«Muchas personas dicen que la experiencia de haber participado en un laboratorio ciudadano les cambió la vida»
Cuando, a principios de 2021, el departamento de Andrea Levy decidió cambiar de uso la Serrería Belga del Paseo del Prado y que dejara de ser Medialab-Prado –y parte integrante el Paisaje de la Luz que la Unesco “fijó” como Patrimonio de la Humanidad– entré en contacto con Marcos García, su director desde 2014, y me puso sobre la pista de varios proyectos que con su destitución y el cambio de enfoque del centro –y su traslado a Matadero– quedaban en suspenso. Pude documentar dos de ellos en sendos artículos que se publicaron en CTXT, pero mi idea era hacer una cartografía mucho más amplia de lo que se había perdido con el cambio de rumbo impulsado por la corporación de Almeida y, sobre todo, de experiencias colaborativas en el resto del estado y en el extranjero. Retomo aquella idea de articular pensamiento en torno a la gestión de lo común y la cultura colaborativa con una entrevista, de corte más teórico, para que los lectores del IECCS entren en contacto con una forma de hacer cultura que excede todo aquello que leemos en las secciones de cultura de los periódicos. Marcos es licenciado en Bellas Artes, aunque ahora defiende que el arte no tiene por qué ser únicamente expositivo y exhibible. Hemos hecho esta entrevista ante un plato de tirabeques que me preparó en su espacio colectivo de trabajo en el barrio de Tetuán de Madrid, una quesada pasiega que traje yo de postre y bastantes notas de voz a través de un servicio de mensajería instantánea entre mayo y septiembre de 2022.
Son una muy buena metáfora de aquellos lugares que propician el encuentro y las interacciones significativas entre lo diverso: entre personas diferentes, que a lo mejor no se conocían o no se llevaban bien, pero se ponen a colaborar y a experimentar. Se me ocurren tres ejemplos que pueden servir de metáfora de lo que son los laboratorios ciudadanos. Uno son las situaciones de desastre. Por ejemplo, cuando hay un incendio y todo el mundo colabora en las labores de extinción incluidos los vecinos que están enemistados entre sí. Creo que los laboratorios son dispositivos que propician un poco ese tipo de encuentros sin la necesidad de que haya un desastre o una contingencia dramática en la que la colaboración es necesaria para sobrevivir. El segundo ejemplo que se me ocurre, fueron las acampadas del 15-M como reacción a la crisis. En la Puerta del Sol se construyó una pequeña ciudad nueva sin una planificación previa donde todos los proyectos y las propuestas eran bienvenidas. Esto trajo consigo mucha experimentación y se probaron un montón de cosas a partir de la propia iniciativa de las personas y de los que quisieron sumarse como colaboradores. Esta es la dinámica exacta de un laboratorio ciudadano: alguien tiene una idea y otras personas se van sumando al proyecto para sacarlo adelante.
El último ejemplo que se me ocurre es un poco diferente, porque las personas colaboran con otras especies: es el caso de la permacultura (permanent agriculture), que es una manera de diseñar contextos en los que la biodiversidad de especies y elementos da lugar a nueva vida y muchos frutos. Lo que me interesa de la permacultura es que se hace con tiempos largos. Los dos ejemplos anteriores eran ejemplos de irrupción, en cambio en este caso es algo que tiene vocación de ser estable a lo largo del tiempo. Pensar en esos tiempos largos, en que existan lugares que favorezcan las interacciones significativas a las que hacía alusión antes, entre muchos elementos muy diversos durante mucho tiempo es un buen ejemplo de lo que debería ser un laboratorio ciudadano. De hecho, un amigo que practica la permacultura dice “nosotros no cultivamos vegetales, cultivamos suelo: los frutos son algo que llega por añadidura.” Hay que pensar que los beneficios son consecuencia indirecta de situaciones, de ambientes que luego propician ese resultado. Y por eso la permacultura es muy ilustrativa de cómo deberían ser los laboratorios ciudadanos: lugares que posibiliten la colaboración de cualquiera, la experimentación y la creación de nuevos bienes comunes.
nosotros no cultivamos vegetales, cultivamos suelo: los frutos son algo que llega por añadidura
Creo que es bueno que los laboratorios ciudadanos tengan estabilidad. Se pueden llevar a cabo actividades puntuales de laboratorio ciudadano, pero si contamos con infraestructuras estables para la colaboración y la experimentación se facilita que más proyectos puedan ponerse en marcha, que estos puedan continuar y que poco a poco se sume gente más diversa. Es la misma diferencia entre organizar una exposición temporal en cualquier lugar o contar con un museo o centro de arte en la ciudad. La existencia de un laboratorio estable en la ciudad transmite la idea de que la colaboración y la experimentación ocupan un lugar de importancia para esa ciudad.
En cuanto a si las personas son intercambiables, creo que en los procesos de autoorganización cada elemento es importante en su singularidad. Cada persona contribuye con su experiencia de manera diferente. Eso no quiere decir que todo deje de funcionar si alguien falta y que no haya partes del proyecto que cualquiera pueda realizar, pero el hecho de que en los laboratorios ciudadanos se opere con una lógica de experimentación abierta significa que si cambian las personas los proyectos pueden evolucionar en nuevas direcciones.
Creo que se trata de crear procesos de autoorganización en los que las personas que se implican en ellos son clave para su desarrollo. En el caso de la permacultura se propone hacer un bosque comestible inspirándose en la eficiencia de los ecosistemas naturales y en la manera en la que se autorregulan e interactúan con el entorno. Los “permacultores” juegan un papel esencial en el diseño, el cuidado del huerto y en la interacción con el entorno. Hay por ejemplo una finca de permacultura en Tenerife, la finca del Mato Tinto, en la que recogen de todas las cafeterías de la zona los residuos de la preparación del café porque sirve para el compostaje. Se trata de ir incluyendo nuevos factores que nutran el proyecto. Por lo tanto, en el caso de la permacultura no habría una autonomía total.
Los laboratorios ciudadanos son una herramienta para activar la cooperación social, generar nuevas iniciativas o apoyar las existentes
Los laboratorios ciudadanos tienen como objetivo que haya más formas de cooperación social, más redes de apoyo vecinal, más iniciativas ciudadanas y que las existentes puedan encontrar en ellos un apoyo para seguir, para abrirse, para contar con más colaboradores, para poder replicarse… Los laboratorios ciudadanos son buenos para el inicio de nuevos proyectos en las fases más abiertas, más experimentales, donde es más fácil que se agreguen personas que quieran sumarse. Son una herramienta para activar la cooperación social, generar nuevas iniciativas o apoyar las existentes.
No sé si diría tanto, aunque desde luego un laboratorio puede considerarse una interrupción en la inercia del día a día, un tiempo que nos damos -que nos regalamos- para iniciar un proyecto juntos a partir de la propuesta de alguien. Abre una posibilidad de hacer algo juntos, de experimentar juntos, de probar algo que no se sabe cómo va a funcionar y que si no funciona, pues tampoco pasa nada.
En un laboratorio ciudadano hay varios proyectos que están en marcha y cada uno de ellos reúne a un equipo de trabajo formado por varias personas: el promotor o promotora del proyecto y los que se han querido sumar como colaboradores. Son proyectos muy diversos que buscan mejorar la vida en un lugar. Por ejemplo: el diseño y fabricación de prótesis para niños, una nueva tipografía, un telar, un aula en la universidad para personas neuro divergentes o unas barras en un parque para practicar street workout.
La idea es que cada equipo se auto-organice y genere un espacio de escucha en el que todas las opiniones sobre cómo debe realizarse el proyecto son válidas. Es también un espacio de discusión sobre qué se puede hacer y no siempre es fácil decidir cómo darle forma al proyecto. Eso puede suponer una fuente de conflicto: hay personas que quieren que vaya por un lado, otras por otro y entonces hay que ver la manera de resolverlo, si se pueden hacer todas las propuestas, si hay que priorizarlas… Todo eso es un proceso de diálogo y de aprendizaje.
Muchas personas dicen que la experiencia de haber participado en un laboratorio ciudadano les cambió la vida
Hay pocos lugares y momentos para la experimentación y la colaboración, por tanto, la propuesta de abrir un espacio para la experimentación y la colaboración que hacen los laboratorios ciudadanos es disruptiva en un contexto institucional que parece dificultar el encuentro para la experimentación y la colaboración.
Muchas personas dicen que la experiencia de haber participado en un laboratorio ciudadano les cambió la vida. Creo que tiene que ver con que se hace visible la potencia y las posibilidades de la acción colectiva cuando se combinan los saberes y los afectos.
Si la política es tratar de responder de manera colectiva a la pregunta sobre cómo queremos vivir juntos, los laboratorios ciudadanos proponen elaborar esa pregunta en el marco de experiencias concretas de experimentación y cooperación. Al crear equipos abiertos a la participación de cualquiera para iniciativas como medir la calidad del aire en una ciudad, montar un huerto urbano accesible, o editar artículos en Wikipedia se combinan tanto las decisiones y las acciones en torno a la producción de un recurso como lo relativo a la convivencia y a la sostenibilidad del grupo. Es más, aprender a hacer juntos haciendo algo juntos, que una asamblea en la que se decide lo que otros tienen que hacer.
¿No hay algo profundamente sospechoso en reflejar del lado de lo plebeyo la responsabilidad última del fascismo? ¿Por qué no encontramos, del lado de las élites, una imagen que pudiera tener el mismo peso simbólico? No es casual que el pueblo aparezca como el lugar de una sospecha y las élites queden, astutamente, sustraídas de la escena.
El verano y las vacaciones se agotan, y también el tiempo libre para dedicar a la lectura, al cine o simplemente a no hacer nada. En el IECCS hemos recopilado algunos títulos de ensayos, novelas, películas y documentales para que puedas disfrutarlas durante el mes de agosto.
Este texto es un informe presentado el 20 de enero de 2017 en el marco de la sesión ¿Quiénes son los comunistas? de la Conferencia de Roma sobre el Comunismo. Fue publicado originalmente en italiano con el título Chi sono i comunisti en la página web del colectivo Euronomade, y traducido ahora al castellano por Manuel Romero.
La serie es un éxito puesto que (re)construye cómo una ideología como la Alt-Right puede llegar a ser hegemónica y lo hace en una dialéctica constante con la realidad que vive la sociedad estadounidense y sus pilares racistas.
"La pandemia ha enfatizado enormemente una tendencia que ya se estaba dibujando: una condición de miedo a la corporeidad, me atrevería a decir, incluso, una sensibilización fóbica hacia el cuerpo del otro."
¿Y si las plataformas y su modelo de explotación basado en la extracción de datos hubieran sido solo un impasse en el proceso de construcción del Internet que finalmente se estabilizará en el futuro?
Realismo capitalista es –haciendo de lo complejo sencillez y de las respuestas fáciles preguntas difíciles– una de las grandes obras políticas de nuestro siglo, la que emite algunas lecciones fácilmente numerables para las políticas del “deseo poscapitalista” en el siglo XXI.
La afirmación de Wittgenstein de que no existe “aplicación” de una regla porque la instancia de aplicación es interna a la propia regla y, como consecuencia, la transforma, es totalmente válida como principio rector para escribir una tesis.
Al igual que los Shelby, podemos contemplar nuestras sociedades y afirmar que las élites son despiadadas, crueles e insolidarias. Sin embargo, conviene separarse de ellos a la hora de configurar el futuro a perseguir, uno en el que no quepan egoísmos narcisistas ni tradiciones opresoras.
En el sistema semiológico de Barthes el mito se presenta como una potencia naturalizadora, una herramienta de normalización. Por eso, en su descripción de las lógicas de funcionamiento del mito hay todo un intento de impugnar la normalidad de los quehaceres cotidianos
Aquí las respuestas que nos ha dado Santiago Alba Rico, escritor, ensayista y filósofo, autor, entre otros, de Las reglas del caos. Apuntes para una antropología del mercado (Anagrama, 1995), Leer con niños (Caballo de Troya, 2007), Islamofobia: nosotros, los otros, el miedo (Icaria, 2015) y Ser o no ser (un cuerpo) (Seix Barral, 2017).
El duelo, mientras haya recuerdo, afecto, es inevitable. La cuestión consiste en hacer un duelo sano, que sea llevable, en una existencia y una pérdida de la que el sujeto sea capaz de hacerse cargo.
Más que luchar por una u otra interpretación, una misión muy loable pero que para mí aún es dudosa en el ejercicio de la crítica cultural, la indefinición de lo afectivo nos debe conducir a identificar a qué anhelos desarticulados apela la cultura popular.
¿tan importante es la relación que se da entre el mundo de lo lleno y de lo vaciado? Parece probable que sí, que sea necesario todo este despliegue orientado a disimular la naturaleza conflictiva de las relaciones sociales de lo vaciado, hacia dentro y hacia fuera, sobre todo porque todos los sujetos implicados arriesgan mucho en este juego.
A pesar de la omnipresencia de este debate, es necesario cubrir una carencia fundamental de la mayoría de estos discursos: rebatir el desdén generalizado ––en gran parte de las ocasiones automático; en otras sencillamente visceral–– hacia la nostalgia y, en consecuencia, hacia su poso melancólico.
La crítica política y social se consiguió transmitir desde la crítica cultural, en una alianza estética de raigambre nietzscheana en la que la música era un elemento de transformación radical. Este nuevo paradigma no había sido aprovechado por la izquierda tradicional, que dejó pasar el impulso que esta revolución cultural había traído.
¿En qué se debe basar, entonces, nuestro hacer político y sus distintos modos? He aquí la pregunta fundamental. La respuesta por la que aquí apostamos es la autonomía, la capacidad del grupo para dotarse de sus propias reglas independientemente de factores externos.
Pese a que son siglos lo que nos separa de los escritos de Burke, su definición de lo sublime parece ajustarse al milímetro a la situación actual, y nos da las claves para entender por qué podemos experimentar placer estético en las consecuencias de una pandemia.
«Leí tu libro la semana pasada y me sentí como si saliera a tomar aire después de pasar mucho tiempo bajo el agua. Me gustaría agradecerle de todo corazón que haya expresado de forma tan elocuente casi todo lo que había que decir, y que haya proporcionado una razón para la esperanza, cuando yo estaba a punto de desesperar.»
Hay una creencia generalizada de que el progreso de la ciencia es imparable y de que la tecnología todo lo puede. No cabe en nuestras mentes, pero especialmente en la de nuestros gobernantes, que pueda haber límites biofísicos y energéticos a lo que somos capaces de hacer
¿Qué pasa si dejamos de considerar a la propiedad como algo sagrado y “permanente”, que incluso trasciende al individuo (y su supuesto esfuerzo) hasta sus herederos, y empezamos a considerar que esta es imposible sin un complejo sistema de relaciones sociales colectivas que la sostiene desde su origen?
Como dice Eva Illouz en el prólogo del libro de Horvat, parece que el capitalismo nos ha arrebatado la capacidad de amar de manera radical. Nos encontramos ante la imposibilidad de replantear un concepto que parece haber quedado diluido entre las crisis del neoliberalismo.
Gorriti es Filósofa, becaria doctoral CONICET y docente de la UNC. Autora de Nicos Poulantzas: una teoría materialista del Estado (Doble ciencia). Farrán es Filósofo, Investigador CONICET y docente de posgrado (Universidad Nacional de Córdoba). Autor de Badiou y Lacan: el anudamiento del sujeto (Prometeo), Nodal. Método, estado, sujeto (La cebra) y Nodaléctica (La Cebra).
Con el verano liberamos algo de tiempo libre para dedicar a la lectura, al cine o simplemente a no hacer nada. En el IECCS hemos recopilado algunos títulos de ensayos y novelas para que podáis disfrutarlas durante el mes de agosto, y hacer así algo más ameno este calor insufrible.
La digitalización, que sigue un progreso exponencial según la ley de Moore, permite concebir, incluso a corto plazo, una sociedad en la que las máquinas realicen la mayor parte de las tareas, dejando a los humanos mucho tiempo para el autodesarrollo.
Habitualmente se entiende que la ciencia ficción, precisamente por su carácter especulativo, es un género con una relación particular con el progresismo y la izquierda. Sin que esto sea necesariamente falso, la realidad es que la historia del género está llena de grandes figuras y obras notables con relación directa con posturas reaccionarias e incluso con el fanatismo religioso.
Hoy más que nunca necesitamos disponer de horizontes de futuro confiables, asegurar nuestras vidas -y no para cualquier forma de vida, sino para una que valga la pena ser vivida- como condición de posibilidad de cualquier forma de libertad política (pues sabemos que sin seguridad y confianza en el porvenir no hay libertad sino miedo y servidumbre).
Los nuevos periodistas crecen sabiendo que su futuro es un campo de minas, estudian una carrera muy mal estructurada y muy exigente y, como recompensa a todo ese aguante, obtienen un puesto mal remunerado, tremendamente esclavo y, por supuesto, inestable y frágil.
La pregunta que tenemos que hacernos es si preferimos vivir peor para mantener ciertos negocios o apostamos por mejorar la vida y forzar un desplazamiento productivo hacia otros sectores. Claramente lo que tiene que primar es la calidad de vida y lo que tiene que adaptarse es el modelo productivo, no al revés.
De un tiempo a esta parte me interesan las figuraciones de clase. Historias que reivindican las formas de vida obreras, ficciones que no esencializan ni se edifican en el antagonismo social y que de algún modo liberan a la literatura obrera de sus tareas históricas.
Como defendió Matt Colquhoun recientemente en su blog, la serie no es el capitalismo avanzando a través de la apropiación del sentimiento anticapitalista sino el sentimiento anticapitalista avanzando a través de la apropiación del capitalismo.
Somos mucho más rentables como espectadores-consumidores de contenido en plataformas ya que, si la televisión entraba en nuestra casa para ofrecernos entretenimiento a cambio de un porcentaje de tiempo invertido en publicidad, esta nueva forma de extracción de beneficios entra directamente en nuestro cuerpo, para buscar beneficios en los datos derivados de nuestro comportamiento.
En suma, Mercado y Estado no son términos antitéticos, sino necesariamente complementarios. Pero decimos más: no se trata sólo de considerar que ambas realidades son dependientes históricamente, sino de enfatizar que sus componentes estructurales están tan sumamente involucrados que sus contornos llegan a hacerse borrosos, hasta el punto de confundirse.
La camaradería es el resultado de la solidaridad, del compromiso y de la disciplina. Es una práctica compleja, en la que se fracasa una vez para levantarse y fracasar mejor. A veces puede ser asfixiante, pero la mayor parte de las veces es liberadora. Somos nosotres en un sentido colectivo.
Cabe cuestionarse si a estos "liberales" alguna vez les importó algo más que su persona, si aquella condescendencia de clase no supone en realidad un brillante ejemplo de conciencia de clase –de clase privilegiada, por supuesto– a la que le duró demasiado el disfraz democrático y popular.
El valor de los libros de Peter Frase, Olin Wright y Aaron Bastani reside en su capacidad para darle la vuelta al famoso dictum de Jameson e imaginar que el neoliberalismo no existe. Hay una potencia afirmativa en esa negación que no es una cuestión menor.
Las comunidades no se pueden descontextualizar de los modos de producción en las que están insertas, de las transformaciones que se producen y en las que son producidas por seres humanos en el paso de sus vidas.
Creo que hay pocas definiciones más hermosas de democracia que aquella que reconoce no ser más que el esfuerzo que realizamos conjuntamente para definir a oscuras, acompañado por otros tan ciegos como nosotros mismos, qué es bueno y qué es malo.
La coyuntura tiene la singularidad de ser aquel momento sin el cual no se podrían visualizar ni reflexionar sobre determinados problemas políticos. Pensar la coyuntura implica, decía el epistemólogo crítico Hugo Zemelman, comprender el presente-potencial.
En este marco el ámbito de la cultura cobra especial importancia en la consecución de la hegemonía, proceso a través del cual se universalizan intereses y afectos, en palabras de Gramsci, “la conquista del poder cultural es previa a la del poder político”.
'Los olvidados. Ficción de un proletariado reaccionario' no es un libro más, descubre el hilo común del pensamiento reaccionario contemporáneo y, a la vez, hace un ejercicio de arqueología brillante para responder a las entelequias de un obrerismo que pretende invocar a una clase obrera que jamás existió.
Series como 'Succession' sirven para detectar la corrosión del poder, la política y el dinero mientras nos deleitamos con las disfunciones psicológicas de sus protagonistas. Si la serie sirve para cartografiar el capitalismo multinacional es gracias a su efecto de “totalidad”.
Las tesis que reproducimos a continuación fueron escritas por Bertolt Brecht en los años treinta, en el marco del debate con Gyorg Lukács sobre la definición de «realismo» en la literatura y el arte, así como el empleo del mismo por los artistas antifascistas.
En definitiva, en el Manifiesto la ciencia le habla a la política como un cliente exigente que demanda aquellos servicios por los que paga. Esta posición no es nueva. Viene construyéndose desde hace décadas, en especial desde el mercado hacia el Estado.
El miedo de no saber qué demonios va a pasar con nuestra vida y con la de aquellos que queremos. El miedo de mirar al futuro y no saber qué esperar. El miedo de no ver un horizonte de posibilidad, sino un muro tras el cual no sabemos qué se esconde.
La idea de la compulsión a la repetición es muy poderosa y ha calado profundamente en nuestra cultura. Me gustaría argumentar que, históricamente, el marxismo ha experimentado cuatro neurosis importantes: la neurosis económica, la neurosis filosófica, la neurosis histórica y la neurosis cultural.
El video presidencial en inglés siguen revelando datos importantes del relato que el gobierno está cocinando, en él se resignifican dos de las imágenes con las que se ha caracterizado al régimen uribista de Duque: la del títere y la del hombre desconectado de la realidad.
El pensamiento de Davis, como buen materialista y marxista, operaba en continuo diálogo con el ruido del presente, con sus obstáculos, sus rugosidades y pliegues, sus pervivencias, sus proyecciones y posibilidades.
Si necesitamos pensar lo que nos está ocurriendo, ¿no sería importante que reflexionáramos sobre si lo que está sucediendo solo corrobora nuestras categorías y plantillas previas o si marca una diferencia aún por establecer?
Actualmente el debate se ha simplificado a partir de la categoría de "lo posmo", de manera que si te preocupa lo estético para construirte como sujeto, parece que estás abandonando la lucha de clases.
«Es necesario un nuevo movimiento internacionalista y pacifista que en los diferentes países movilice los intereses de las grandes mayorías, que exija la toma de acciones para prevenir conflictos, y en particular que se pongan fuertes límites a las armas nucleares.»
«La literatura, para mí, está presente en cada momento, en cada detalle de lo cotidiano, está sucediendo todo el tiempo. Pero, al mismo tiempo, qué difícil es lograr una buena traducción de la vida a las palabras, de la mente a las palabras.»
Este artículo fue publicado originalmente por Stuart Hall en la revista Universities & Left Review, en el otoño de 1958, un momento en el que las transformaciones del capitalismo y de la izquierda después de la Segunda Guerra Mundial estaban cambiando Gran Bretaña y el mundo para siempre. La traducción al español es de Manuel Romero.
No es nuevo decir que, tras décadas de neoliberalismo, la responsabilidad sobre el empleo descansa cada vez más sobre los propios individuos. Cada vez son más los programas educativos que añaden en sus currículos una nueva y apetecible competencia: la empleabilidad.
Si el ecologismo desea tener una incidencia real en las disputas políticas del futuro inmediato (y es imprescindible que la tenga) no puede pasar por alto las peculiaridades y temporalidades de las diversas esferas de lo humano.
Si ya no vemos igual, ni desde los mismos dispositivos, si cada vez hay más oferta de productos audiovisuales y el fútbol no mueve ficha, corre el riesgo de quedarse fuera de los nuevos mercados del consumo audiovisual.
El necro-liberalismo asume de forma explícita y obscena la imposibilidad de conjugar el mantenimiento de la vida con el mantenimiento del orden político y económico, de ahí que se caracterice por hacer gala y enarbolar sin complejo alguno la bandera del desprecio a la vida.
El contexto Covid-19 nos trae un 'horror vacui' diferente, algo más angustiante que la patología psicológica conocida como 'fear of missing out' (FOMO), la posibilidad de que no nos estemos perdiendo nada porque nada está pasando y nada puede pasar.
Hemos lanzado una batería de preguntas a distintos pensadores y pensadoras con el fin de acercarnos a un análisis no tanto de la crisis del coronavirus en sí, como de los distintos escenarios de futuro a que nos puede conducir su salida. Aquí las respuestas que nos ha dado Luciana Cadahia, filósofa argentina, autora de Mediaciones de lo sensible. Hacia una nueva economía crítica de los dispositivos (FCE, 2017) y El círculo mágico del Estado (Lengua de Trapo, 2019).
En estas líneas comparto con las compañeras y compañeros de España algunas reflexiones sobre las elecciones del pasado 15 y 16 de mayo en Chile y su relación con la rebelión popular que se inició en octubre del 2019. Primeras impresiones que destilan optimismo por los resultados favorables para las fuerzas políticas transformadoras que obtuvieron la mayoría de los escaños en la Convención que redactará la nueva Constitución Política, una Convención con paridad de género y 17 representantes de los pueblos indígenas.
Este texto se publica en el marco del debate que tuvo lugar en el seminario "Marx y El Capital en el mundo contemporáneo" entre Jesús Rodríguez y Manuel Romero a propósito del lugar de lo político en la teoría marxista.
En medio de una pandemia mundial -donde el proceso productivo neoliberal en el que ya vivíamos condiciona nuestra manera de sentir, relacionarnos y también curarnos-lo último que se permite es adolecer. Nuestras pérdidas son rápidas, ocultadas, secretas, dejan un duelo mudo, pero igual de profundo, es un duelo arrebatado.
La transformación digital sigue hoy una dirección marcada por las políticas del momento, que favorecen la concentración empresarial, la extracción masiva y la acumulación de poder. Pero, como sucedió a principios del siglo pasado, estos criterios políticos pueden cambiarse.
La guerra en Ucrania sitúa en un primer plano la importante dependencia energética exterior de la UE y aboga por una aceleración en el proceso de transición verde acometida en toda su extensión.