del Estado (Lengua de Trapo, 2019).
Somos mucho más rentables como espectadores-consumidores de contenido en plataformas ya que, si la televisión entraba en nuestra casa para ofrecernos entretenimiento a cambio de un porcentaje de tiempo invertido en publicidad, esta nueva forma de extracción de beneficios entra directamente en nuestro cuerpo, para buscar beneficios en los datos derivados de nuestro comportamiento.
La pregunta que tenemos que hacernos es si preferimos vivir peor para mantener ciertos negocios o apostamos por mejorar la vida y forzar un desplazamiento productivo hacia otros sectores. Claramente lo que tiene que primar es la calidad de vida y lo que tiene que adaptarse es el modelo productivo, no al revés.
De un tiempo a esta parte me interesan las figuraciones de clase. Historias que reivindican las formas de vida obreras, ficciones que no esencializan ni se edifican en el antagonismo social y que de algún modo liberan a la literatura obrera de sus tareas históricas.
La digitalización, que sigue un progreso exponencial según la ley de Moore, permite concebir, incluso a corto plazo, una sociedad en la que las máquinas realicen la mayor parte de las tareas, dejando a los humanos mucho tiempo para el autodesarrollo.
En el sistema semiológico de Barthes el mito se presenta como una potencia naturalizadora, una herramienta de normalización. Por eso, en su descripción de las lógicas de funcionamiento del mito hay todo un intento de impugnar la normalidad de los quehaceres cotidianos
El miedo de no saber qué demonios va a pasar con nuestra vida y con la de aquellos que queremos. El miedo de mirar al futuro y no saber qué esperar. El miedo de no ver un horizonte de posibilidad, sino un muro tras el cual no sabemos qué se esconde.
No es nuevo decir que, tras décadas de neoliberalismo, la responsabilidad sobre el empleo descansa cada vez más sobre los propios individuos. Cada vez son más los programas educativos que añaden en sus currículos una nueva y apetecible competencia: la empleabilidad.
Las tesis que reproducimos a continuación fueron escritas por Bertolt Brecht en los años treinta, en el marco del debate con Gyorg Lukács sobre la definición de «realismo» en la literatura y el arte, así como el empleo del mismo por los artistas antifascistas.
Habitualmente se entiende que la ciencia ficción, precisamente por su carácter especulativo, es un género con una relación particular con el progresismo y la izquierda. Sin que esto sea necesariamente falso, la realidad es que la historia del género está llena de grandes figuras y obras notables con relación directa con posturas reaccionarias e incluso con el fanatismo religioso.
El necro-liberalismo asume de forma explícita y obscena la imposibilidad de conjugar el mantenimiento de la vida con el mantenimiento del orden político y económico, de ahí que se caracterice por hacer gala y enarbolar sin complejo alguno la bandera del desprecio a la vida.
Creo que hay pocas definiciones más hermosas de democracia que aquella que reconoce no ser más que el esfuerzo que realizamos conjuntamente para definir a oscuras, acompañado por otros tan ciegos como nosotros mismos, qué es bueno y qué es malo.
La coyuntura tiene la singularidad de ser aquel momento sin el cual no se podrían visualizar ni reflexionar sobre determinados problemas políticos. Pensar la coyuntura implica, decía el epistemólogo crítico Hugo Zemelman, comprender el presente-potencial.
Disney no podría habernos ofrecido un simbolismo más explícito de su empresa ideológica: Una casa (propiedad privada) que requiere de nuevas, reformadas y más progresistas, formas dentro de la misma institución (familia) para poder recuperar la magia (herencia).
En definitiva, en el Manifiesto la ciencia le habla a la política como un cliente exigente que demanda aquellos servicios por los que paga. Esta posición no es nueva. Viene construyéndose desde hace décadas, en especial desde el mercado hacia el Estado.
La crítica política y social se consiguió transmitir desde la crítica cultural, en una alianza estética de raigambre nietzscheana en la que la música era un elemento de transformación radical. Este nuevo paradigma no había sido aprovechado por la izquierda tradicional, que dejó pasar el impulso que esta revolución cultural había traído.
El contexto Covid-19 nos trae un 'horror vacui' diferente, algo más angustiante que la patología psicológica conocida como 'fear of missing out' (FOMO), la posibilidad de que no nos estemos perdiendo nada porque nada está pasando y nada puede pasar.
"La pandemia ha enfatizado enormemente una tendencia que ya se estaba dibujando: una condición de miedo a la corporeidad, me atrevería a decir, incluso, una sensibilización fóbica hacia el cuerpo del otro."
Las comunidades no se pueden descontextualizar de los modos de producción en las que están insertas, de las transformaciones que se producen y en las que son producidas por seres humanos en el paso de sus vidas.
Como dice Eva Illouz en el prólogo del libro de Horvat, parece que el capitalismo nos ha arrebatado la capacidad de amar de manera radical. Nos encontramos ante la imposibilidad de replantear un concepto que parece haber quedado diluido entre las crisis del neoliberalismo.
Si ya no vemos igual, ni desde los mismos dispositivos, si cada vez hay más oferta de productos audiovisuales y el fútbol no mueve ficha, corre el riesgo de quedarse fuera de los nuevos mercados del consumo audiovisual.
Más que luchar por una u otra interpretación, una misión muy loable pero que para mí aún es dudosa en el ejercicio de la crítica cultural, la indefinición de lo afectivo nos debe conducir a identificar a qué anhelos desarticulados apela la cultura popular.
El duelo, mientras haya recuerdo, afecto, es inevitable. La cuestión consiste en hacer un duelo sano, que sea llevable, en una existencia y una pérdida de la que el sujeto sea capaz de hacerse cargo.
Si necesitamos pensar lo que nos está ocurriendo, ¿no sería importante que reflexionáramos sobre si lo que está sucediendo solo corrobora nuestras categorías y plantillas previas o si marca una diferencia aún por establecer?
Hay una creencia generalizada de que el progreso de la ciencia es imparable y de que la tecnología todo lo puede. No cabe en nuestras mentes, pero especialmente en la de nuestros gobernantes, que pueda haber límites biofísicos y energéticos a lo que somos capaces de hacer
Si el ecologismo desea tener una incidencia real en las disputas políticas del futuro inmediato (y es imprescindible que la tenga) no puede pasar por alto las peculiaridades y temporalidades de las diversas esferas de lo humano.
En este marco el ámbito de la cultura cobra especial importancia en la consecución de la hegemonía, proceso a través del cual se universalizan intereses y afectos, en palabras de Gramsci, “la conquista del poder cultural es previa a la del poder político”.
En suma, Mercado y Estado no son términos antitéticos, sino necesariamente complementarios. Pero decimos más: no se trata sólo de considerar que ambas realidades son dependientes históricamente, sino de enfatizar que sus componentes estructurales están tan sumamente involucrados que sus contornos llegan a hacerse borrosos, hasta el punto de confundirse.
A pesar de la omnipresencia de este debate, es necesario cubrir una carencia fundamental de la mayoría de estos discursos: rebatir el desdén generalizado ––en gran parte de las ocasiones automático; en otras sencillamente visceral–– hacia la nostalgia y, en consecuencia, hacia su poso melancólico.
En medio de una pandemia mundial -donde el proceso productivo neoliberal en el que ya vivíamos condiciona nuestra manera de sentir, relacionarnos y también curarnos-lo último que se permite es adolecer. Nuestras pérdidas son rápidas, ocultadas, secretas, dejan un duelo mudo, pero igual de profundo, es un duelo arrebatado.
El video presidencial en inglés siguen revelando datos importantes del relato que el gobierno está cocinando, en él se resignifican dos de las imágenes con las que se ha caracterizado al régimen uribista de Duque: la del títere y la del hombre desconectado de la realidad.
«Leí tu libro la semana pasada y me sentí como si saliera a tomar aire después de pasar mucho tiempo bajo el agua. Me gustaría agradecerle de todo corazón que haya expresado de forma tan elocuente casi todo lo que había que decir, y que haya proporcionado una razón para la esperanza, cuando yo estaba a punto de desesperar.»
¿Qué pasa si dejamos de considerar a la propiedad como algo sagrado y “permanente”, que incluso trasciende al individuo (y su supuesto esfuerzo) hasta sus herederos, y empezamos a considerar que esta es imposible sin un complejo sistema de relaciones sociales colectivas que la sostiene desde su origen?
La camaradería es el resultado de la solidaridad, del compromiso y de la disciplina. Es una práctica compleja, en la que se fracasa una vez para levantarse y fracasar mejor. A veces puede ser asfixiante, pero la mayor parte de las veces es liberadora. Somos nosotres en un sentido colectivo.
El pensamiento de Davis, como buen materialista y marxista, operaba en continuo diálogo con el ruido del presente, con sus obstáculos, sus rugosidades y pliegues, sus pervivencias, sus proyecciones y posibilidades.
«Es necesario un nuevo movimiento internacionalista y pacifista que en los diferentes países movilice los intereses de las grandes mayorías, que exija la toma de acciones para prevenir conflictos, y en particular que se pongan fuertes límites a las armas nucleares.»
Aquí las respuestas que nos ha dado Santiago Alba Rico, escritor, ensayista y filósofo, autor, entre otros, de Las reglas del caos. Apuntes para una antropología del mercado (Anagrama, 1995), Leer con niños (Caballo de Troya, 2007), Islamofobia: nosotros, los otros, el miedo (Icaria, 2015) y Ser o no ser (un cuerpo) (Seix Barral, 2017).
¿Y si las plataformas y su modelo de explotación basado en la extracción de datos hubieran sido solo un impasse en el proceso de construcción del Internet que finalmente se estabilizará en el futuro?
¿En qué se debe basar, entonces, nuestro hacer político y sus distintos modos? He aquí la pregunta fundamental. La respuesta por la que aquí apostamos es la autonomía, la capacidad del grupo para dotarse de sus propias reglas independientemente de factores externos.