En la canción «White America», Eminem lejos de reivindicar la identidad White Trash lo que hace, a través de sus alter egos y él mismo, es intentar destruir la blanquitud pura y de segunda.
Esta semana cumplía 20 años uno de los mejores albums del rapero Eminem. Eminem, nacido en el Missouri del sur estadounidense, abandonado por su padre nada más nacer y luego trasladado a la ciudad negra de Detroit en el Estado de Michigan, consiguió ser uno de los mejores raperos de la historia de la música. En este camino rompió varios paradigmas, siendo él muy consciente de estas roturas: siendo un rapero blanco que podría ser acusado de apropiación cultural se deshizo de su blanquitud, y, devenida de esta primera; querer evitar ser el «Elvis Presley» rapero al intentar poner a la parte blanca de la sociedad estadounidense al espejo ante su monstruo de la blanquitud.
Son conocidas las reivindicaciones antirracistas y de izquierda de Eminem a través de su lírica: Mosh en 2004 contra Bush, el Freestyle contra Trump de 2017 o el arrodillarse en el intermedio de la Super Bowl de 2022 en claro apoyo al ala más radical del movimiento Black Lives Matter. Pero hay una canción que pasa desapercibida y que la crítica cultural no ha logrado desentrañar: White America. De hecho, esta canción no aparece en el clásico listado de «canciones políticas» de Eminem, siendo central tanto en el desarrollo introspectivo de la persona de Marshall Mathers como en el del artista.
Marshall deja claro que sabe que el rap era una música bastante underground y que hay un estallido gracias a que él es un blanco haciendo rap.
Es en la letra de esta canción dónde Eminem se despoja de la blanquitud y pone ante el espejo cómo ha sido construida la ciudadanía y respetabilidad -blanca- en la disciplinada y moralista sociedad estadounidense, y se decide por usar su reciente poder -la fama- para corromperla y destruirla. La carrera musical de Marshall nace cuando él estudiaba, y luego trabajaba, casi 60 horas semanales, en la ciudad de Detroit. Desde pequeño se interesó por el hip-hop, música hecha por personas negras siendo él un blanco en un barrio de clase obrera negro. Por lo tanto, su carrera musical fue lastrada desde un principio por acusaciones de ¿qué hace un blanquito rapeando? ¿qué hace un blanco haciendo música de negros? –«Se está apropiando de música negra»-. Eminem intentó luchar contra estas acusaciones a través de sus alter egos y diferenciándose del «rap negro» siendo mucho más agresivo tanto en lírica como en tono, cuando el rap de esa época era bastante melódico. Pero en la canción White America fue dónde se despojó de esas acusaciones sabiendo perfectamente el rol que había jugado el color de su piel para llegar a la cima en la que se encontraba en ese 2002: Let´s do math, if I was black, I woulda sold half/ I ain´t have to graduate from Lincoln High Scool to know that (Vamos a hacer matemáticas, si fuera negro, hubiera vendido la mitad/ no necesito graduarme por el Instituto de Lincoln para saber eso). Marshall deja claro que sabe que el rap era una música bastante underground a pesar de tener a grandes superventas como 2pac o Notorious BIG y que hay un estallido gracias a él, o mejor dicho, gracias a que él es un blanco haciendo rap.
En esta disyuntiva se podría haber vendido realmente como el rara avis de ser un rapero blanco, cometiendo una suerte de apropiación cultural, pero en White America deja por escrito su conocimiento de este hecho impidiendo así un blanqueamiento del rap como se podría haber esperado de su caso. En los Estados Unidos los pobres el único lujo que se pueden permitir es ser blancos. Eminem decidió en esta canción desprenderse de esa blanquitud y, optando por la clase, intentar destruirla. Este hilo rojo despojándose de la blanquitud lo consigue haciendo entrar en juego a su alter ego Shady: Look at these eyes, baby blue, baby just like yourself/If they were brown, Shady'd lose, Shady sits on the shelf/But Shady's cute, Shady knew Shady's dimples would help/Make ladies swoon, baby (ooh, baby)/ Look at my sales (Mira estos ojos, azules bebé,justo como los tuyos/si fuesen marrones, Shady pierde, Shady se queda en los estantes/Pero Shady es bello, Shady sabe que las mejillas de Shady le ayudarán/ se hace querer entre las mujeres/ bebé, mira mis ventas). Shady, su alter ego, si hubiese tenido los ojos marrones y otras facciones se habría quedado “en la estantería”, no habría triunfado. Esta confesión también es honesta, Eminem no piensa que esté renovando el género o tenga una calidad supina.
Obviamente en este proceso se pretende hacer al rap más blanco, es decir: menos reivindicativo con sus raíces, menos revolucionario
Eminem es plenamente consciente de lo que está pasando: la industria del rap no es que le está beneficiando, es que lo está usando para extender las ventas de un género vendido mayormente entre personas negras para que lo compren ahora blancos que se puedan sentir identificados con él: Helped him[Dre] get back to the top, every fan black that I got/Was probably his in exchange for every white fan that he's got/Like damn, we just swapped, sitting back looking at shit, wow/I'm like my skin is it starting to work to my benefit now? it's- (He ayudado a Dre a volver a la cima, todo negro que he conseguido/ probablemente ha sido su cambio por cada blanco que ha conseguido de mí/Mierda, acabamos de intercambiarlos/ me quedo sentando mirando esta mierda/¿está mi piel beneficiando a mi trabajo ahora? Sí, lo está haciendo).
Concienciado de lo que se está haciendo con él se quejará de que cuando era underground a nadie le importaba que fuese blanco, todo este proceso ha comenzado cuando ha empezado a ser famoso y sabe que la industria quiere blanquear al rap para hacerlo más rentable. Obviamente en este proceso de blanqueamiento se pretende hacer al rap, valga la redundancia, más blanco, es decir: menos reivindicativo con sus raíces, menos revolucionario. El rap, o el hip-hop en su conjunto, nace en las comunidades negras de clase obrera estadounidenses como un método artístico de queja por su situación, estético y también, como un modo de ascensor social. En la época de Eminem absolutamente todos los raperos tenían letras reivindicativas para con la clase obrera. Años antes el superventas en el rap había sido 2pac, hijo de Panteras Negras y bastante consciente de su tradición familiar y artística.
Adelantándose a este proceso de blanqueamiento, rompe con su blanquitud decidiendo enseñar cuánto de blanco es él con un poderoso estribillo. En los Estados Unidos de la época la concepción de “blanquitud plena” estaba reservada a un sector de la población muy específico: las familias blancas de clase media-alta con buenos modales, hijos y un perro al ser posible. Luego había una blanquitud de segunda que es la que ha sostenido en pie el sistema racial estadounidense hasta nuestros días: la que enfrenta a la clase obrera, privilegiando a los cuerpos blancos frente a los negros. El problema es que en los años 90 parecía que con el fin de la Unión Soviética, posicionando a los Estados Unidos como única potencia, se prentendió hacer creer que no cabía la posibilidad de que en este pais hubiese blancos pobres, aquí Eminem clavará una lanza, con su lírica, en el corazón de la White America:
White America, I could be one of your kids
White America, little Eric looks just like this
White America, Erica loves my shit
I go to TRL, look how many hugs I get!
(América blanca, Yo podría ser uno de vuestros críos/ América blanca, el pequeño Eric luce así/ a Erica le encanta mi mierda/ Voy al show, mira cuantos abrazos consigo)
Eminem, con cuerpo blanco, podría haber sido uno de los “hijos de América” -la próspera, la única que cuenta-, pero es que el pequeño adolescente de cualquier ciudad [Eric] se puede sentir identificado con Eminem, un ejemplo de la White Trash, un ejemplo viviente de que la blanquitud es un sistema construido socialmente y “fácil” de desenmascarar. Y añade brillantemente un par de ideas: el gran problema es que [al ser blanco] “hablo directamente con niños de los suburbios” (barrios acomodados estadounidenses) y sólo gracias a esta conexión empiezan a aprender a palabras que antes no sabían que existían y cabrean a sus madres. Está dispuesto a enseñarle a esos niños acomodados que hay una América real, de clase obrera sucumbida en el crimen. Concluye, en Harlem el rap no era un problema, cuando llega a Boston sí. Aquí Boston representa el imaginario del nacimiento de esa nación blanca y puritana, que no permite palabras malsonantes y que recoge a su vez la idea del American Dream en el que no tiene que haber pobres puesto que el sistema económico capitalista provee [a los blancos]. Eminem ataca a este corazón de America, en el Harlem negro no hay problema de que se hable de que hay pobres que se matan entre ellos por vivir en la miseria, el rap comienza a ser un problema cuando se empieza a escuchar en sectores de población blancas que puede quebrar sus certezas como blancos. Es consciente de que ahora tiene un gran altavoz en las manos y es un ejemplo para niños blancos they were instantly hooked right in/ And they connected with me too, because I looked like them (instantáneamente se engancharon y conectaron conmigo/ porque me parezco a ellos).
Eminem en White America, lejos de reivindicar la identidad White Trash lo que hace, a través de sus alter egos y él mismo, es intentar destruir la blanquitud pura y de segunda. La primera, la blanquitud que goza de la total ciudadanía en los Estados Unidos la intenta destruir enseñando a los niños bien educados que existen submundos de clase obrera en donde hay crimen y que poseer un cuerpo blanco como el suyo no les va a eximir de poder vivir, y sufrir, ese mundo, es decir, la blanquitud no es una certeza de clase, es un privilegio que se puede ejercer o no. Y conectando con este punto, tambien intenta destruir la «blanquitud de segunda» o white trash no vindicándola como un privilegio frente a sus compañeros artistas y de clase, negros, sino igualándola a la categoría de clase: él no es rapero blanco, él es rapero porque, usando toda la tradición reivindicativa de clase de este género musical, se ha criado en un barrio pobre y ha tenido los mismos trabajos que sus compañeros, por lo tanto son de la misma clase.
'Los olvidados. Ficción de un proletariado reaccionario' no es un libro más, descubre el hilo común del pensamiento reaccionario contemporáneo y, a la vez, hace un ejercicio de arqueología brillante para responder a las entelequias de un obrerismo que pretende invocar a una clase obrera que jamás existió.
Cabe cuestionarse si a estos "liberales" alguna vez les importó algo más que su persona, si aquella condescendencia de clase no supone en realidad un brillante ejemplo de conciencia de clase –de clase privilegiada, por supuesto– a la que le duró demasiado el disfraz democrático y popular.
"La pandemia ha enfatizado enormemente una tendencia que ya se estaba dibujando: una condición de miedo a la corporeidad, me atrevería a decir, incluso, una sensibilización fóbica hacia el cuerpo del otro."
Este texto se publica en el marco del debate que tuvo lugar en el seminario "Marx y El Capital en el mundo contemporáneo" entre Jesús Rodríguez y Manuel Romero a propósito del lugar de lo político en la teoría marxista.
Con el verano liberamos algo de tiempo libre para dedicar a la lectura, al cine o simplemente a no hacer nada. En el IECCS hemos recopilado algunos títulos de ensayos y novelas para que podáis disfrutarlas durante el mes de agosto, y hacer así algo más ameno este calor insufrible.
El contexto Covid-19 nos trae un 'horror vacui' diferente, algo más angustiante que la patología psicológica conocida como 'fear of missing out' (FOMO), la posibilidad de que no nos estemos perdiendo nada porque nada está pasando y nada puede pasar.
La guerra en Ucrania sitúa en un primer plano la importante dependencia energética exterior de la UE y aboga por una aceleración en el proceso de transición verde acometida en toda su extensión.
Como defendió Matt Colquhoun recientemente en su blog, la serie no es el capitalismo avanzando a través de la apropiación del sentimiento anticapitalista sino el sentimiento anticapitalista avanzando a través de la apropiación del capitalismo.
Más que luchar por una u otra interpretación, una misión muy loable pero que para mí aún es dudosa en el ejercicio de la crítica cultural, la indefinición de lo afectivo nos debe conducir a identificar a qué anhelos desarticulados apela la cultura popular.
Hoy más que nunca necesitamos disponer de horizontes de futuro confiables, asegurar nuestras vidas -y no para cualquier forma de vida, sino para una que valga la pena ser vivida- como condición de posibilidad de cualquier forma de libertad política (pues sabemos que sin seguridad y confianza en el porvenir no hay libertad sino miedo y servidumbre).
Habitualmente se entiende que la ciencia ficción, precisamente por su carácter especulativo, es un género con una relación particular con el progresismo y la izquierda. Sin que esto sea necesariamente falso, la realidad es que la historia del género está llena de grandes figuras y obras notables con relación directa con posturas reaccionarias e incluso con el fanatismo religioso.
La crítica política y social se consiguió transmitir desde la crítica cultural, en una alianza estética de raigambre nietzscheana en la que la música era un elemento de transformación radical. Este nuevo paradigma no había sido aprovechado por la izquierda tradicional, que dejó pasar el impulso que esta revolución cultural había traído.
Este texto es un informe presentado el 20 de enero de 2017 en el marco de la sesión ¿Quiénes son los comunistas? de la Conferencia de Roma sobre el Comunismo. Fue publicado originalmente en italiano con el título Chi sono i comunisti en la página web del colectivo Euronomade, y traducido ahora al castellano por Manuel Romero.
La serie es un éxito puesto que (re)construye cómo una ideología como la Alt-Right puede llegar a ser hegemónica y lo hace en una dialéctica constante con la realidad que vive la sociedad estadounidense y sus pilares racistas.
La camaradería es el resultado de la solidaridad, del compromiso y de la disciplina. Es una práctica compleja, en la que se fracasa una vez para levantarse y fracasar mejor. A veces puede ser asfixiante, pero la mayor parte de las veces es liberadora. Somos nosotres en un sentido colectivo.
A pesar de la omnipresencia de este debate, es necesario cubrir una carencia fundamental de la mayoría de estos discursos: rebatir el desdén generalizado ––en gran parte de las ocasiones automático; en otras sencillamente visceral–– hacia la nostalgia y, en consecuencia, hacia su poso melancólico.
En suma, Mercado y Estado no son términos antitéticos, sino necesariamente complementarios. Pero decimos más: no se trata sólo de considerar que ambas realidades son dependientes históricamente, sino de enfatizar que sus componentes estructurales están tan sumamente involucrados que sus contornos llegan a hacerse borrosos, hasta el punto de confundirse.
Hemos lanzado una batería de preguntas a distintos pensadores y pensadoras con el fin de acercarnos a un análisis no tanto de la crisis del coronavirus en sí, como de los distintos escenarios de futuro a que nos puede conducir su salida. Aquí las respuestas que nos ha dado Luciana Cadahia, filósofa argentina, autora de Mediaciones de lo sensible. Hacia una nueva economía crítica de los dispositivos (FCE, 2017) y El círculo mágico del Estado (Lengua de Trapo, 2019).
La transformación digital sigue hoy una dirección marcada por las políticas del momento, que favorecen la concentración empresarial, la extracción masiva y la acumulación de poder. Pero, como sucedió a principios del siglo pasado, estos criterios políticos pueden cambiarse.
Disney no podría habernos ofrecido un simbolismo más explícito de su empresa ideológica: Una casa (propiedad privada) que requiere de nuevas, reformadas y más progresistas, formas dentro de la misma institución (familia) para poder recuperar la magia (herencia).
«Muchas personas dicen que la experiencia de haber participado en un laboratorio ciudadano les cambió la vida»
El miedo de no saber qué demonios va a pasar con nuestra vida y con la de aquellos que queremos. El miedo de mirar al futuro y no saber qué esperar. El miedo de no ver un horizonte de posibilidad, sino un muro tras el cual no sabemos qué se esconde.
Hay una creencia generalizada de que el progreso de la ciencia es imparable y de que la tecnología todo lo puede. No cabe en nuestras mentes, pero especialmente en la de nuestros gobernantes, que pueda haber límites biofísicos y energéticos a lo que somos capaces de hacer
Pese a que son siglos lo que nos separa de los escritos de Burke, su definición de lo sublime parece ajustarse al milímetro a la situación actual, y nos da las claves para entender por qué podemos experimentar placer estético en las consecuencias de una pandemia.
Si ya no vemos igual, ni desde los mismos dispositivos, si cada vez hay más oferta de productos audiovisuales y el fútbol no mueve ficha, corre el riesgo de quedarse fuera de los nuevos mercados del consumo audiovisual.
«Leí tu libro la semana pasada y me sentí como si saliera a tomar aire después de pasar mucho tiempo bajo el agua. Me gustaría agradecerle de todo corazón que haya expresado de forma tan elocuente casi todo lo que había que decir, y que haya proporcionado una razón para la esperanza, cuando yo estaba a punto de desesperar.»
Los nuevos periodistas crecen sabiendo que su futuro es un campo de minas, estudian una carrera muy mal estructurada y muy exigente y, como recompensa a todo ese aguante, obtienen un puesto mal remunerado, tremendamente esclavo y, por supuesto, inestable y frágil.
En este marco el ámbito de la cultura cobra especial importancia en la consecución de la hegemonía, proceso a través del cual se universalizan intereses y afectos, en palabras de Gramsci, “la conquista del poder cultural es previa a la del poder político”.
Si necesitamos pensar lo que nos está ocurriendo, ¿no sería importante que reflexionáramos sobre si lo que está sucediendo solo corrobora nuestras categorías y plantillas previas o si marca una diferencia aún por establecer?
Este artículo fue publicado originalmente por Stuart Hall en la revista Universities & Left Review, en el otoño de 1958, un momento en el que las transformaciones del capitalismo y de la izquierda después de la Segunda Guerra Mundial estaban cambiando Gran Bretaña y el mundo para siempre. La traducción al español es de Manuel Romero.
El necro-liberalismo asume de forma explícita y obscena la imposibilidad de conjugar el mantenimiento de la vida con el mantenimiento del orden político y económico, de ahí que se caracterice por hacer gala y enarbolar sin complejo alguno la bandera del desprecio a la vida.
El video presidencial en inglés siguen revelando datos importantes del relato que el gobierno está cocinando, en él se resignifican dos de las imágenes con las que se ha caracterizado al régimen uribista de Duque: la del títere y la del hombre desconectado de la realidad.
El pensamiento de Davis, como buen materialista y marxista, operaba en continuo diálogo con el ruido del presente, con sus obstáculos, sus rugosidades y pliegues, sus pervivencias, sus proyecciones y posibilidades.
¿En qué se debe basar, entonces, nuestro hacer político y sus distintos modos? He aquí la pregunta fundamental. La respuesta por la que aquí apostamos es la autonomía, la capacidad del grupo para dotarse de sus propias reglas independientemente de factores externos.
En definitiva, en el Manifiesto la ciencia le habla a la política como un cliente exigente que demanda aquellos servicios por los que paga. Esta posición no es nueva. Viene construyéndose desde hace décadas, en especial desde el mercado hacia el Estado.
La coyuntura tiene la singularidad de ser aquel momento sin el cual no se podrían visualizar ni reflexionar sobre determinados problemas políticos. Pensar la coyuntura implica, decía el epistemólogo crítico Hugo Zemelman, comprender el presente-potencial.
No es nuevo decir que, tras décadas de neoliberalismo, la responsabilidad sobre el empleo descansa cada vez más sobre los propios individuos. Cada vez son más los programas educativos que añaden en sus currículos una nueva y apetecible competencia: la empleabilidad.
Somos mucho más rentables como espectadores-consumidores de contenido en plataformas ya que, si la televisión entraba en nuestra casa para ofrecernos entretenimiento a cambio de un porcentaje de tiempo invertido en publicidad, esta nueva forma de extracción de beneficios entra directamente en nuestro cuerpo, para buscar beneficios en los datos derivados de nuestro comportamiento.
En el sistema semiológico de Barthes el mito se presenta como una potencia naturalizadora, una herramienta de normalización. Por eso, en su descripción de las lógicas de funcionamiento del mito hay todo un intento de impugnar la normalidad de los quehaceres cotidianos
La afirmación de Wittgenstein de que no existe “aplicación” de una regla porque la instancia de aplicación es interna a la propia regla y, como consecuencia, la transforma, es totalmente válida como principio rector para escribir una tesis.
Al igual que los Shelby, podemos contemplar nuestras sociedades y afirmar que las élites son despiadadas, crueles e insolidarias. Sin embargo, conviene separarse de ellos a la hora de configurar el futuro a perseguir, uno en el que no quepan egoísmos narcisistas ni tradiciones opresoras.
¿Y si las plataformas y su modelo de explotación basado en la extracción de datos hubieran sido solo un impasse en el proceso de construcción del Internet que finalmente se estabilizará en el futuro?
El valor de los libros de Peter Frase, Olin Wright y Aaron Bastani reside en su capacidad para darle la vuelta al famoso dictum de Jameson e imaginar que el neoliberalismo no existe. Hay una potencia afirmativa en esa negación que no es una cuestión menor.
Series como 'Succession' sirven para detectar la corrosión del poder, la política y el dinero mientras nos deleitamos con las disfunciones psicológicas de sus protagonistas. Si la serie sirve para cartografiar el capitalismo multinacional es gracias a su efecto de “totalidad”.
De un tiempo a esta parte me interesan las figuraciones de clase. Historias que reivindican las formas de vida obreras, ficciones que no esencializan ni se edifican en el antagonismo social y que de algún modo liberan a la literatura obrera de sus tareas históricas.
Las comunidades no se pueden descontextualizar de los modos de producción en las que están insertas, de las transformaciones que se producen y en las que son producidas por seres humanos en el paso de sus vidas.
Realismo capitalista es –haciendo de lo complejo sencillez y de las respuestas fáciles preguntas difíciles– una de las grandes obras políticas de nuestro siglo, la que emite algunas lecciones fácilmente numerables para las políticas del “deseo poscapitalista” en el siglo XXI.
En medio de una pandemia mundial -donde el proceso productivo neoliberal en el que ya vivíamos condiciona nuestra manera de sentir, relacionarnos y también curarnos-lo último que se permite es adolecer. Nuestras pérdidas son rápidas, ocultadas, secretas, dejan un duelo mudo, pero igual de profundo, es un duelo arrebatado.
El duelo, mientras haya recuerdo, afecto, es inevitable. La cuestión consiste en hacer un duelo sano, que sea llevable, en una existencia y una pérdida de la que el sujeto sea capaz de hacerse cargo.
Gorriti es Filósofa, becaria doctoral CONICET y docente de la UNC. Autora de Nicos Poulantzas: una teoría materialista del Estado (Doble ciencia). Farrán es Filósofo, Investigador CONICET y docente de posgrado (Universidad Nacional de Córdoba). Autor de Badiou y Lacan: el anudamiento del sujeto (Prometeo), Nodal. Método, estado, sujeto (La cebra) y Nodaléctica (La Cebra).
«La literatura, para mí, está presente en cada momento, en cada detalle de lo cotidiano, está sucediendo todo el tiempo. Pero, al mismo tiempo, qué difícil es lograr una buena traducción de la vida a las palabras, de la mente a las palabras.»
Actualmente el debate se ha simplificado a partir de la categoría de "lo posmo", de manera que si te preocupa lo estético para construirte como sujeto, parece que estás abandonando la lucha de clases.
El verano y las vacaciones se agotan, y también el tiempo libre para dedicar a la lectura, al cine o simplemente a no hacer nada. En el IECCS hemos recopilado algunos títulos de ensayos, novelas, películas y documentales para que puedas disfrutarlas durante el mes de agosto.
En estas líneas comparto con las compañeras y compañeros de España algunas reflexiones sobre las elecciones del pasado 15 y 16 de mayo en Chile y su relación con la rebelión popular que se inició en octubre del 2019. Primeras impresiones que destilan optimismo por los resultados favorables para las fuerzas políticas transformadoras que obtuvieron la mayoría de los escaños en la Convención que redactará la nueva Constitución Política, una Convención con paridad de género y 17 representantes de los pueblos indígenas.
«Es necesario un nuevo movimiento internacionalista y pacifista que en los diferentes países movilice los intereses de las grandes mayorías, que exija la toma de acciones para prevenir conflictos, y en particular que se pongan fuertes límites a las armas nucleares.»
Creo que hay pocas definiciones más hermosas de democracia que aquella que reconoce no ser más que el esfuerzo que realizamos conjuntamente para definir a oscuras, acompañado por otros tan ciegos como nosotros mismos, qué es bueno y qué es malo.
La digitalización, que sigue un progreso exponencial según la ley de Moore, permite concebir, incluso a corto plazo, una sociedad en la que las máquinas realicen la mayor parte de las tareas, dejando a los humanos mucho tiempo para el autodesarrollo.
Si el ecologismo desea tener una incidencia real en las disputas políticas del futuro inmediato (y es imprescindible que la tenga) no puede pasar por alto las peculiaridades y temporalidades de las diversas esferas de lo humano.
¿tan importante es la relación que se da entre el mundo de lo lleno y de lo vaciado? Parece probable que sí, que sea necesario todo este despliegue orientado a disimular la naturaleza conflictiva de las relaciones sociales de lo vaciado, hacia dentro y hacia fuera, sobre todo porque todos los sujetos implicados arriesgan mucho en este juego.
Aquí las respuestas que nos ha dado Santiago Alba Rico, escritor, ensayista y filósofo, autor, entre otros, de Las reglas del caos. Apuntes para una antropología del mercado (Anagrama, 1995), Leer con niños (Caballo de Troya, 2007), Islamofobia: nosotros, los otros, el miedo (Icaria, 2015) y Ser o no ser (un cuerpo) (Seix Barral, 2017).
¿Qué pasa si dejamos de considerar a la propiedad como algo sagrado y “permanente”, que incluso trasciende al individuo (y su supuesto esfuerzo) hasta sus herederos, y empezamos a considerar que esta es imposible sin un complejo sistema de relaciones sociales colectivas que la sostiene desde su origen?
Como dice Eva Illouz en el prólogo del libro de Horvat, parece que el capitalismo nos ha arrebatado la capacidad de amar de manera radical. Nos encontramos ante la imposibilidad de replantear un concepto que parece haber quedado diluido entre las crisis del neoliberalismo.
Las tesis que reproducimos a continuación fueron escritas por Bertolt Brecht en los años treinta, en el marco del debate con Gyorg Lukács sobre la definición de «realismo» en la literatura y el arte, así como el empleo del mismo por los artistas antifascistas.
La pregunta que tenemos que hacernos es si preferimos vivir peor para mantener ciertos negocios o apostamos por mejorar la vida y forzar un desplazamiento productivo hacia otros sectores. Claramente lo que tiene que primar es la calidad de vida y lo que tiene que adaptarse es el modelo productivo, no al revés.
¿No hay algo profundamente sospechoso en reflejar del lado de lo plebeyo la responsabilidad última del fascismo? ¿Por qué no encontramos, del lado de las élites, una imagen que pudiera tener el mismo peso simbólico? No es casual que el pueblo aparezca como el lugar de una sospecha y las élites queden, astutamente, sustraídas de la escena.