Shon Faye es escritora, editora, periodista y presentadora del podcast Call Me Mother. Es la autora del libro «Trans. Un alegato por un mundo más libre y más justo» (Blackie books, 2022).
Shon Faye: Al final de mi libro afirmo que la liberación trans no es posible en el capitalismo. Una afirmación bastante contundente que quería resaltar porque en los siete capítulos que la preceden en el libro creo que argumento en favor de llevar a cabo algunos cambios relevantes que se pueden producir en el marco del sistema económico en el que vivimos. A mi parecer, es importante señalar que por el momento la política trans se centra en cuestiones de igualdad. Sin embargo, se está pidiendo una igualdad en el contexto de un sistema que ya está corrompido, un sistema económico diseñado para explotar a la mayor parte de la población mundial para el beneficio de una élite cada vez más minoritaria. Este es un sistema que está fracasando, no sólo en las cuestiones trans, si no en lo que respecta a las diversas crisis migratorias, la amenaza ecológica y en materia del decrecimiento de la calidad de vida. Por este motivo siento necesario acentuar que la liberación trans necesita la liberación de todes de la obligación de alquilar nuestra fuerza de trabajo, de las condiciones de explotación laboral y de ser sistemáticamente explotades por el sistema capitalista.
Así que sí, para mí no es posible la liberación de nadie bajo el sistema capitalista, puesto que es un sistema desigual, y esto aplica tanto a la personas trans como a cualquier otra comunidad. Como socialista quería dejar clara esta línea de argumentación.
SF: Creo que la conexión entre la política trans y la abolición del sistema penal radica en que las prisiones operan como un sistema para contener y aislar a los descartes de la sociedad. Las prisiones reproducen la violencia y dividen la sociedad en seres deseables e indeseables. También considero relevante incluir a los Centros de Internamiento de Extranjeros dentro de la totalidad de la industria penal, ya que es una pieza clave en la represión de las personas racializadas europeas, sean migrantes o residentes en Europa. También sin duda se ven afectadas las personas neurodivergentes y aquellas que se han criado en situación de pobreza.
Una parte importante de los crímenes que castigan las sentencias penales, son el producto de las condiciones de pobreza. Sin duda en el Reino Unido, mi país de residencia, la mayoría de las personas convictas por atentar contra el código penal, probablemente cumplen su pena por atentar contra la propiedad privada, no por cometer actos de violencia. Por lo que definitivamente podemos afirmar que el sistema penal ha sido diseñado para contener los males de la sociedad y sus problemas, reprimiendo a un grupo de personas cuyo ingreso en prisión se justifica aludiendo a su condición de indeseables y su carácter irreformable. Las personas trans han sido históricamente, y son, una más de las diversas comunidades que desproporcionadamente han caído, y caen, en esta categoría. Además cabe tener en cuenta que existen problemas palmarios para aquellas personas trans que son migrantes, trabajadoras sexuales o personas racializadas, es decir, que poseen alguna característica que les predispone más a ser víctimas del sistema penal o quedarse atrapadas en él. En cambio, en el contexto de la política asimilacionista trans o el liberalismo, que pretende obtener la conformidad del Estado hacia unos derechos estatutarios, se nos presentan una y otra vez problemas como el de las personas trans no binarias que no encajan en la categoría de hombre y mujer dentro de las prisiones. A mí me parece un error argumentar en favor de la inclusión dentro del sistema para luego reificar y reforzar acríticamente el funcionamiento del poder en dicho sistema. Considero importante que el movimiento por la liberación trans incluya en su política la crítica al sistema penal y los fines para el que ha sido creado.
SF: Es una pregunta difícil de responder. Solo puedo compartir mis propias experiencias. Yo he interactuado con medios de comunicación bastante hegemónicos, pero lo he hecho tratando de introducir en ellos ideas más radicales. Me parece que lo primero que hay que hacer es juzgar cada caso. A la hora de tomar una decisión, siempre debo meditar sobre los potenciales beneficios o inconvenientes de acceder a un medio de comunicación para difundir las ideas que me gustaría que se discutieran en los círculos culturales o sobre las que me gustaría que se escribiera. Pero en ciertas ocasiones siento que puedo ser cooptada, mal representada o utilizada para el beneficio de un ideal consumista, es decir, convertirme en un producto. A veces me equivoco. En algunas ocasiones hago algo y después me arrepiento y en otras, tras rechazar una oferta, me doy cuenta de que podría haber sido una buena oportunidad. Por lo que no existe una respuesta definitiva a cómo se debería llevar a cabo. Lo que sí que considero contraproducente es negarse en rotundo a participar de los medios de comunicación, porque se trata de una herramienta demasiado poderosa como para rechazarla. La izquierda a veces debe hacerlo. Tenemos que ganarnos el apoyo de la gente. Soy una escritora que pretende persuadir, que pretende conseguir que más gente coincida conmigo y eso no podría hacerlo sin los medios de comunicación. No tendría la capacidad de acceder a un número tan grande de individuos, algo que en realidad tampoco podría hacer ningún movimiento de izquierdas. Hemos de encontrar la manera. También creo que lo mejor es intentar crear nuestras propias plataformas de comunicación cuando sea posible. Al menos me parece mejor que intentar cambiar los medios conservadores desde dentro, porque no tiende a funcionar. También me parece propicio mantener una desconfianza saludable hacia los medios de comunicación. Mi experiencia es que la gente de los medios tiende a mentir sobre sus intenciones. Así que creo que lo mejor es aproximarse con diferentes enfoques.
SF: A lo largo de la promoción del libro me han preguntado mucho sobre el origen de la preocupación de las feministas transexcluyentes por las personas trans y creo que el escenario teórico más generoso que podemos manejar es aquel en el que sus integrantes sienten pena y sufrimiento porque no han conseguido o alcanzado todo lo que creían. Hoy hay más personas que se identifican como feministas, pero creo que todo lo que se ha conseguido en materia de igualdad de la mujer monta, por ejemplo, a algunas medidas de protección laboral, pero no a un decrecimiento de la violencia machista, la violencia de género doméstica o la violencia sexual contra las mujeres. Así que supongo que existirá un sentimiento de abatimiento. Creo que las políticas de austeridad de las que hemos sido testigo en Europa y Norteamérica en los últimos diez años, en los que se recortaron especialmente los recursos públicos destinados a los servicios de emergencia de las mujeres y los proyectos comunitarios necesarios para que las mujeres superen el trauma y la violencia, han provocado un gran sentimiento de ansiedad y de precariedad en el feminismo. Pienso que en este contexto es fácil caer en el esencialismo, creer que el propósito del feminismo es salvaguardar a las mujeres cis de cualquiera que se encuentre fuera de los márgenes de dicha “clase”. Obviamente incluyen en dicho grupo a las mujeres trans. En vez de estimular la imaginación de la abundancia, de imaginar cómo a través de la coalición de todes podremos alcanzar los servicios necesarios para ayudar a reducir el dolor y facilitar la recuperación de los efectos que la violencia de género provoca en todas aquellas personas oprimidas por ésta. Creo que existe toda una cuestión respecto a cómo el pesimismo del feminismo se transforma en esencialismo, es decir, en un discurso en que la mujer siempre está categóricamente oprimida y toda persona nacida en en la “clase sexual masculina”, como dirían las feministas radicales, o sea, cualquiera asignado hombre al nacer, como un opresor.
Ello no sólo subestima la complejidad de la experiencia del género sino que no ofrece ninguna solución. Se trata de una suerte de callejón sin salida donde sólo nos queda aceptar la violencia masculina cis como un fenómeno inevitable y quizá incluso biológico. Creo que en vez de entramparnos en esta mentalidad deberíamos cuestionar al Estado para que éste nos provea de mayor abundancia. En Reino Unido se utiliza a menudo el siguiente ejemplo. Pongamos por caso que una mujer cis, gravemente traumatizada, se ve obligada a compartir un espacio de acogida con una mujer trans que no sólo no concibe como mujer sino cuyo físico le resulta (triggering). Incluso aceptando que dicha situación hipotética existe, la realidad es que con unos servicios debidamente financiados les trabajadores de este espacio contarían con los recursos suficientes para poder lidiar con el trauma de ambas mujeres y reducir el daño. Lo que ocurre con el discurso transexcluyente británico es que incluso rechazan la idea de que el núcleo de la problemática en esas situaciones excepcionales sería la falta de recursos para que las personas que trabajan en el servicio estén debidamente equipadas. No, lo plantean como o bien escasez recursos o mujeres trans.
SF: Creo que una de las dificultades de esta conversación es que el feminismo crítico con el género ha monopolizado la idea de la abolición del género. Por este motivo resulta difícil mantener esta conversación sin que se interprete como repetir lo que el “enemigo” está reivindicado. Pero por supuesto, la abolición del género reaccionaria no tiene para nada que ver con la abolición del género en sí, sino que sencillamente pasa a nombrar el género sexo. Con todo y ello para mí también resulta difícil. Ni siquiera me gusta que se refieran a mí con género neutro. Está claro que me gusta ser categorizada como mujer y que por tanto, no vivo en una realidad en la que ser o no mujer no me importe. Es relevante para mí. En este sentido entiendo que las personas sientan que es importante decir que las mujeres trans son mujeres, pero también me parece importante que nos mantengamos abiertos a un futuro en el que esto sea menos relevante. Todes estamos a escala individual tratando de luchar, de vivir con el género en la medida en que nos es posible en nuestras respectivas sociedades y tiempos. Pero ello no implica que no se pueda producir a escala colectiva un paulatino cambio social. El género es un proceso dinámico. No consiste únicamente en transicionar una vez y ya luego permanecer en la misma posición respecto al género para siempre. Yo misma no pienso sobre la feminidad de la misma forma en que lo hacía hace cinco años. Por eso creo pertinente mantener una perspectiva aperturista, que conviva con defender el principio por el cual todo el mundo debe poder encontrar las formas que le sean adecuadas para lidiar con el género. En lo que respecta a la distinción entre lo cis y lo trans creo que se trata de una diferencia relevante al mismo nivel que lo es distinguir a las personas heterosexuales de las queer. Nada nos impede llamar a un tío hetero mientras fruncimos el ceño porque denomina un fenómeno social real que implica habitar el mundo permaneciendo ajeno aciertos pensamientos y problemas. Y sin embargo, a la vez sabemos que en realidad la mayoría de los tíos no son tan heteros, al menos en lo que a mi experiencia personal respecta.
SF: Exacto. Éstas categorías son inestables porque no existe una ciencia exacta que determine quién es hetero y quién es gay. Lo mismo aplica a lo cis y lo trans. Nos es útil emplear el concepto cis para hablar de una mayoría que no vive la experiencia social de ser trans. Pero creo a las personas cis que dicen enfrentarse a veces a conflictos respecto a su género. Lo digan explícitamente o no, por supuesto que viven esas experiencias. Muchas feministas y muchos hombres cisheterosexuales experimentan conflictos respecto a su experiencia de género y el género que se les ha asignado. Y creo que es útil a veces concebir lo cis y lo trans como un espectro en el que las personas trans sencillamente experimentan de forma más aguda un fenómeno, de manera que las personas cis simplemente se encuentran en un punto más alejado de ese espectro.
SF: Sí, estoy de acuerdo. Y opino que es útil ser consciente de que varias cosas pueden ser ciertas a la vez. De que puedes luchar porque una persona sea referida como una mujer por el hecho de que así se ha denominado a sí misma y a la vez decir que como sociedad deberíamos estar cambiando lo que la feminidad y la masculinidad significan, porque claramente están definidas como antagónicas y colocadas en un marco jerárquico. Y eso es binario. Creo que todas las personas trans deberían cuestionar el binarismo, puesto que todas se han visto afectadas por las distinciones binarias, independientemente de que se consideren no binaries o no.
SF: Seguro que les conocéis a todes. Por supuesto recomiendo a Jules Gleeson y Transgender Marxism. Creo que supuso un importante avance en el contexto británico. Me cuesta pensar en otres escritores…
SF: Alex V Green. Escribió un artículo excelente para Buzzfeed sobre la cirugía de feminización facial, la abundancia del sistema de salud, la disforia y el gatekeeping o fiscalización y las diferencias existentes entre ésta y la cirugía estética con fines cosméticos. En ese sentido aquí hay también una falsa dicotomía. Me parece interesante. Creo que deberíamos de ser más radicales en nuestro intento de cuestionar todo el entramado que une la disforia, el sistema de salud y el acceso al mismo.
SF: Sí, pensé en ello. Me gustaría que pudiera utilizarse así. A veces me preocupa también cómo en la formación política que se produce en las redes sociales, Instagram u otras plataformas similares se anima cada vez más a decirle a la gente lo que tiene que pensar. No creo que esto sea una buena idea. Me parece que la gente debería alimentar su pensamiento crítico. Cuando escribía el libro pensé que me haría feliz que, de cara a las personas cis, yo no me transformara en una suerte de oráculo omnisciente, sino que fuera el propio libro el que actuara como canal para que pensaran críticamente sobre el mundo en el que viven y también sobre género, clase, el derecho y el Estado sin que yo tuviera explicárselo una y otra vez. Creo que solo he conseguido esto parcialmente porque todavía estoy promocionando el libro y por tanto aún tengo que explicarme muchas veces. Tendremos que esperar 10 años. Espero que dentro de diez años parte de mis objetivos se hayan cumplido.
Hoy más que nunca necesitamos disponer de horizontes de futuro confiables, asegurar nuestras vidas -y no para cualquier forma de vida, sino para una que valga la pena ser vivida- como condición de posibilidad de cualquier forma de libertad política (pues sabemos que sin seguridad y confianza en el porvenir no hay libertad sino miedo y servidumbre).
La guerra en Ucrania sitúa en un primer plano la importante dependencia energética exterior de la UE y aboga por una aceleración en el proceso de transición verde acometida en toda su extensión.
La serie es un éxito puesto que (re)construye cómo una ideología como la Alt-Right puede llegar a ser hegemónica y lo hace en una dialéctica constante con la realidad que vive la sociedad estadounidense y sus pilares racistas.
El video presidencial en inglés siguen revelando datos importantes del relato que el gobierno está cocinando, en él se resignifican dos de las imágenes con las que se ha caracterizado al régimen uribista de Duque: la del títere y la del hombre desconectado de la realidad.
'Los olvidados. Ficción de un proletariado reaccionario' no es un libro más, descubre el hilo común del pensamiento reaccionario contemporáneo y, a la vez, hace un ejercicio de arqueología brillante para responder a las entelequias de un obrerismo que pretende invocar a una clase obrera que jamás existió.
La crítica política y social se consiguió transmitir desde la crítica cultural, en una alianza estética de raigambre nietzscheana en la que la música era un elemento de transformación radical. Este nuevo paradigma no había sido aprovechado por la izquierda tradicional, que dejó pasar el impulso que esta revolución cultural había traído.
De un tiempo a esta parte me interesan las figuraciones de clase. Historias que reivindican las formas de vida obreras, ficciones que no esencializan ni se edifican en el antagonismo social y que de algún modo liberan a la literatura obrera de sus tareas históricas.
Como dice Eva Illouz en el prólogo del libro de Horvat, parece que el capitalismo nos ha arrebatado la capacidad de amar de manera radical. Nos encontramos ante la imposibilidad de replantear un concepto que parece haber quedado diluido entre las crisis del neoliberalismo.
Cabe cuestionarse si a estos "liberales" alguna vez les importó algo más que su persona, si aquella condescendencia de clase no supone en realidad un brillante ejemplo de conciencia de clase –de clase privilegiada, por supuesto– a la que le duró demasiado el disfraz democrático y popular.
¿En qué se debe basar, entonces, nuestro hacer político y sus distintos modos? He aquí la pregunta fundamental. La respuesta por la que aquí apostamos es la autonomía, la capacidad del grupo para dotarse de sus propias reglas independientemente de factores externos.
La camaradería es el resultado de la solidaridad, del compromiso y de la disciplina. Es una práctica compleja, en la que se fracasa una vez para levantarse y fracasar mejor. A veces puede ser asfixiante, pero la mayor parte de las veces es liberadora. Somos nosotres en un sentido colectivo.
¿Qué pasa si dejamos de considerar a la propiedad como algo sagrado y “permanente”, que incluso trasciende al individuo (y su supuesto esfuerzo) hasta sus herederos, y empezamos a considerar que esta es imposible sin un complejo sistema de relaciones sociales colectivas que la sostiene desde su origen?
En suma, Mercado y Estado no son términos antitéticos, sino necesariamente complementarios. Pero decimos más: no se trata sólo de considerar que ambas realidades son dependientes históricamente, sino de enfatizar que sus componentes estructurales están tan sumamente involucrados que sus contornos llegan a hacerse borrosos, hasta el punto de confundirse.
El duelo, mientras haya recuerdo, afecto, es inevitable. La cuestión consiste en hacer un duelo sano, que sea llevable, en una existencia y una pérdida de la que el sujeto sea capaz de hacerse cargo.
El necro-liberalismo asume de forma explícita y obscena la imposibilidad de conjugar el mantenimiento de la vida con el mantenimiento del orden político y económico, de ahí que se caracterice por hacer gala y enarbolar sin complejo alguno la bandera del desprecio a la vida.
Este texto se publica en el marco del debate que tuvo lugar en el seminario "Marx y El Capital en el mundo contemporáneo" entre Jesús Rodríguez y Manuel Romero a propósito del lugar de lo político en la teoría marxista.
¿tan importante es la relación que se da entre el mundo de lo lleno y de lo vaciado? Parece probable que sí, que sea necesario todo este despliegue orientado a disimular la naturaleza conflictiva de las relaciones sociales de lo vaciado, hacia dentro y hacia fuera, sobre todo porque todos los sujetos implicados arriesgan mucho en este juego.
El miedo de no saber qué demonios va a pasar con nuestra vida y con la de aquellos que queremos. El miedo de mirar al futuro y no saber qué esperar. El miedo de no ver un horizonte de posibilidad, sino un muro tras el cual no sabemos qué se esconde.
La idea de la compulsión a la repetición es muy poderosa y ha calado profundamente en nuestra cultura. Me gustaría argumentar que, históricamente, el marxismo ha experimentado cuatro neurosis importantes: la neurosis económica, la neurosis filosófica, la neurosis histórica y la neurosis cultural.
Si necesitamos pensar lo que nos está ocurriendo, ¿no sería importante que reflexionáramos sobre si lo que está sucediendo solo corrobora nuestras categorías y plantillas previas o si marca una diferencia aún por establecer?
La digitalización, que sigue un progreso exponencial según la ley de Moore, permite concebir, incluso a corto plazo, una sociedad en la que las máquinas realicen la mayor parte de las tareas, dejando a los humanos mucho tiempo para el autodesarrollo.
Al igual que los Shelby, podemos contemplar nuestras sociedades y afirmar que las élites son despiadadas, crueles e insolidarias. Sin embargo, conviene separarse de ellos a la hora de configurar el futuro a perseguir, uno en el que no quepan egoísmos narcisistas ni tradiciones opresoras.
En este marco el ámbito de la cultura cobra especial importancia en la consecución de la hegemonía, proceso a través del cual se universalizan intereses y afectos, en palabras de Gramsci, “la conquista del poder cultural es previa a la del poder político”.
«Es necesario un nuevo movimiento internacionalista y pacifista que en los diferentes países movilice los intereses de las grandes mayorías, que exija la toma de acciones para prevenir conflictos, y en particular que se pongan fuertes límites a las armas nucleares.»
Como defendió Matt Colquhoun recientemente en su blog, la serie no es el capitalismo avanzando a través de la apropiación del sentimiento anticapitalista sino el sentimiento anticapitalista avanzando a través de la apropiación del capitalismo.
¿Y si las plataformas y su modelo de explotación basado en la extracción de datos hubieran sido solo un impasse en el proceso de construcción del Internet que finalmente se estabilizará en el futuro?
Las comunidades no se pueden descontextualizar de los modos de producción en las que están insertas, de las transformaciones que se producen y en las que son producidas por seres humanos en el paso de sus vidas.
¿No hay algo profundamente sospechoso en reflejar del lado de lo plebeyo la responsabilidad última del fascismo? ¿Por qué no encontramos, del lado de las élites, una imagen que pudiera tener el mismo peso simbólico? No es casual que el pueblo aparezca como el lugar de una sospecha y las élites queden, astutamente, sustraídas de la escena.
Hay una creencia generalizada de que el progreso de la ciencia es imparable y de que la tecnología todo lo puede. No cabe en nuestras mentes, pero especialmente en la de nuestros gobernantes, que pueda haber límites biofísicos y energéticos a lo que somos capaces de hacer
Con el verano liberamos algo de tiempo libre para dedicar a la lectura, al cine o simplemente a no hacer nada. En el IECCS hemos recopilado algunos títulos de ensayos y novelas para que podáis disfrutarlas durante el mes de agosto, y hacer así algo más ameno este calor insufrible.
Hemos lanzado una batería de preguntas a distintos pensadores y pensadoras con el fin de acercarnos a un análisis no tanto de la crisis del coronavirus en sí, como de los distintos escenarios de futuro a que nos puede conducir su salida. Aquí las respuestas que nos ha dado Luciana Cadahia, filósofa argentina, autora de Mediaciones de lo sensible. Hacia una nueva economía crítica de los dispositivos (FCE, 2017) y El círculo mágico del Estado (Lengua de Trapo, 2019).
Realismo capitalista es –haciendo de lo complejo sencillez y de las respuestas fáciles preguntas difíciles– una de las grandes obras políticas de nuestro siglo, la que emite algunas lecciones fácilmente numerables para las políticas del “deseo poscapitalista” en el siglo XXI.
La afirmación de Wittgenstein de que no existe “aplicación” de una regla porque la instancia de aplicación es interna a la propia regla y, como consecuencia, la transforma, es totalmente válida como principio rector para escribir una tesis.
Aquí las respuestas que nos ha dado Santiago Alba Rico, escritor, ensayista y filósofo, autor, entre otros, de Las reglas del caos. Apuntes para una antropología del mercado (Anagrama, 1995), Leer con niños (Caballo de Troya, 2007), Islamofobia: nosotros, los otros, el miedo (Icaria, 2015) y Ser o no ser (un cuerpo) (Seix Barral, 2017).
«La literatura, para mí, está presente en cada momento, en cada detalle de lo cotidiano, está sucediendo todo el tiempo. Pero, al mismo tiempo, qué difícil es lograr una buena traducción de la vida a las palabras, de la mente a las palabras.»
El valor de los libros de Peter Frase, Olin Wright y Aaron Bastani reside en su capacidad para darle la vuelta al famoso dictum de Jameson e imaginar que el neoliberalismo no existe. Hay una potencia afirmativa en esa negación que no es una cuestión menor.
«Muchas personas dicen que la experiencia de haber participado en un laboratorio ciudadano les cambió la vida»
El verano y las vacaciones se agotan, y también el tiempo libre para dedicar a la lectura, al cine o simplemente a no hacer nada. En el IECCS hemos recopilado algunos títulos de ensayos, novelas, películas y documentales para que puedas disfrutarlas durante el mes de agosto.
A pesar de la omnipresencia de este debate, es necesario cubrir una carencia fundamental de la mayoría de estos discursos: rebatir el desdén generalizado ––en gran parte de las ocasiones automático; en otras sencillamente visceral–– hacia la nostalgia y, en consecuencia, hacia su poso melancólico.
Pese a que son siglos lo que nos separa de los escritos de Burke, su definición de lo sublime parece ajustarse al milímetro a la situación actual, y nos da las claves para entender por qué podemos experimentar placer estético en las consecuencias de una pandemia.
No es nuevo decir que, tras décadas de neoliberalismo, la responsabilidad sobre el empleo descansa cada vez más sobre los propios individuos. Cada vez son más los programas educativos que añaden en sus currículos una nueva y apetecible competencia: la empleabilidad.
«Leí tu libro la semana pasada y me sentí como si saliera a tomar aire después de pasar mucho tiempo bajo el agua. Me gustaría agradecerle de todo corazón que haya expresado de forma tan elocuente casi todo lo que había que decir, y que haya proporcionado una razón para la esperanza, cuando yo estaba a punto de desesperar.»
Las tesis que reproducimos a continuación fueron escritas por Bertolt Brecht en los años treinta, en el marco del debate con Gyorg Lukács sobre la definición de «realismo» en la literatura y el arte, así como el empleo del mismo por los artistas antifascistas.
La coyuntura tiene la singularidad de ser aquel momento sin el cual no se podrían visualizar ni reflexionar sobre determinados problemas políticos. Pensar la coyuntura implica, decía el epistemólogo crítico Hugo Zemelman, comprender el presente-potencial.
Habitualmente se entiende que la ciencia ficción, precisamente por su carácter especulativo, es un género con una relación particular con el progresismo y la izquierda. Sin que esto sea necesariamente falso, la realidad es que la historia del género está llena de grandes figuras y obras notables con relación directa con posturas reaccionarias e incluso con el fanatismo religioso.
Más que luchar por una u otra interpretación, una misión muy loable pero que para mí aún es dudosa en el ejercicio de la crítica cultural, la indefinición de lo afectivo nos debe conducir a identificar a qué anhelos desarticulados apela la cultura popular.
Si ya no vemos igual, ni desde los mismos dispositivos, si cada vez hay más oferta de productos audiovisuales y el fútbol no mueve ficha, corre el riesgo de quedarse fuera de los nuevos mercados del consumo audiovisual.
En medio de una pandemia mundial -donde el proceso productivo neoliberal en el que ya vivíamos condiciona nuestra manera de sentir, relacionarnos y también curarnos-lo último que se permite es adolecer. Nuestras pérdidas son rápidas, ocultadas, secretas, dejan un duelo mudo, pero igual de profundo, es un duelo arrebatado.
Actualmente el debate se ha simplificado a partir de la categoría de "lo posmo", de manera que si te preocupa lo estético para construirte como sujeto, parece que estás abandonando la lucha de clases.
La transformación digital sigue hoy una dirección marcada por las políticas del momento, que favorecen la concentración empresarial, la extracción masiva y la acumulación de poder. Pero, como sucedió a principios del siglo pasado, estos criterios políticos pueden cambiarse.
En estas líneas comparto con las compañeras y compañeros de España algunas reflexiones sobre las elecciones del pasado 15 y 16 de mayo en Chile y su relación con la rebelión popular que se inició en octubre del 2019. Primeras impresiones que destilan optimismo por los resultados favorables para las fuerzas políticas transformadoras que obtuvieron la mayoría de los escaños en la Convención que redactará la nueva Constitución Política, una Convención con paridad de género y 17 representantes de los pueblos indígenas.
Disney no podría habernos ofrecido un simbolismo más explícito de su empresa ideológica: Una casa (propiedad privada) que requiere de nuevas, reformadas y más progresistas, formas dentro de la misma institución (familia) para poder recuperar la magia (herencia).
Este texto es un informe presentado el 20 de enero de 2017 en el marco de la sesión ¿Quiénes son los comunistas? de la Conferencia de Roma sobre el Comunismo. Fue publicado originalmente en italiano con el título Chi sono i comunisti en la página web del colectivo Euronomade, y traducido ahora al castellano por Manuel Romero.
"La pandemia ha enfatizado enormemente una tendencia que ya se estaba dibujando: una condición de miedo a la corporeidad, me atrevería a decir, incluso, una sensibilización fóbica hacia el cuerpo del otro."
En definitiva, en el Manifiesto la ciencia le habla a la política como un cliente exigente que demanda aquellos servicios por los que paga. Esta posición no es nueva. Viene construyéndose desde hace décadas, en especial desde el mercado hacia el Estado.
El pensamiento de Davis, como buen materialista y marxista, operaba en continuo diálogo con el ruido del presente, con sus obstáculos, sus rugosidades y pliegues, sus pervivencias, sus proyecciones y posibilidades.
Creo que hay pocas definiciones más hermosas de democracia que aquella que reconoce no ser más que el esfuerzo que realizamos conjuntamente para definir a oscuras, acompañado por otros tan ciegos como nosotros mismos, qué es bueno y qué es malo.
En el sistema semiológico de Barthes el mito se presenta como una potencia naturalizadora, una herramienta de normalización. Por eso, en su descripción de las lógicas de funcionamiento del mito hay todo un intento de impugnar la normalidad de los quehaceres cotidianos
Series como 'Succession' sirven para detectar la corrosión del poder, la política y el dinero mientras nos deleitamos con las disfunciones psicológicas de sus protagonistas. Si la serie sirve para cartografiar el capitalismo multinacional es gracias a su efecto de “totalidad”.
Gorriti es Filósofa, becaria doctoral CONICET y docente de la UNC. Autora de Nicos Poulantzas: una teoría materialista del Estado (Doble ciencia). Farrán es Filósofo, Investigador CONICET y docente de posgrado (Universidad Nacional de Córdoba). Autor de Badiou y Lacan: el anudamiento del sujeto (Prometeo), Nodal. Método, estado, sujeto (La cebra) y Nodaléctica (La Cebra).
Somos mucho más rentables como espectadores-consumidores de contenido en plataformas ya que, si la televisión entraba en nuestra casa para ofrecernos entretenimiento a cambio de un porcentaje de tiempo invertido en publicidad, esta nueva forma de extracción de beneficios entra directamente en nuestro cuerpo, para buscar beneficios en los datos derivados de nuestro comportamiento.
Los nuevos periodistas crecen sabiendo que su futuro es un campo de minas, estudian una carrera muy mal estructurada y muy exigente y, como recompensa a todo ese aguante, obtienen un puesto mal remunerado, tremendamente esclavo y, por supuesto, inestable y frágil.
La pregunta que tenemos que hacernos es si preferimos vivir peor para mantener ciertos negocios o apostamos por mejorar la vida y forzar un desplazamiento productivo hacia otros sectores. Claramente lo que tiene que primar es la calidad de vida y lo que tiene que adaptarse es el modelo productivo, no al revés.
Si el ecologismo desea tener una incidencia real en las disputas políticas del futuro inmediato (y es imprescindible que la tenga) no puede pasar por alto las peculiaridades y temporalidades de las diversas esferas de lo humano.
Este artículo fue publicado originalmente por Stuart Hall en la revista Universities & Left Review, en el otoño de 1958, un momento en el que las transformaciones del capitalismo y de la izquierda después de la Segunda Guerra Mundial estaban cambiando Gran Bretaña y el mundo para siempre. La traducción al español es de Manuel Romero.
El contexto Covid-19 nos trae un 'horror vacui' diferente, algo más angustiante que la patología psicológica conocida como 'fear of missing out' (FOMO), la posibilidad de que no nos estemos perdiendo nada porque nada está pasando y nada puede pasar.